OBSESSED (Libro I)

OBSESSED (Libro I)

Adaaaah

25/06/2021

Carta de autora

¡Hola a todas, todos y todes! ¿Cómo se encuentran el día de hoy?

Me presento, soy Sofía, pero escribo bajo el usuario de Adaah.

Les quiero dar la bienvenida a OBSESSED, una historia llena de amor… ¿Complicado?, peligrosas seducciones y sobre todo problemas con la obsesión.

Espero que la disfruten, que se rían, se sonrojen o… que simplemente la pasen bien.

Esta novela tiene mucho +18, así que si eres sensible con respecto a temas sexuales, abuso, agresión o bullying te recomiendo ir a otra historia, ya que no sería un momento grato.

¡Eso es todo! Como siempre, son bienvenidas críticas, opiniones constructivas o cualquier aporte amoroso que me quieran dar.

¡Desde ya te estoy amando! 

Con cariño, Adaah. 


Sinopsis: 

Brooklyn James Castilla emprende su primer paso a la «grandeza», ir a la UCL a continuar con el intachable legado familiar como abogados. Su vida está estructurada y perfectamente planeada. No errores, sin fallas, sin distracciones. Lo que no sabía era que su vecino de residencia, el fastidioso Jason Chambers cambiaría su estructura definida por completo. Su relación no sería más que simples mortales- que por desgracia, respiraban el mismo aire-
Aunque con el paso del tiempo, ambos comenzarían a notar que esto no era una simple atracción, ni un simple tira y afloja.
Es más que la lujuria en sus besos, más que un incontrolable impulso de una noche, más que una debilidad… es una obsesión, una muy peligrosa obsesión.

[Yo nací para seguir un plan. Él nació para destruirme]

~Todos los derechos reservados ©
~Novela de mi propiedad sin colaboraciones
~Prohibido el plagio
·Contiene escenas sexuales explícitas

<3 <3 <3 <3


Uno

Habitación 323

– Noventa y cinco, noventa y seis, noventa y siete noventa y ocho, noventa y nueve… – mi despertador con tono de trompetas interrumpió la cuenta – cien.

No tardaron en tocar mi puerta, insistiendo para que me apresure y baje al comedor

–Brookie ¿estás despierta o debo ir a tirarte de los pies?– reconocí la voz, William. Me incorporé de la alfombra y tomé una toalla pequeña del baño para secarme el sudor de la frente <<dios, por qué siempre debo acabar con el rostro de tomate>> – Si no contestas en los próximos segundos te daré una nalgada– rodé los ojos. Fui hasta la puerta y la abrí rápidamente esperando el reclamo por tardar tanto

–Ya te abrí – lo dejé hablando solo y me dirigí hacia el baño nuevamente

–¿Por qué tardaste tanto? ¿por qué estás roja? ¿por qué estabas despierta?

–Wow, wow, wow… Una a la vez o explotaré– mi hermano suspira poniendo sus manos en la cintura. Encendí el agua de la ducha y volví a mi habitación para buscar entre mis maletas la ropa que me pondría

–¿Hacías abdominales? –asentí mientras volvía a cerrar mi maleta–¿Aún no duermes?

–Sí duermo, no te preocupes Wil –Miento. Le doy un codazo en su brazo y ríe

– Ahora tendrás que aceptar el hecho de que esté lejos de ti

–No seas dramático Wil, ahora me tendrás más cerca que antes.

–¿Sabes que iré a visitarte a diario, verdad? – La mayoría de personas piensan que entrando a la universidad y viviendo solos se desligarán de la familia, pero al parecer es todo lo contrario.

–Lo tengo más que claro– con su antebrazo me cogió del cuello llevándome a su pecho con fuerza– sí, la suavidad nunca fue tu fuerte– digo jadeando

–Aunque no lo quieras admitir, me extrañarás

–JÁ! Suéñalo – me apretó con más fuerza – ¡Ay! ¡Sí, okey te extrañaré!

–Eso quería escuchar– me soltó riendo– ya báñate, apestas a ratón muerto

–Y por eso soy hermana tuya – tomé mi ropa y me metí a la bañera

–¿Aún tienes las cortinas de corazón?

–Sí ¿algún problema? —me quité la ropa sin pudor y me metí a bañar. Vivir con hombres que de pequeños jugaban con su miembro las 24h quitó todo tipo de tabú entre nosotros.

–Pensé que ya estabas… grande

– Corazón es lo que te falta a ti, deberías ponerlas en tu baño. Son hermosas– un poco de shampoo entró a mi boca haciendo que me diera una arcada– Ash, mierda.

–Te pasa por hablar mientras te bañas

–Cállate Wil. Sal de aquí

–¡Willi! mamá pregunta…– Philippe irrumpió en el baño– Oh, mi hermanita se hizo mayor ¿En qué momento Brookie?

–Salgan los dos y dejen que me bañe en paz

–Vete Philippe, dile a mamá que voy enseguida

–Jabónate bien el culo hermana– gritó Philippe antes de salir

–¡ANOTADO! Ahora vete – grité – Y tú también Wil.

–Tienes 10 minutos antes de que te corte el agua caliente

–No jodas y ve a ver que quiere mamá

–Mamá dice que si no bajas en cinco segundos te degollará– otro de mis irritables hermanos– asomé la cabeza y noté a William y Philippe de brazos cruzados contra la pared mirando hacia la bañera. Logan entró a hurtadillas y comenzó a susurrar con ellos mientras yo los observaba y ellos me creían invisible

–¿En qué momento pasé a tener a toda la familia dentro de mi baño mientras estoy desnuda tomando una ducha? –los tres me ignoraron y siguieron susurrando entre ellos.

Abrí la cortina de mi ducha y los 3 me observaron con detención. Algunos se decían cosas al oído y Wil no paraba de ver su reloj de muñeca. Con una toalla envolví mi cabello y tomé mi bata de ceda rosa para mi cuerpo. Comencé a lavar mis dientes, mientras todos nos observábamos, los unos a los otros, sumidos en un curioso silencio.

–¿Tienen problemas de testosterona o…?

–¿Se dan cuenta que volveremos a estar todos en el mismo lugar?– dijo Logan

–No te portes mal, Brookie – me señaló Phillipe – No quiero tener que meterme en problemas como en la escuela por algún tarado

–Phillipe, eso nunca acabará. Ya ríndete.– le respondió Logan

–Cállense la boca, Brooklyn no tendrá novio, sólo mírenla– un chorro de espuma cayó por el costado de mi boca y al intentar limpiarlo boté el vaso con agua que tenía detrás. Arrugué las cejas y lo miré mal

–¿Qué? Wil, es sexi no lo vas a evitar. Es chica, algún tarado de esos se fijará en ella. –dijo Phillipe con disgusto.

–Váyanse los dos, qué puto asco– reclamó William incorporándose. Ambos subieron y bajaron los hombros, para luego irse

–Te esperamos abajo Broo…–William azotó la puerta en sus caras y se plantó en frente de mi

–¿Qué, el lobo protector te volvió a controlar?

–Brooklyn…– tomó aire y cerró los ojos– tú concéntrate en estudiar, no agarrar imbéciles ¿estamos?

–Que estudie no significa que no pueda divertirme al mismo tiempo, Wil. – le guiñé un ojo y salí del baño para vestirme – Tranquilo, sé cuidarme sola y si necesito tu ayuda, te la pido ¿vale?

–No necesitarás mi ayuda, porque no te meterás en líos

–Sí capitán

–Hablo enserio Brooklyn James

–Brooklyn James Castilla, señor – le cedí una maleta en la mano con una sonrisa– la primera opción es muy básica. Lleva esto al auto. –chasqueó sus dientes y acató la orden de mala gana.

