Uno sabe de la muerte cuando nos toca ver a quien queremos morir lejanamente. Un padre, un hijo, un hermano o la marea dulce de una madre etc… A uno no lo sabe la muerte cuando uno de los nuestros cercanos a nuestra sombra fallece. Por eso ahora que el recuerdo me invade con su aroma a estrella romota. Me pongo a leer el recuerdo, ese manso libro que es la memoria y me pongo a estar más junto con aquellos que sobreviven al huracán que es la muerte. 

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