INVENTARIO DE UN SUJETO.

Era increíble con la crueldad que hacía sentir mal a las personas de forma fría, muy natural como incorporado a su ser. Pero por otra parte, en sus momentos de penuria inspiraba una lástima angelical era imposible no ser comprensivo y tierno con él. El destino lo dotó de dos fornidas piernas capaces de saltar un alambrado (de un metro y medio de alto de un solo brinco), complementadas de un cuerpo menudo entre enclenque y exótico físico de gimnasio frustrado, al comunicarse usaba expresiones vulgares y neologismos inventados por la jerga, hablaba como pensando para sí pero en vos alta. Su hambre lo hacía capaz de comerse una vaca cruda. Nunca mató a un ser humano pero a veces invadido por una nostalgia incursa parecía cargar con ese peso en el corazón, sabía diferenciar el bien del mal y eso lo inhibía preferiría en ciertos momentos de borrachera ser un niño y no hacerse cargo de tan hosca realidad. Cuando lloraba parecía humano…