Me miré al espejo sentada en mi tocador y detallé mi habitación deshecha y ya casi sin cosas. Las estanterías están vacías, el armario con las pocas prendas de ropa que utilizaba ya no están y lo único que queda en mi tocador es la maleta de maquillaje que estoy usando. Recogí mi cabello en una media cola y peiné el resto de cabello negro hacia adelante sobre mi chaqueta de mezclilla. Delineé mis ojos azules con color marrón oscuro, encrespé mis pestañas y apliqué brillo labial rosado en mis labios.

–Brookie, permiso para entrar… – mi padre llamó a la puerta

–Pasa, pá – tomó asiento en mi cama con una enorme sonrisa, como siempre. – Al menos un hombre de esta familia que toque la puerta para entrar.

–Tus hermanos nunca han sido… tímidos – comencé a reír y a guardar todo lo que había sacado – ¿Nerviosa?

–Algo…. Pero creo que mamá lo está más que yo

–Oh sí, eso es seguro– tomó el bolso sobre el tocador y me abrazó con su brazo libre– Creo que ahora me arrepiento de haber convencido a tu mamá de que te fueras

–Estaré bien, no te preocupes. Además, intentaré venir seguido ¿okey? – me sonrió satisfecho con mi respuesta y abre la puerta otra vez para que bajemos.

Todos mis hermanos están en la sala principal acostados en los sofás, mientras mi mamá se pasea en vaivén hablando en su celular

–Los veo allá. – cortó la llamada– ¡Oh, Brookie ya era hora! Necesitamos ir rápido a dejarte, me llamaron de un caso en Costa Rica, debo irme esta noche

–¿Tiene que ver con los Villa? – preguntó mi padre

–¿Sí, también te llamaron?

–Necesitaban a alguien que representara a las familias… ¿Sabías que…– Ambos comenzaron a hablar del caso que tenían yéndose a otra habitación.

–Creo que iremos los cinco– Wil apuntó a mis hermanos que jugaban con sus celulares – Oigan…– insistió– ¡Oigan!

–Malgastos de oxígeno ¿me acompañan?– les grité.

–¡Sí! – contestaron Logan y Phillipe al mismo tiempo. De repente, Joshua <<mi otro hermano>> apareció con el cabello revuelto y en bóxers, saliendo de la sala de cine

–¿Qué hora es?— debajo de sus ojos se lograba detallar enormes ojeras moradas y sus ojos rojos

–Joshua, báñate con agua fría, hay que llevar a Brooklyn a la universidad

– Ah, es hoy. Feliz cumpleaños Brookie – con los ojos cerrados me apuntó y solo reí

–Josh, ve a bañarte, estás perdido hasta en el tiempo.

–Eso ya lo sabía – se dio media vuelta e intentó regresar por donde vino, pero impactó su cara contra la pared – Mierda, ouch

–En el segundo piso, hermanito – fui hasta él y lo guié hasta las escaleras – ¿Qué hacías durmiendo abajo?

–Supongo que dormir en la sala de juegos, no sé ni cómo llegué

–Hay aspirinas en el baño para la resaca –le golpeé la espalda y subió rápidamente

–Mueve las piernas Joshua, no tenemos todo el día –reclamó Wil

–¿No ves que el pobre tiene una resaca horrible? Enciende el auto, ya vamos todos.

–Apresúrate o te dejo aquí – los gemelos seguían jugando en sus teléfonos sin despegar la vista– Y ustedes muevan el culo de ahí– Wil les pateó los pies haciendo que se levanten. Subí en busca de Joshua, quién estaba en el baño secándose el cabello y con la ropa ya puesta

–Un gusto verte con ropa– comencé a reír, mientras él me miró con ojos burlescos

–¿Qué quieres, Brooklyn?

–Uy, perdón señor amargado.

–Es la resaca, no yo

–Ajá – le golpeé el hombro. Me miró con una sonrisa de costado, enseñando un poco sus dientes–Baja rápido

–¿para qué, necesitas que te cargue o algo?

–Ey, acompaña a tu hermana menor a su nueva vida, no seas amargado

–Bien.– desenchufó el secador y sacudió su cabello negro, que seguía un poco mojado, sobre mi cara–Vámonos.

Aunque Joshua no ha sido el hermano más presente en mi vida, lo quiero de igual forma. Él es el segundo mayor de los cinco, William es mayor que él por un año. Luego le siguen por dos años los gemelos; Logan y Philippe. Y <<para rematar>> el final de la línea familiar, soy yo. ¿Por qué a mis padres se les ocurrió tener tantos hijos hombres?

Ambos bajamos por las escaleras hasta el auto. Joshua llevaba una camiseta con tirantes blanca, dejando relucir sus bíceps, unos jeans negros rasgados y lentes de sol negros.

Mis padres subieron a un auto aparte, el cual llevaba mis maletas y nosotros en el jeep de William. Yo siempre era la copiloto, por lo tanto manejaba la música durante el viaje.

En el auto de mi hermano tengo el control total de todo, siempre dejo botellas vacías, mi maquillaje y mis discos dentro. De tanto repetirme que no lo haga, se cansó dejando que haga lo que quiera. Coloqué por trillonésima vez el disco Pablo Honey.

–¿Otra vez Brookie? ¿Por qué no ponemos otra cosa?– reclamó Philippe

–Parece que alguien detesta la buena música– contestó Wil

–¿Quién vota por dejar a Radiohead? –dijo Logan levantando la mano

–Déjenla en paz, que escuche lo que quiera, es su día – William me miró de reojo mientras yo le sonreía.

–Me sé el orden de las canciones, Brookie – reprochó otra vez Phil

–Sí mira, en este preciso momento dirá «I wish i was special»… –espero unos segundos, hasta que la canción lo dice y sacudo la cabeza de arriba hacia abajo marcando el ritmo de la canción– ¡canta conmigo Phil! – comienzo a gritar como loca y levanto los brazos gozándola. La gente de la calle me mira extraño y yo les sonrío mientras sigo bailando

–Extrañaré tanta energía –dijo irónicamente Wil

–Lo sé, soy irremplazable

–Rara es lo que eres – me hago la ofendida y le golpeo el brazo – ¿tengo razón o no?

–Sí– contestaron todos al unísono

–Demasiado – contestó Joshua

–He pasado demasiado tiempo con ustedes.

Condujimos por las calles de Londres, hasta llegar a Bloomsbury. El edificio era enorme, con características antiguas por fuera. Una residencia para estudiantes, a 2 minutos a pie de UCL.

Mis hermanos y yo, nos bajamos del auto y esperamos en la entrada a que mis padres llegaran. Las chicas pasaban y veían a mis hermanos sin ningún disimulo, comprensible a mi parecer, no todos los días se ve a una banda de pelinegros guapos de ojos azules afuera de una residencia. Siendo sincera, también me habría embobado con ellos.

Tampoco mis hermanos ayudan. William sabe que es guapo, no tiene conflicto en mostrarlo y si lo beneficia, mejor aún. Joshua se deja querer, aunque no sé cómo a las chicas les gusta alguien con cara de amargura las 24h del día y un genio de mierda. Logan y Philippe son guapos, tiernos terrones de azúcar, pero increíblemente tontos y torpes. Qué me quejo, soy igual a ellos.

–¡Aquí estamos! – dijo mi mamá haciendo resonar sus tacones al caminar – ¿Aquí es?

– Sí. – le contesté. Ladeó un poco la cabeza y dejó salir un «ñe»

–Muchachos, ayúdenme– les indicó mi padre a mis hermanos. Con mi madre entramos a la residencia para buscar la llave de la habitación y firmar los papeles que necesitábamos.

–Gracias – le dije a la recepcionista al recibir las llaves

– Por aquí, hombres –Indicó ni madre impregnando su vista en la pantalla de su móvil otra vez. Todos mis hermanos comenzaron a desfilar con mis maletas por el pasillo. La recepcionista los veía pasar a cada uno siguiéndolos con los ojos, mientras yo reía por la cara de todos al verlos pasar.

