Huelga de este pistón, deseando
No tener que mover el motor
Poder volverse piedra de nuevo
Y fundirse con su amada veta mineral.
Juicio y castigo, para el secuestrador
Que lo arrancó de entre las piedras.
Y lo metió al horno, y lo sacó y lo golpeó
Y lo metió, y lo sacó y lo golpeó, mil vidas.
Y del otro lado, felicitaciones y halagos,
A quienes fabrican la realidad con las manos,
Mientras el murmullo de los sustraídos
Se olvida, apilado en un rincón entre la escoria.
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