Lágrima en el café negro

La esperaba siempre con ese aroma a café recién hecho por la mañana nublada, ella le sonreía y le daba un sorbo aquél café negro lleno de ilusiones y deseos.

Al contarle tierna y sutilmente su historia él se llevaba a la boca un sorbo de café caliente para escucharla y observarla, no podía dejar de mirar cada gesto que ella expresaba al momento de confiarle la vida triste y feliz que ha tenido, no era fácil contener aquellas lágrimas que esto ocasiona, sin embargo nunca dejaba de verla, logró observar algo que nadie había descubierto en ella, los puntos a su favor, sus pecas.

Ella sonreía con cada ocurrencia que podían tener después de una buena charla. En un momento de silencio ella no contuvo esas lágrimas que rodaban sobre sus mejillas chapeadas y que iban directamente al café negro que a ella tanto le gustaba. La lágrima en el café negro hizo que éste se volviera amargo y lleno de tristezas, sin pensar que él podía cambiar el panorama de aquella sensación.

Tomó su taza y la vacío completamente en el fregadero de la cocina, sin temor a equivocarse, tomó la manija de la taza y lo llenó nuevamente.

Ella se sintió segura al saber que siempre va a existir una alternativa a todo lo malo que éste sucediendo, tomó nuevamente la taza, le dio un sorbo aquel café negro y volvieron a sonreír…