Wil, mis padres y yo subimos hasta el tercer piso por el ascensor, pero mis otros hermanos fueron por las escaleras de servicio. Busqué la habitación número 323 e introduje la llave

–¡LLEGUÉ! –Exclamó Logan cruzando abruptamente por la puerta de las escaleras casi sin aliento

–Me empujaste –contestó Philippe también sin aliento— eso es trampa…

–Parecen viejos –se quejó Joshua esquivándolos. Rodé los ojos y entré a la habitación sin prestarles atención.

Era más pequeña que la de mi casa, pero se veía cómoda. El armario estaba dentro de la pared y tenía un marco blanco que resaltaba las puertas. La cama era de dos plazas y estaba cubierta con un cubre-plumón rosa pálido de flores estilo acuarela. La cocina estaba al final de la habitación junto al baño. Al costado de la cama se encontraba una mesita de noche y un pequeño escritorio. Del lado del armario, había una enorme ventana que iluminaba toda la habitación apuntando hacia la cama. Los muros eran color blanco crema y combinaba con el marco de la cama color grisáceo oscuro. Todos me ayudaron con las cajas y maletas, también a ordenar un poco, porque conociéndome no ordenaría ni en tres años esas maletas.

–Bueno, creo que es hora de irnos– dijo mi madre mirando su teléfono – debo ir al aeropuerto.

–Gracias por ayudarme – le di un beso en la mejilla y ella me abraza con lágrimas en los ojos

–Cualquier cosa que necesites dile a tus hermanos, ellos estarán aquí para ayudarte en todo ¿cierto niños?

–¿Qué? yo no…– habló Joshua, pero Philippe lo calla con un puntapié – Sí, claro.

–Bien. Quiero que me escribas cuando estés en conflicto e infórmame todas las noches ¿OKEY?

–Mamá, no me dictes sentencia a mí – ella bufó y volcó los ojos

–Te quiero Brookie – le sonreí y eso le bastó para marcharse sin que yo la viera llorar. Mi padre se cruzó ante mí y se colocó con la espalda recta mirándome hacia abajo <<a veces me atemoriza que todos me saquen una cabeza, aunque soy más alta que las demás>>

–¿A qué viniste? — preguntó con un tono de voz grave y seco

–A estudiar…

–No. Viniste para seguir nuestro legado, recuerda, todos hemos pasado por esta misma universidad y debes ser la primera abogada de los James.

–Sé que lo haré –mi padre me dibujó una amplia sonrisa y besó mi frente

–¿Sin distracciones?

–Sin distracciones. Lo prometo. – él asiente y se va de la habitación esperando a mis hermanos.

–¡CÍRCULO, CÍRCULO, CÍRCULO!– grita Philippe y se avienta contra mí y Joshua, William y Logan hacen lo mismo.

Círculo es un juego que tenemos de pequeños, cuando todos estamos en un círculo mirándonos unos a otros, alguien empuja a otro al centro y todos comienzan a empujarlo hasta que se caiga al suelo. Siempre yo era la del centro y esta vez no fue la excepción.

Después de acabar en el piso con mi cabello enredado en las chaquetas de mis hermanos, se fueron dejándome en el suelo

–¡DESPÍDASE DE SU HERMANA, ANIMALES!– gritó mi mamá desde afuera

–¡Nos vemos mañana Brookie! – exclamaron todos al unísono.

–Adiós, tarados. –Aunque no lo parezca, extrañaré a esos tontos que me hacen reír desde que despierto.

Pasaron unas horas y pedí comida rápida. Sin pizza o hamburguesas no es vida <<exceptuando a McDonalds, esas no son comida>> o café. El café es el agua que debo tomar cada día si quiero despertar. Pedí un café y una pizza grande. Con suerte me sobrará un pedazo para mañana, porque muero de hambre, no he comido en todo el día.

De repente noté que eran las 8:00 de la noche, debía dormir… o bueno, intentar dormir.

Me alisté para dormir con mi pijama rosa de seda y me arropé.

De repente comencé a escuchar música fuerte en la habitación contínua, no era cualquier tema, ni cualquier banda. Another brick in the wall. Aunque es una de mis canciones favoritas, no me dejará dormir en toda la noche si sigue con ese volumen.

Lo dejé estar, si son las canciones que me gustan todo bien…. Hasta que pasaron… 30 min, una hora, hora y media, dos horas… Literalmente había escuchado todo el álbum de Pink Floyd, Bon Jovi y ahora estaba empezando con Metallica. Heavy metal no por favor, no podré dormir.

Me levanté de mala gana y salí hacia la habitación de mi vecino. Toqué una y otra vez su puerta, pero no contestaba con el extremadamente fuerte volumen que tenía. No había nadie en los pasillos, hasta que una chica salió de la habitación de enfrente con todo el cabello revuelto

–Dile a ese chico que se calle o llamaré a supervisión – dio un portazo dejándome sin responder

<<Já, por qué no lo haces tú>>

Golpeé otra vez y no obtuve respuesta.

–Esto ya colmó mi paciencia– pensé. Con mi pie di un puntapié fuerte a la puerta e hice que la música se detuviera

<<al fin, silencio para mis oídos>>

Un chico abrió la puerta. Era alto (mucho más que mis hermanos, casi igualaba a William) Su cabeza por un poco menos de 10 cm rozaba el marco de la puerta. Rubio, con un corte de cabello hacia arriba. Logré notar lo suave que era su cabello, como si se tratara de cabellos finos hechos por una reina de la belleza. Su mandíbula era definida y aún se notaba más sus definiciones cuando apretaba los molares, molesto por interrumpirlo, al parecer. Sus ojos eran azules, pero un azul intenso y oscuro, completamente mezclado con negro, nunca había visto unos ojos tan intensos e intimidantes, exceptuando los de mi madre. Parecía musculoso por lo apretada que le quedaba la camiseta blanca que llevaba. En sus brazos resaltaban sus bíceps marcados, con unos tatuajes pequeños bajando por debajo de su brazo izquierdo. Sus labios eran delgados y rosa pálido. Su tez rosada y lisa, sin ninguna marca, línea o rastro de barba, exceptuando por un pequeño lunar en su mejilla derecha.

–¿Te perdiste? – me examinó de arriba abajo con sus ojos y encaró una ceja –Ey niña, despierta– su voz era grave y gruesa, intimidante con ese tono de amargura y fuerza

–Sí… No, quise decir… eh…– vamos Brooklyn no puedes ser tan estúpida en este momento – soy tu vecina y ese ruido me molesta

–¿Ruido? ¿Acabas de llamar a Metallica, ruido?

–Bueno… no ruido, pero si es una música muy fuerte. El heavy metal no es para dormir

–Oh, avísame y a la otra te pongo una canción de cuna ¿vale? — note que mascaba chicle mientras hablaba <<que asco>> y no se esforzaba en lo más mínimo por fingir que mi problema le interesaba— Ahora déjame en paz

–No. – intentó cerrar la puerta en mi cara pero la detuve con la mano y volví a enderezarme

–¿No? — comenzó a mascar el chicle con más fuerza y se incorporó con las espalda derecha, haciéndome lucir pequeña. Me hizo retroceder unos pasos y al notar esto pude ver una pequeña sonrisa desafiante en su expresión

–NO.– dije marcando aún más la lengua en mi paladar– No me dejas dormir, así que ponte audífonos o…

–¿O qué niñita chillona, llamarás a supervisión?

–¡No soy una niñita chillona!– <<pero eso sí fue chillón, Brooklyn>> – Y sí, llamaré a supervisión.

