Carrusel…

El carrusel viste de colores.

Viste de luces y caballos divertidos que galopan en el imaginario. Subiendo y bajando al ritmo de la música suave que permite entre compás y compás escuchar las risas de niños, ancianos y enamorados.

El carrusel es un círculo.

Vuelta tras vuelta las fantasías crecen, maduran como frutas de aterciopeladas cáscaras y nos atraen como insectos alados

provistos de grandes ojos que multiplican el estallido demencial de la alegría

confusa disfrazada de arco iris.

El carrusel tiene vida.

Las risas, las charlas, la música, el llanto del niño que se ha fastidiado de permanecer

en el mismo sitio… Un zumbido, un lenguaje indescifrable, sus alas chocando entre sí, sus mandíbulas modificadas arrancándose la carne, la vida.

El carrusel quiere subas a él.

Pero yo sólo soy un espectador que mira en grises, sordo, ansioso,

detrás de la barandilla.

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