¡Quien ama no engaña!

Y hoy llegaste a tocar el timbre de mi puerta, con una hoja en mano y un ramo de rosas en la otra.

Digites que lo sentías y que aun enamorado estabas, que te arrepentías y que querías volver a intentar estar conmigo.

Simplemente te deje hablar hasta terminar, simplemente escuche tus relatos y tus cuentos.

Mientras más hablabas de lo mal que sin mí estabas, en mi mente solo decía… << ¿Qué haces aquí? >>

Hoy tú dices amarme y yo ya olvidarte.

No recuerdo el último beso que nos dimos; simplemente, porque no he querido recordarte.

Me engañaste aquella noche cuando jurabas mal estar y yo preocupada decidí irte a cuidar.

Tú sin darte cuenta de mi presencia en la habitación. Yo con el corazón el dos

Al salir de tu casa, me vistes por el balcón y con una mirada te dije que lo nuestro ya había terminado.

Ahora estás aquí pidiéndome perdón, por el como actuaste cuando decías amarme; no quiero que finjas disculpas que no sientes o querer olvidar el engaño que destrozo mis sentimientos por ti.

Después de terminar de hablar en mi puerta estiraste tus manos dándome la cara y el ramo.

Yo con una sonrisa simplemente te dije: Quien ama no engaña, quien ama no coquetea; pero, quien ama de verdad sabe alejarse cuando más daño ha causado. Y mi puerta cerré para no volverte a ver.

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