–¡Uhhh! Qué susto, me espantas enserio. No, no, me A-T-E-R-R-O-R-I-Z-A-S– dijo en tono burlesco

–Mira, solo te pido bajar el volumen y dejarme dormir ¿okey? Gracias. –me di media vuelta para irme, pero me tomó del brazo

–Quieta, celestina chillona –¿me llamó celestina? – ¿Por qué huyes de mí, no eras muy valiente antes? — sentí que apretó con más fuerza mi brazo e intenté soltarme

–No huyo de ti, sólo no me importa el desperdicio de aire que haces al mover tu boca – sonrió y pasó su lengua por sus dientes inferiores. Apoyó su mano en el marco de la puerta, soltándome y comenzó a balancearse hacia mí

–¿Carrera?

–Derecho. – puse las manos en mi cintura y comencé a practicar la técnica que mi padre me enseñó para no mostrar emociones en los juicios; imagina que es invisible y estás en la presencia de nadie. No es nada para ti, no tiene ningún poder sobre ti.

–Ah ¿enserio? Pensé que era algo cómo literatura o alguna de esas pavadas, no te ves como una abogada

–¿Qué significa eso?

–Que nadie te tomará enserio, te lo digo desde ya. Eres demasiado bonita para una carrera de fuerza, ve a actuación o algo más, aprovecha que estás en tu primer año.

–¿Gracias, por lo de bonita… creo? Pero disculpa, ¿quién te crees? Ni siquiera sabes quién soy ¿Y cómo sabes que es mi primer año?

–Primer semestre de tercer año en derecho. Tengo experiencia y no necesito conocerte para saber que te triturarán mañana. Espera cuando te den el taller de debate, no durarás ni un día chiquita.

–Cómo ya dije, no tengo ganas de escuchar a un desperdicio de oxígeno. Lo diré una vez más, baja esa música, cómprate audífonos, o no sé qué tengas que hacer, pero déjame dormir – me solté de su agarre y molesta fui a mi habitación

–Cómprate tapones de oído, mujer – estrelló la puerta y colocó la música otra vez.

Maldito grosero.

Es muy guapo, pero un amargado de mierda, con un carácter de mierda, y es un… ¡UN HIJO DE PUTA! ¿Qué se cree para decir que no lo lograré? Los James Castilla son una familia de leyes impecable y muy reconocida a nivel internacional, no me quitará eso un «muy bonita para lograrlo»

Que se joda. Es dos años mayor que yo, por suerte no lo veré con frecuencia.

Reconocí la próxima canción que puso, The Unforgiven.

Detesto que coloque canciones que me gustan ¡Con lo que me cuesta dormir ahora, él me dificulta todo más!
Ash. Qué cretino.

#bocadillo

‣✬‣


Dos

La ventana de al lado

–Cien, ciento uno, ciento dos, ciento tres… – las trompetas acabaron mi rutina – ciento cuatro.

Con mi mano sequé el sudor que corría por mi frente y coloqué mis audífonos para escuchar música mientras ordenaba la habitación. Revisé la hora <<5:00 am>> Definitivamente dormí menos de diez minutos.

Ésta vez no fue culpa de mi insomnio, si no de el idiota de mi vecino. Al parecer tampoco duerme, o dejó su playlist sonar toda la noche con heavy metal.

Cómo es costumbre estos días, el mal humor reinaba en mí una vez más. Después de hacer ejercicio al menos una hora, sentía que mi abdomen estaba fatigado– necesito comer – pensé.

Hacer abdominales me relaja, es una rutina que acostumbré a hacer en mis momentos difíciles y ahora se volvió parte de mí.

A esta hora nada está abierto, así que debo matar el tiempo haciendo otra cosa.

Tomé el pedazo de pizza que sobró de anoche y me senté en el escritorio con mi ordenador <<Quizás puedo adelantar algo de clase>> Cuando dije que vendría a la UCL no fue nada al azar, por poco rechazan mi solicitud debido a mi historial. Por esa razón, creo estar más preparada que nunca para arrasar con todos y quedar en el nº1, como es costumbre en los James.

Mensaje de: Wil bebé

William: Supongo que ya despertaste Brookie

Brooklyn: Supones bien.

Arrojé el teléfono a la cama para peinarme en una media cola y cepillar las puntas de mi cabello. Tras unos segundos de haber respondido, mi teléfono y computadora comenzaron a sonar

<<Llamada de William>>

Contesté la llamada a través de mi ordenador, mientras seguía arreglándome el cabello

–¿Para qué te peinas si seguirás igual de fea?
–Mira otra vez, creo que te fijaste en tu cámara – Wil ríe y toma un sorbo de su café –¿Por qué la llamada?

–¿No puedo llamar a mi hermanita menor para ver cómo empezó su primer día?
–No dormí si eso es lo que quieres saber. Y sí, hice abdominales otra vez – soltó una bocanada de aire y rascó su frente en modo de desaprobación

–Brooklyn, ya hablamos de esto. Debes dormir, comer y no forzarte demasiado. No quiero que caigas en lo mismo de antes.

–En primer lugar William, ya no soy la de antes. Zackary no está, me reivindiqué con la familia y todo está saldado. No tengo esos hábitos, hago ejercicio porque es saludable. Tengo insomnio, pero esta vez no pude dormir porque el imbécil que tengo de vecino puso heavy metal a todo volumen durante toda la noche.

–Ash, yo tenía una vecina así…

–¿Qué pasó? ¿La reportaste a supervisión?

—No, le hice la competencia. Ella odiaba la música fuerte y yo estaba harto de sus mantras de espíritus que atraen a los fantasmas de cuatro generaciones pasadas– ambos comenzamos a reír a carcajadas

–Pero, mamá pone esos mantras en casa…

–Lo sé. Me tienen podrido, por suerte ya no vivo en esa casa. Me salvé de que los fantasmas me penen en la noche

–Sí. Es algo… – el sonido de la puerta me interrumpió – espérame. Ya vuelvo – ¿Otro de mis hermanitos preocupados?

Fui a atender la puerta y me encontré con la figura que menos deseaba ver en el planeta, mi vecino.

–¿Te perdiste? – con mi brazo derecho bloqueé la puerta y con el otro tomé mi cintura. En mi interior sentía la ironía al decir las mismas palabras que me habían molestado de él ayer – Tu habitación es la de al lado.

–Lo sé, no soy tú. – me miró de arriba abajo con una mueca burlona – Venía a decirte que tú y tu novio deben ser más discretos. Llevas golpeando la pared dos horas.

–¿Novio? ¿Qué…?– pensé en negar que no había nadie en mi habitación, pero… ¿me estaba espiando?– ¿me estabas espiando?

–No te creas tan importante, haces mucho ruido haciendo lo que sea que haces. Te vine a advertir que no lo hagas más. –chasqueó sus dientes y dio un gran paso hacia el lado yendo a su habitación. Seguramente se refería a cuando comencé a hacer ejercicio. ¿Tiene oído de animal o qué?

–¿A advertir? – salí de la habitación y me crucé de brazos sin dejar de mirarlo – ¿Qué me harás si no lo hago? –relamió sus labios y volteó a mirarme seriamente

–Para empezar, el ruido de anoche lo escucharás al despertar y antes de dormir

–Compraré tapones para los oídos – dije dando un paso hacia él, ubicando mis ojos sobre sus azules y mi cuerpo cerca del de él. No quería tanta cercanía con alguien tan prepotente como él, pero se me hacía refrescante mostrar mi lado tozudo y autoritario, en especial a él. Repasó mi rostro con sus ojos, pero no le importó en lo más mínimo que invadiera su espacio personal, seguía igual que una estatua amargada.

–Sabía que terminarías haciéndome caso, siempre tengo la razón. – entró a su habitación dejándome con las palabras en la boca. Ash, idiota.

Entré a mi habitación pensando en lo cretino que puede llegar a ser ese tipo. Regresé a mi computadora, pero mi hermano ya había colgado. En mi celular noté un mensaje de él, enviado hace unos segundos

Wil: Brookie, tuve que irme. Hablamos luego, no te metas en problemas. 🙂 Feliz primer día.

