La nada de que lo soy

La nada de que lo soy

Germayed

29/01/2022

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Salto de un sitio a otro buscando en qué pensar. Voy de aquí a allá tratando de recordar quién soy. Aquí pensando estoy, atrapado en la existencia, pensando en nada para caer en cuenta de que existo, no por sentir un cuerpo ni sus sensaciones inmediatas, sino porque pienso en la nada de lo que soy, de que soy la reducción miserable del universo cansado de sí mismo, exhausto de pensar.

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Pesadez abrumadora abate el ímpetu de vivir cada vez que siento mi cuerpo caer al levantarme, al despertar y saber que debo pensar una y otra vez en lo banal de dos realidades igualmente pestilentes: Lo abstracto, lo mundano. Deben saber, hermanos míos, y- ojalá quedé bien claro en las obtusas percepciones del necio-, que su mundo es la suma de cosas destinadas a desaparecer, a esfumarse para luego ser vanos recuerdos; el hogar del anciano abandonado, tristeza del solitario: los recuerdos incrementan la nostalgia a saber de la existencia intangible de momentos otrora imborrables en la memoria, no obstante, desaparecidos de la vida; como celajes, frecuentan brevemente la mente, esfumándose en las catervas del olvido para volver a invitarnos a vivir una vida que no existe. La existencia, cruel, malvada en sí misma, hace pasar mundos pasados por posibilidades latentes de ser vividas, de nuevo, con la misma alegría ingenua impregnada de esa sensación hogareña, hoy borrada por la movilización de los cuerpos y de los ánimos a parajes desolados, roídos por el abandono, la soledad.

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La ingenuidad se fue, la alegría palidecida por el horror de la realidad, se apagó hasta morir. No le queda más remedio sino andar colgándose de la fantasía o la esperanza para recuperar la virtud de ser el bastón de todos esos espíritus liberados de los tétricos calabozos del mundo y entregados a las celdas oscuras del vacío del alma. Se fijan ¿Hay algo de libertad en el simple hecho de vivir, de respirar? La alegría es fugaz, hija de la felicidad, esencia del ahora, del momento. Los hechos no consumados son la desgracia de la vida porque tendrán que regresar mil veces para agotar las pasiones arrojadas a buscar la felicidad al plano de lo tangible, pues, como advertimos, la desilusión será costumbre y regla. La fantasía expresa mecanismos mentales capaces de frenar procesos autodestructivos en los hombres, pues sin esperanza, el impulso de vivir se agotaría tan rápido que sin motivo, el cosmos colapsaría sin precisar tiempo, sólo quedarían los cuerpos tirados, sin respeto por quienes fueron, sólo destrucción para crear más destrucción a merced de la ilusión del vivir, del sueño que se confunde con vida pero es la mentira con que se engaña al humano para obligarle a vivir en el Samsara en virtud de cumplir la ley del misterio. ¿Existir, para qué? ¿Quién nos obliga a estar en las formas si sólo ello causa tormentos? ¿Acaso la felicidad es la droga administrada para aliviar el trágico sentido del vivir? Los humanos tienen el resabio de inventar en sus mentes bellezas deliciosas capaces de calmar momentos de penumbra. No se niega lo real del pensar, sino la experiencia viva del contenido del pensar en la realidad, pues el contenido no es sensibilizado a través de los sentidos, sino imaginado a razón de que lo que se piensa, ello no activa los sentidos de maneras extremas capaces de saciar los deseos ocultos instaurados en la psique, por tanto, imaginar funge de válvula de escape a la pasión de los deseos truncados por el contexto, ergo, no supone vivir la vida, sino imitar lo que podría ser: Sin la imaginación, las fuerzas vivientes acabarían por pulverizar la fe en la esperanza, trayendo destrucción a los débiles de ánimo, a los enfermos. Se necesita creer. La mente obliga al hombre a pensar parabienes para salvarle del desespero; algunos se aferran al brazo de la ilusión, caen engañados, mueren; otros, caen a los abismos, danzan con los demonios, y surgen rejuvenecidos. Los demonios admiran a los fuertes, desprecian al que temen, adoran al valiente, le respetan, dicen que el miedo nutre su vórtice, les da fuerza, mucha fuerza.

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Los hombres y mujeres valientes no tienen espadas en las espaldas ni revólveres al cinto, son sólo  espíritus entregados a sí mismos que de tanto navegar en el Yo, prescinden de deseos, de pasiones, de vida. La mentira se reviste de mundo ¿Para qué volver a los vivos si viven traicionados por la vida? ¿Qué clase de déspota bota a este mundo a hombres cansados de caminar? Andan por el mundo sin saber quiénes son, ni qué hacer en liberarse del yugo de la traición. Descendientes del vicio, son los esclavos del Demiurgo. El placer les incita a vivir, el sufrir les incita a morir, existir mantiene al que sufre pensativo sobre las causas que arrojan a los hombres a vivir, perecer. Pensar de-construye el deseo, lo secciona por partes, le saca información y entrega el secreto al hombre sapiente. El misterio pasa al secreto, el secreto es mágico, de allí que los antiguos sabios sostenían que la fase superior de la ciencia, es el conocimiento místico. Lo místico devela que las causas son pasiones irascibles voliciones dinámicas, eternamente en movimiento; por tanto, el pensamiento es prospectivo, la imaginación consecuencia de las posibilidades futuras, nutriéndose del deseo, buscando la forma de imprimirle al futuro, el sello de la vida. 

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El déspota lanza cambures melosos al avaro, sigue, lucha, muere. En tanto, piensa en lanzar cuchillas ardientes al sabio, ambos se conocen, el mundo no le sorprende, no hay regalos, no existen recompensas, no espera. ¿Estás preparado en no esperar? Las gentes esperan algo o a alguien. La pasión, el deseo y la imaginación montan el carruaje de la esperanza para nutrir de vida a ese hombrecillo que espera al amor detrás del disfraz de otros. ¡Humano, en las llanuras de la vida, la soledad conduce a la luz a través del terror!, asómate, ven, si agallas  tienes, sumérgete en ti mismo, lidia con la ilusión, el hogar desaparecerá, ya no serás más. ¡Ven, abandona esa cobardía !, aunque abunden los paupérrimos miserables que sólo saben pensar; Úneteles, la fase final de la existencia es reflexionar sobre la esencia fundamental de las cosas y sus consecuencias. No te preocupes, piensa en ti mismo y hazte esclavo de tu propio ser.: Pensar es el castigo.

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