Te contaré el motivo de mi renuncia de ser un heredero de la tierra. Creerás que soy un cobarde o un traidor, y te diré, quizás no estás tan lejos de decirme mi verdad. Me reciclé cuantas veces pude en mi vida y solo me recuerdo como un instrumento, recortando mis más secretas emociones y mis pasiones. Terminé sacrificando mis sueños por un poco de orden y disciplina, que realmente no era mi intención, solo era para sobrevivir y tratar de encajar en el sistema. Terminé esperando que el mundo cambiara para mí, pero terminé creyéndome esa mentira. Ahora tengo mi carta de renuncia, y por mucho tiempo que no tomo una buena decisión, ahora solo me espera la libertad. La libertad es eso de lo que realmente hablo, lo repito miles de veces y me está gustando la idea de escaparme de todas las estructuras de los herederos. Me pregunto profundamente ¿Cuántos individuos desean renunciar? Esta pesadez que sentía antes, solo es una nube que se resbala por el cielo.

Coro:

Grave sentencia a los traidores. Enmarcar su rostro y su nombre. Mostrarles a todos como se ven los cobardes y abusivos. Se reveló contra su destino, sepulten su historia, así nadie sabrá de su hazaña.

Caprinio:

—¡Traerme al traidor! No habrá excusa para su fechoría. Se ha revelado contra mí, su dios. Yo soy el creador. Y así como puedo crear también puedo destruir.

Telofonte:

—Su majestad, aunque usted se llene de ira y fuego, no podrá castigar al heredero. Recuerde, a este le pondremos primero en un juicio. Le daremos una oportunidad para comprobar su inocencia.

Caprinio:

—Conque esas son tus intenciones Telofonte, está bien, que primero sea juzgado. Te recuerdo, tu abogarás por él, lo estarás vigilando y defendiendo contra todo lo que ha hecho. Y te recuerdo, amigo, si él es culpable tu pagarás.

Telofonte:

—Que así sea.

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