¿A las 5:30 am ya tiene urgencias? Otra razón por la cual debo disfrutar estos cuatro años al máximo. Cuando salga deberé sacar miles de licencias y trabajar sin parar. Ash.

Desde mi celular coloqué mi playlist y abrí las ventanas de mi cuarto de par en par, para que entraran los primeros rayos de sol a mi cuarto. Se sentía tan liberador tener mi propio espacio, lejos de los gritos de mis padres hacia todo aquel que se le cruzara en el camino y a mis hermanos quejarse siempre que pueden.

A los dieciocho años todos mis hermanos salieron de casa para venir a la universidad, aunque no está tan lejos de mi casa. Mis padres insistían que ellos debían tener su espacio, sobretodo en esta época de nuestras vidas.

Mis hermanos, por supuesto, no respetan para nada esa regla. Siempre que podían iban a la casa y podían pasar semanas sin que se fueran de allí, sobre todo los gemelos. Al yo estar allí les servía de incentivo para ir más seguido. William iba y venía, pero al igual que mis hermanos, habitaba la casa de mis padres por un tiempo y luego se iba.

Ahora, mis padres están solos y los cinco vivimos «relativamente cerca». William vive en un penthouse cerca de «James Agency Inc.» La compañía de los abogados James. La idea de mi padre siempre ha sido dividir la compañía en cinco y que cada hermano la lidere, por ahora sólo William ha terminado la universidad y se ha dedicado a sacar licencias internacionales. Pensar que yo soy la última de la línea me aterra, no voy a mentir. Siento que todas las expectativas están cargadas en este inicio, sería el primer paso para cerrar el plan.

Los nervios comenzaron a venir al ver el reloj… Cada vez se acercaba más la hora para entrar a mi primer día en el campus. Ya perdí un año, no pienso decepcionar a nadie más.

–Apunta al blanco Brooklyn. Pasas como la mejor, te gradúas, te especializas, terminas de reivindicarte con tu padre y listo. Otra James exitosa. No es tan difícil, sigues el plan y todo saldrá bien. – me repetí en voz alta. Comencé a ver el cielo, qué hermosa es la mañana. De repente un extraño olor inundó mis fosas nasales ¿cigarrillo? Saqué la cabeza por la ventana y no vi nada… Qué extraño. Decidí cerrar la ventana, pero pegué un chillido al ver que la punta de un pie trancó la ventana ¡¿Qué mierda?!

–¡AH, DIOS MÍO! ¡QUÉ HACES IDIOTA, CASI ME MATAS DEL SUSTO! –asomé más mi cabeza y logré ver a mi inepto y apestoso vecino fumando un cigarrillo, casi recostado sobre el marco de la ventana.

–¿puedes callarte un poco? Tu voz chillona me exaspera – soltó el humo suavemente hacia arriba mientras hablaba

–¿Qué haces ahí? Te puedes matar si caes… Una caída desde el tercer piso contra el pavimento quebrará tu cráneo y la mayoría de tus huesos. Es muy poco probable que salgas ileso.

–Si hubiera querido información, habría buscado una enciclopedia, no ella habría venido a mí –fumó otra vez y se me quedó mirando fijamente. Rodé los ojos y apoyé la parte baja de mi cintura contra el marco de mi ventana, dejando que viera sólo mi costado. No decía nada, solo observaba.

–¿Qué? ¿ya no tienes burlas para mí? – dejó escapar una pequeña sonrisa disfrazada mientras botaba el humo por su nariz y boca. De repente extendió los brazos y comenzó a tambalearse –¡CUIDADO! ¡ERES KAMIKAZE O QUÉ!– Comenzó a reír con la cabeza baja – me pones nerviosa, no juegues con eso.

–Ya sé, poner nerviosas a las chicas es mi especialidad.

–Ajá Romeo. Quisieras tener encanto – es un pesado, pero de esos que te cagas.

–Lo tengo, sólo que no es para ti. –su seriedad volvió a reinar en su rostro ¿cómo mantenía la compostura tan fácilmente?

–Oh, entonces señor encanto ¿Cuál es tu nombre? ¿O prefieres que te siga llamando señor encanto?

–¿Por qué te diría mi nombre? No te conozco

–Porque por una vez en mi vida podría darle la razón a otra persona. Podrías demostrarme que no eres tan patán como has aparentado ser

–no contradigo verdades, para que sepas.

–¿O sea que eres un patán?

–Sí, llámalo como quieras. –fumó otra vez y comenzó a mirar hacia cualquier otro lugar

–Yo soy Brooklyn James Castilla, mis hermanos…

–A la otra me pasas tu pasaporte también, enserio. –me interrumpió con ironía.

–¿No quieres saber cómo me llamo?

–No. –estrujó el cigarro contra el marco y bajó de la ventana. ¿Qué?

–¿Por qué no? – le grité

–Cómo te lo digo sin que te duela, nena… – volvió a la ventana apoyando sus antebrazos en el marco – Me pareces chillona, insoportable y… patética. – frunció el ceño y volteó a mirarme. Pasaba su lengua por sus dientes y el interior de sus mejillas esperando una respuesta mía.

–Tú eres más insoportable –me alejé de la ventana e intenté cerrarla, pero detuvo la que daba a la suya con la palma de su mano

–Infantil, rara, patética… Ah ya lo dije. Eh, eres molesta la verdad.

–Gracias, me quedó claro. – intenté arrebatarle la ventana, pero no la soltaba – ¡Qué quieres!

–Chillas como la mierda. Tu voz es como un pito atravesado en medio de tu tráquea ¿A tu novio se le quedó atorado ahí o…

–Vete a la mierda. – soltó la ventana en el momento menos inesperado. Yo la forcé demasiado y la estrellé contra el marco, haciendo que los cristales reventaran en mi mano –¡Carajo! – mi mano comenzó a sangrar, tenía unos vidrios metidos entre los dedos… Mierda, mi mano izquierda.

Metí la mano en agua fría para parar la sangre y con la mano derecha intenté marcarle a Philippe o a Logan, ellos viven juntos unos pisos más arriba.

–¿Brookie? Es muy temprano…– contestó Philippe con un bostezo

–Phil, necesito que me ayudes. El cristal de la ventana reventó sobre mi mano y está sangrando muy fuerte.

–¡QUÉ! –sentí cómo pegó un salto – Ay, no. Brookie, sabes que la sangre y yo…

–¡Trae a Logan o aguántate las ganas de vomitar, pero ayúdame!

–En un minuto estamos allá – colgó la llamada.

Intenté analizar mi mano para ver si los vidrios habían cedido con el agua, pero aún estaban incrustados, firmes en mi piel.

Después de unos segundos, Philippe y Logan llegaron exaltados a la habitación

–¡Qué carajos pasó! – gritó Logan

–Ahhh… Logan… Sangre… Rojo… Vomitar –repetía Philippe mientras su rostro se tornaba pálido al ver mi mano en el agua votando sangre.

–¿El vómito no hará que la herida se desinfecte, cierto? –me preguntó Logan seriamente. Estaba mejor sola que con estos dos.

–Fíjate que sí, es una excelente idea

–¿¡Enserio?!– dijo emocionado

–¡NO, CABEZA DE IMBÉCIL! Ayúdame a vendar mi mano para ir a la enfermería del primer piso –Con una toalla envolvió cuidadosamente mi mano y la apretó con fuerza, mientras que Philippe intentaba que sus mareos censaran cerca de la ventana –A veces me avergüenzo de ser su hermana. –salí de la habitación sin hacer tanto alboroto, sentía que la gente ya me observaba demasiado y no sabía el motivo.

–¡Cuidado, enferma pasando! ¡Apártense! –comenzó a gritar Logan por los pasillos – ¡Tiene cinco vidrios incrustados, córranse vagos!

