EL VIEJO PABLO
A Pablo Suárez
“Nada humano me es ajeno”
Terencio
Detrás de esta cortina
de lluvia, los árboles,
golpeados por el incesante
lagrimear de las nubes.
De sur a norte el viento
peina las palmeras, los relámpagos
ahuyentan a los perros, el bramar de los truenos
nos dice que alguien nos vigila desde la distancia.
Y aquí, el viejo Pablo,
sentado sobre sus miserias,
manos destrozadas por el machete,
ojos en un parpadear continuo de neblina.
Y corren los arroyos por la vastedad de
sus labios, y el reír de los renacuajos,
como las huellas de estas sombras;
llaman y preguntan, ¿adónde habita el futuro?
Porque el viejo Pablo
aún en su sueño lo está buscando,
lo está olfateando entre las grutas de los ríos,
entre el trinar melancólico del barrancolí.
Y él, sigue husmeando entre los senderos,
entre las hojas atrofiadas del tiempo,
tal vez pretendiendo ser el fantasma,
que de norte a sur aniquila los sueños.
Fausto Antonio Aybar Ureña.
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