Llevo casi dos horas y media escribiendo y borrando todo lo que hago, por miedo a salpicarte con mis defectos, y es irónico, pues estás demasiado lejos como para darte cuenta que eres parte de las líneas que te escribo.
Y es que dejarte ir es más complicado si no fuese que quiero mi presente a tu lado, y es justamente donde todo se muestra para ser nosotros. Yo no tengo, ni tuve, ni tendré tanta fuerza como tienes tú. Yo no puedo mirar tus fotografías sin tiritar de ganas de sumergirme en cada una de ellas, en esa sonrisa que me mata y me da vida tantas veces.
Yo no puedo describirte sabiendo que en cada detalle estás más y más lejos de encontrarme y acercarte a mí, que me duele el saber que no soy el único al que le escribes, para saber de su día.
Ojalá podamos crear un idioma que solo lo entendiéramos tu y yo, un lenguaje que pueda gritar en medio de la noche cuando me despierte tu recuerdo, me veo en un sueño deslizando cuidadosamente mi mano hasta el otro lado de la cama con la intención de encontrarte y luego morir poco a poco al volver a la realidad y ver que ahí es justamente donde quiero que estés.
Jamás hubiese imaginado que el silencio pudiera llegar hacer tanto ruido en medio de la soledad.
Deberías preguntarme por qué no duermo al caer la noche, por qué no cierro los ojos pasada la madrugada. Pregúntame. Te diré que tengo miedo de soñar contigo, en el día hay demasiado ruido como para poder caer en medio de un pensamiento tuyo, pues te has colado en ese mundo donde tú eres la reina. Y eso es una putada, por qué yo te haría sentir una reina en la vida real.
Pregúntame por qué le temo a mi subconsciente. Te diré que eres tú quien se ha colado y ahora vive en él y te diré que eso duele, no te imaginas cuanto duele, darle la libertad para soñarte y despertarme y ver que lo que acaban de tocar mis manos no es más que una mera ilusión amarga.
No, no duermo de noche por miedo a soñarte. No lo hago por qué se que al abrir los ojos no estarás y necesito que estes.
Este tramo de nuestras vidas está empezando, y no quiero terminarlo, eres la dueña de mis poemas, cada letra lleva tu nombre gravado, cada estrofa escrita lleva tu esencia y cada falta de ortografía lleva una imperfeccion. (Has notado alguna falla ortográfica?)
Aún no sé cómo lo has hecho, pero me has convertido en una marioneta encadenada a tus hilos y has conseguido manipular cada uno de mis movimientos. Te pido que me hagas bailar al son de tus deseos.
Mira al cielo y deme cuántas estrellas ven tus ojos, así quizás sea más fácil. Cuéntalas y dime el número exacto por que desde donde yo estoy solo puedo verte a ti haciéndole sobra a cualquier constelación. Me has robado la ruta a todos los planetas donde solía huir y me has dejado son oxígeno en una atmósfera completamente desconocida. Y aquí estás tú, tan brillante y ausente, sin miedo al qué dirán de la gente, tú qué me mira con ganas de hacer todo, y a la vez nada, tan tierna y dulce. Mi pequeña niña hermosa, tú qué me has robado los deseos y me has dejado el único que es poder besarte, y no sabes cuánto dueles, y ese dolor es el más hermoso de los dolores.
Necesito que creas que siempre estaré ahí, en un rinconcito de tu corazón, palpitando.
Ojalá estuvieras tú aquí ahora, estoy tirado en cualquier lado de tí vida esperando que la casualidad o el destino que un día nos unió nos cruce de nuevo en su camino.
Al menos si se una cosa, mi corazón te cuidará siempre, por favor cuidalo muy bien y arropalo y leele un cuento.
Y dale las buenas noches por mi.
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