–¡Logan, cierra tu maldita boca! –le golpeé el hombro con mi mano funcional – Perdón, mi hermano está… algo loco – le dije a una chica que lo miraba asustada

–Eh… Deberías cuidar eso – señaló ella. Miré hacia abajo y vi como gotas de sangre traspasaban la toalla. La chica que me observaba quedó atónita. Todos abrieron paso hasta el ascensor <<Dios, trágame tierra>> Mi vecino pasó por mi lado hasta el ascensor y tocó el botón para bajar. Volteó a verme y me ignoró con total indiferencia. Qué cretino ¡mil veces cretino! Al menos pudo ayudarme.

Subió al ascensor y esperó a que las puertas se cerraran, pero Logan las alcanzó y me hizo pasar. Ash.

Las puertas se cerraron y los tres comenzamos a descender al primer piso.

Había una música de ascensor, con un volumen casi inexistente.

–Qué mierda de canción –se quejó él.

–¿Al menos podrías quejarte en silencio, no? –le refuté. Él me miró molesto y arrugó un poco las cejas. Dios ¿la cara de amargado nunca se le va?

–Brookie, calla… –me susurró Logan al oído – ¿Eres Cham…

–Sí –no lo dejó terminar – Logan James

–¿Ustedes se conocen? –¿de qué me perdí?

–Sí. –dijo con tono insípido. Las puertas se abrieron y ambos asintieron despidiéndose.

Logan me llevó a la enfermería, pero no pude evitar preguntarle en el camino.

–¿Desde cuando lo conoces?

–Todos lo conocen Brooklyn – rodó los ojos – Es… un antipático de tercer año. Va conmigo en la mayoría de las clases.

–¿sabías que era mi vecino? –asintió – ¿Por qué no me lo dijiste antes? Me habría ahorrado el desaire de conocerlo.

–Él no cruza palabras con nadie, no le agrada a nadie –al llegar a la enfermería me presentó e hizo que me anotaran como paciente. Se sentó junto a mi la mayoría del tiempo mientras la enfermera me colocaba dos puntos en las heridas. Ardía como el demonio.

–Iré por un formulario que debes rellenar, vuelvo en un segundo. –dijo la enfermera saliendo de la habitación.

–¿Te duele? –preguntó Logan.

–Sí, mucho. –apoyé mi cabeza en su hombro y él hizo lo mismo sobre mi cabeza. –Ah, y sobre la simpatía que vive junto a mí, tranquilo a mi tampoco me agrada. De hecho, tengo muchas ganas de devolverle el favor.

–¿Favor, favor de qué?

–Nada. Solo, seré arisca con él cuando lo sea conmigo– miento.

–Brookie, por favor no te le acerques. Sabes que si sigue molestándote terminaremos todos involucrados y la última vez no terminó bien

–Logan, no lo molestaré mientras él no lo haga conmigo. Tranquilo, ustedes no son justicieros, no deben encargarse de eso.

–Claro que sí, eres el pollito de la casa – rascó mi cabeza con sus nudillos – siempre serás pequeña para nosotros ¿lo sabes, verdad?

–Este pollito ahora es gallina, pero sé que me verán con sus ojos sobre protectores siempre –besó mi frente y siguió acariciándome hasta que la enfermera llegó.

–Bien niñita, debes venir a curación durante esta semana y la próxima. Usarás un vendaje día y noche, excepto al ducharte. No puedes escribir ni forzar esta mano –este es el peor momento para ser zurda –, así que deberás ver cómo puedes arreglártelas para pasar la primera semana de clases. Aquí tienes el formulario. Llénalo con tus datos y podrás irte.

Terminé de llenar el formulario y con mi hermano nos dirigimos a mi habitación nuevamente.

Al llegar encontramos a Philippe barriendo los vidrios rotos repartidos por el suelo e intentando ignorar el hecho de que la mayoría tenía manchas de sangre en la punta, al igual que el piso tenía impregnado un rastro de gotas sangrientas hasta el baño.

–Creo que no deberías ir hoy –dijo Philippe – Llamemos a papá para arreglar cómo vamos a reemplazar el vidrio.

–No. Nosotros iremos a clase, luego veré cómo arreglar este desastre– refuté.

–Pero, Brookie la enfermera dijo…

–Dijo que no podía escribir, no que estuviera ciega y discapacitada. Iré a clases, memorizaré todo, subrayaré con la mano contraria y al llegar aquí dictaré todo con notas de voz.

–Pero…

–Logan, ve a clase. – lo empujé – tú también Phil.

–A papá no le gustará nada…

–Eso es problema mío ni suyo, váyanse llegan tarde. –tomé el bolso que tenía alistado desde hace horas y dejé la habitación. Necesito café, una mano nueva y un contenedor en donde pueda guardar las ganas que tengo de matar a ese idiota.

Qué gran forma de empezar la universidad Brooklyn James Castilla.

Soy una jodida idiota.

‣✬‣


Tres

Recuerdos de mierda

Corrí por las calles de Londres lo más rápido que podía. En mi espalda los libros chocaban entre sí y comencé a rezar porque mi teléfono no se quebrara con tal movimiento brusco.

Al fin… UCL.

Escondí mi mano vendada en el bolsillo de mi chaqueta de mezclilla y caminé como si nada. La hora de clases se acercaba y lo único que aumentaba en mí eran los nervios. ¿De verdad podré recordar todo lo que digan los profesores para luego escribirlo en mi ordenador? Quizás si intentaba escribir con mi mano derecha se haría menos complicado… Ash, qué lío. ¿por qué ese bruto tuvo que soltar la ventana? ¿por qué tuvo que estar ahí en primer lugar?

–Brooklyn, no seas infantil. – pensé.

¡No soy infantil! Él me llamó infantil, patética, chillona… ¡de todo!

Ash, qué tipo.

La primera clase que tendría sería un taller debate. Un taller mixto, en el que estudiantes de muchos años diferentes y con carreras variadas se juntan en una sala de trescientas personas para debatir. William me habló de ellas, dice que son aterradoras.

Fui una de las primeras en llegar al salón. La profesora escribía apresuradamente en su ordenador mientras leía al menos cinco tomos gordos que se ubicaban a su alrededor. Tomé asiento en las últimas filas del salón, nunca me ha gustado estar al frente. El salón era inmenso, parecía un auditorio. Cabían al menos cien personas dentro, con todo el espacio del mundo. Disponía de gradas alargadas, con una escalera que llevaba a la entrada del campus en medio de las filas.

Otras chicas llegaron, charlando entre ellas. Una, la que más hablaba, me observó con detención y se acercó.

–¡Hola! Eres la chica del 323 ¿no? – ¿ya soy conocida?

La chica no sobrepasaba el metro sesenta. Era menuda y con el cabello dorado. Ojos verdosos y tiernos, adornados con largas pestañas maquilladas. Mientras me observaba, noté que estaba nerviosa por su dedo pulgar, que no paraba de acariciar la tela de su suéter rosa.

–Sí, me llamo Brooklyn – intenté sacar mi mano izquierda, pero recordé lo que tenía en ella.

–Sí, lo escuché. Eres la hermanita de Phil – ¿Phil? Yo soy la única que le dice así –Me llamo Lidia.

–Philippe– le corregí – Sí, soy yo

<<Lidia>> Grabé ese nombre en mi mente, podría usarlo contra mi hermano en alguna oportunidad.

–¿Cómo está tu mano? Te ví salir de la habitación y me preocupé –repasé cada momento del accidente. Ventana… Philippe… Logan… Chica… Ascensor… Imbécil… ¿Ella fue con la que me crucé?

–¡Oh! Tú eres la que se cruzó conmigo –mis mejillas comenzaron a arder de la vergüenza – Sí, estoy mejor. Gracias por preguntar –solté una risa nerviosa e intenté guardar la compostura.

–De nada. Philippe me agrada mucho, dime cualquier cosa que necesites. –asentí. Lidia volvió con el resto de las chicas.

