Caminando, sólo así se conoce el mundo. Hay que sentir los huesos de la tierra. Para saber de  qué color serán nuestras lágrimas para decir adiós. Ayer colgué mi rosario en un cristo de madera. Vengo soñando muertos, tengo  piedritas en el corazón. El aire viene vagando tiene cuerpo de mujer. La soledad se calla como si hubiera un recién nacido  en la cama al amanecer. Camino por calles, me acuesto sobre el pavimento. Quiero vivir aunque esté jodido por dentro. Quiero que mis manos sueñen un cuerpo. Pero donde vaya, para todo, se necesita un milagro. Queremos todo, pero al final quedamos vacios, «nada» me dice la muerte al oído. Soñamos a Dios pero parace todo en vano, caminando sólo así se sabe que se quiere de la vida. Pero en ningún lado podremos decir he llegado a casa. 

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