De repente, el salón comenzó a llenarse de estudiantes, en su mayoría hombres. Bajaban las escaleras y tomaban asiento en donde les acomodara. Logré detallar a Joshua, junto a su banda de amigos y con… él.

¿No hay ninguna maldita ocasión en la que este tipo no esté presente?

Escondí mi rostro con mi mano y volteé hacia otro lado.

Di un salto cuando Lidia y sus amigas estrellaron los libros contra la mesa a mi lado. Las miré con extrañeza y no dije nada. Todas me rodearon mientras abría mi ordenador con cuidado, intentando no utilizar mi mano dominante.

–¿Te molesta que nos sentemos aquí? –me susurró Lidia al oído.

–No, claro que no. Ya lo hicieron de todas maneras, así que… –cerré la boca cuando sentía que un comentario desagradable iba a salir de mi boca. Ambas guardamos silencio mientras la clase comenzaba.

–Buenos días a todos – comenzó la profesora. – Soy la profesora Walker y los acompañaré en este taller por el resto del semestre – comenzó a pasearse por todo el espacio disponible debajo de las gradas, haciendo resonar sus tacones con el silencio de la sala – Tenemos mucha variedad este año. De primer año, tercero, sexto… Hasta séptimo. Algunas de estas carreras son completamente distintas con el lado humanista, pero aún así espero que les guste mi taller, ya que a mí sí me gusta tenerlos aquí con ganas de aprender a hacer algo que es muy importante en estos tiempos, argumentar. Argumentar con bases sólidas e información verídica. ¿Quién ya ha estado en un taller de debate alguna vez? –esperé a que alguien más levantara la mano, pero no muchos lo hicieron. Joshua rodó los ojos y terminó cediendo, mientras me miraba esperando a que lo hiciera. Levanté la mano. Las chicas me miraron y asintieron en forma de aprobación <<¿Qué más les da a ellas?>>

La profesora subió por las escaleras, analizando cada uno de los rostros de las personas que tenían las manos levantadas.<< Él también la tenía alzada>>

–Nadie te tomará enserio, te lo digo desde ya. Eres demasiado bonita para una carrera de fuerza

–Disculpa, ¿quién te crees? Ni siquiera sabes quién soy ¿Y cómo sabes que es mi primer año?

–Primer semestre de tercer año en derecho. Tengo experiencia y no necesito conocerte para saber que te triturarán mañana. Espera cuando te den el taller de debate, no durarás ni un día chiquita.

Sus palabras resonaban en mi mente <<No tenía ni idea a quién le estaba hablando>>

–¡Tú! ¿Cuál es tu nombre? – la profesora me apuntó con su marcador de pizarra desde la escalera

–Brooklyn… Brooklyn James Castilla –la profesora se cruzó de brazos y asintió sonriendo

–Otra generación de James Castilla –desvía su mirada hacia mi hermano en la última fila del salón– Qué divertido será este semestre. Dime Brooklyn ¿por qué es importante estar en debate para ti?

–Pues hay muchos puntos a favor. Aprendes a respetar los turnos de conversación, a argumentar con bases sólidas y fuentes de información, estructuras puntos de vista… No veo nada malo –levantó las cejas y volvió a asentir.

–¿Hace cuántos años que tomas cursos de debate?

–Desde los once. –subió algunos escalones y me sonrió.

–Tzzz, por favor –escuché a lo lejos una irritable voz masculina que bufaba.

–Señor Chambers, bienvenido otro semestre más. Me alegra tenerlo aquí. – se posó en la fila de mi hermano, dirigiéndose hacia uno de ellos –¿Acaso a usted no le complace verme?

–No, profesora. – contestó él.– Pero si me gusta el taller. – todos comenzaron a reír en silencio y la profesora chocó puños con él.

–Si que estás de vuelta, Chambers. Con el ego alto como siempre.–le indicó que se incorporara de su asiento e hizo que se sitúe en el medio de las escaleras. Él seguía con esa posición arrogante, desafiante y tremendamente irritable. Con su seguridad intacta, dando a conocer que lo que se hablaba a su alrededor le importaba un carajo.– James, arriba. –mi hermano se incorporó, pero ella lo detuvo – La mujer. James, arriba –repitió. Me incorporé de mi asiento y pasé entre mis compañeras hasta la profesora. Me ubicó al lado del imbécil y ella enfrente de nosotros – Bien. Díganme otras cosas que les gustaría del taller. Sin miedo, hablen. –esperé a que «Chambers» se inmutara a decir algo, pero no decía nada. Totalmente desinteresado.– Vamos, los estoy esperando.

–Yo espero del taller que… – hablé con tono bajo.

–¿Cómo? Más fuerte, por favor. – Ash, mierda. Aclaré mi garganta e intenté guardar la compostura, él no podía notar mis nervios.

–Yo espero que este taller nos enseñe a formular argumentos bien hechos

–Ajá, qué más.

–Que nos enseñe… ¿seguridad?

–¿Es una pregunta o es lo que quieres aprender?

–Yo… – vamos Brooklyn, no la cagues ahora. – Es una afirmación.

–Muy bien. –vuelve a sonreír – La verdad, todo lo que dijiste también es mi finalidad ¿no es así, Jason? –se posó en frente de él con las manos en la cintura– Esperaba que el mejor alumno de mi clase diera su opinión.

–¿De verdad la quiere? – salió de su estado desafiante y soltó una bocanada de aire, mirando al cielo–Es aburrido. – quedé atónita. Puede ser un hijo de puta con carácter, pero ¿tanto así? –Su clase es aburrida y si no me gustara tener la razón, no ganaría ningún debate.

–Y a ti qué te entretiene… –dije en voz baja. Sentí cómo chasqueó sus dientes y se acercó hasta mi oído lentamente

–Muchas cosas, nena. Y muy variadas – susurró. Tragué grueso y fijé mi mirada al frente en el pizarrón.

–Quizás a lo que él se refiere es a desafiarnos un poco más

–Sé lo que dije y no fue eso. –contradijo –Debate es aburrido, pero sí es reconfortante ganar una discusión.

–¿Diría que le falta emoción a mi enseñanza, Chambers?

–Mucha.

<<Mira quién habla, la fuente de la felicidad y risas>>

Bufé sin decir nada.

–¿Sigues con el pito atravesado Brooklyn, no te deja respirar o qué?– volteé a mirarlo, conteniendo las ganas de reventarle la cara. Muchos comenzaron a reír incluyendo a la profesora, la cual intentaba ocultar la risa.

–No. Mi garganta está perfectamente. Sólo me parece un poco hipócrita de tu parte decir que le falta emoción a la clase.

–La profesora me pidió mi opinión, esa es.

–Y está perfecta, pero creo que un… cómo decirlo sin que te duela –me giré hacia él con una sonrisa cínica –alguien como tú sepa lo que es la emoción, ya que llevas cara de amargado siempre.

–Vaya James, no sabía que mi mirabas todo el día

–OKEY. El ejercicio de feedback terminó, señores. Pueden sentarse. –tensé mi mandíbula haciendo que mis dientes rechinaran.

<<¿Cómo de un segundo para otro me volteó la tortilla tan rápido? >>

<<Debí quedarme acostada, en mi habitación, lamentándome cómo aún ese imbécil de Jason no terminaba de arruinarme el día>>

Ash, estoy empezando a odiarlo definitivamente.

Volví a mi asiento, maldiciendo para mis adentros.

La clase pasó, pero cada minuto se me hizo una odisea enorme. Al salir de la clase terminé un poco mareada por memorizar cada cosa que decía la profesora y toda la situación terminó dándome jaqueca.

Comencé a pasear por el campus intentando buscar paz en algún rincón.

Primero llegué a la biblioteca; Un buen lugar para esconderse de los demás. No, no es mi estilo. Lo menos que sé hacer es ocultarme de la gente. Luego pasé por la entrada principal; los deportistas practicaban con sus uniformes

<<¿Eso aún pasa?>>

Los uniformes morados con letra de UCL llamaron mi atención <<Me sentía en la escuela otra vez. Aquellos tiempos turbios>>

Me senté en un escalón para observar cómo practicaban piruetas. De repente una imagen vino a mí. William y Joshua entrando con el equipo de fútbol americano. Yo caminaba de la mano por el pasillo con Bratt, mi primer novio. Philippe y Logan se sumaron a la multitud del equipo, alardeando la popularidad de mis hermanos.

Los nervios me invadieron. Solté la mano de Bratt y me alejé unos centímetros de él.

–¿Qué pasa? – intentó tomarla de nuevo

–Nada, tengo la mano sudada– Bratt frunció el ceño, pero lo ignoró. William notó mi presencia a lo lejos

–¡BROOKIE! ¡VEN AQUÍ! –todos voltearon a verme y mis nervios aumentaron aún más. Mis manos temblaban y con fuerza mordí mi labio inferior.

–¿Llegó la hora? –preguntó Bratt, posando su mano sobre mi hombro

–No me pongas más nerviosa de lo que ya estoy –alejé su mano

–Brookie, son sólo tus hermanos

–¿Sólo mis hermanos? – solté una risa nerviosa – No los conoces Bratt

–Porque no me los has presentado –subió y bajó sus hombros con una sonrisa

–¡BROOKLYN, TRAE TU CULO AQUÍ O LO HAGO YO! –exclamó Logan.

<<Qué elegancia >>

–¿Siempre son así contigo? –intuí la extrañeza de Bratt hacia la manera que tenían mis hermanos de dirigirse hacia mí. Paré de caminar y me antepuse a Bratt

–Sí, para ellos soy un chico más. – Bratt dibujó esa sonrisa encantadora de siempre y se acercó un poco para besarme… ¿Estaba pasando? ¿Sería mi primer beso?

Pues… No. En una realidad con hermanos ese tipo de cosas cursis no pasan.

Uno de ellos, probablemente Logan, me tomó de la cintura y me alzó sobre su hombro como un saco.

–¿por qué siempre te tardas tanto Brooklyn?

–¡BÁJAME IDIOTA, TODOS VEN MI TRASERO! –ladó su cabeza y me pegó una nalgada

–Sí, pues… ¡Disfruten la vista, yo me la llevo! –comencé a patalear para que me bajara, pero no obtuve resultados.

–¿Y tú de dónde saliste? – Aparté el cabello de mi cabeza y observé a William con los brazos cruzados en frente de Bratt. <<Listo, se lo cagarán a piñazos>>

Un monumento de 1.90, pelinegro, musculoso, futbolista, cinco años mayor y con un séquito de descerebrados igual de brutos que él. Contra un chico pelirrojo, de 1.70, menudo y frágil, el cual carga dos bolsos de la escuela, tres años menor y con su novia sobre el hombro de su cuarto hermano mayor, la cual tiene puesto su trasero en vitrina.

–Bratt Jones ¿Tú eres Wil James, no?

–William André James Castilla, hermano mayor de esa mona que está allá – con su mano apuntó a mi trasero y yo intenté darle un manotazo, pero Logan giró hacia otro lado impidiéndolo.

–¿Estás bien Brookie?– Bratt invirtió la cabeza intentando hallar mi rostro

–¡Perfectamente! – exclamé. Logan comenzó a agitarme, haciendo que mi cabeza diera vueltas – ¡IMBÉCIL, YA BASTA!

–Disculpa ¿cómo la llamaste? – <<Oh no.>> La seriedad de Wil retomó a su rostro. Desde pequeños él acordó que sería el único que me llamaría así, tal como yo lo llamo Wil. Con el tiempo, mis hermanos adoptaron esa costumbre también, aunque intentan evadirla cuando está William.

–Brookie… ¿Hay algún problema?

–No puedes llamarla Brookie – le dio una sonrisa cínica – Nadie la llama Brookie ¿entendiste?

–Pero…

–A ver… cabeza de zanahoria. Las cosas son claras, no nos jodas ¿está claro?–interfirió Zach. William rodeó a Zach del cuello esperando a que Bratt respondiera

–Eh-eh… ¿okey?

–Perfecto. Lárgate y no te acerques a más de cinco metros de distancia, gracias.

–¡WILLIAM! –exclamé molesta. Con mi pie pateé la zona baja de mi hermano haciendo que me soltara –¡Ya basta! Bratt no te ha hecho nada.

–Asimílalo niño. De lo contrario, mañana llegará una orden de alejamiento directo a tu casa con un pastel de ultimátum. ¿Quedó claro?

–Bratt, no le hagas caso. Es un imbécil.

–Sí, pero un imbécil que rompe caras. Lárgate zanahoria.– Bratt rodó los ojos y tomó su bolso. El mío intentó dármelo, pero Zach se interpuso, arrebatándoselo de las manos.

–Te escribo luego.

–Bratt, espera…– se alejó con la misma sonrisa melosa de siempre y yo maldije el día en que mis odiosos hermanos nacieron —¿Tenían que hacer eso? Bratt si me importa, William.

–Me vale mierda que te importe, estaban demasiado cerca.

–Ah, yo no puedo besar a un chico, que es mi novio por cierto, y tú sí puedes acostarte con Marina – Wil apretó su mandíbula y me miró con ojos fulminantes, enterrándome cinco metros bajo tierra.

–¿tu… qué cosa dijiste?

–Novio, William. Internalízalo.

–Brooklyn James, no puedes tener novio.

–¿por qué no?

–¡Eres una niña pendeja todavía! Tienes once años

–Tengo trece idiota, casi catorce.

–Me vale mierda, no tienes permiso de tener novio. Ni mío, ni de mamá, ni de papá, ni de Joshua, ni de nadie.

–¿Cuando se transformaron en mis padres?

–Brooklyn, no hay discusión. No más Bratt y se acabó.

–¿o si no qué? – me acerqué a él fijando mis ojos en los suyos. Una de las cosas que más amaba era desafiarlo, sus pupilas se encogían y siempre chasqueaba sus dientes sin parpadear. Lograba sacarlo de quicio y eso me encantaba.

–O si no, Bratt continuará sus estudios en una cama de hospital postrado

–Cómo Davis… ¿Lo recuerdas Brookie? –señaló Zach acariciando sus nudillos.

–¿Él puede decirme Brookie sin que te molestes? Increíble –bufé.

–Zach es un tema distinto.

–Por supuesto que es un tema distinto. –rodé los ojos. William suspiró y arregló el cuello de su uniforme

–Bueno, debo ir a clases. Nos vemos en el almuerzo, Brookie.

–No. –intenté arrebatarle mi bolso a Zach, pero no me dejó – Bien, sin bolso entonces.

–Brooklyn…

Salí corriendo hacia la salida de la escuela, escapando de todos.

<<Los quiero, pero odio que sean tan controladores.>>

Me senté sobre una pequeña plataforma que daba vista hacia el patio principal del instituto. Las porristas practicaban saltos, mientras todos las observaban.

En una gran estéreo sonaba música electrónica, la cual guiaba cada patada y movimiento que daban.

–¿Acosas a alguien? – Zach estaba con mi bolso en sus manos, observándome con una sonrisa

–¿Tú me acosas a mí?

–Touché – se sentó a mi lado, aún aferrado a mi bolso

–Por poco vas a estrangular a mi pobre bolso con tus enormes dedos.

–Ah, cierto. – la dejó sobre mis piernas y guardó silencio.

Zach siempre le siguió el juego a mi hermano. Eran mejores amigos desde pre-escolar y prácticamente para mi familia es como un hijo y hermano más. Aunque tiene un aspecto intimidante y territorial al igual que William, su esencia es la de un niño tierno. Tengo muchos lindos recuerdos con él, encuentros de ambas familias en las que tomábamos protagonismo con nuestros actos de magia. Cuando jugábamos a las muñecas porque a ninguno de mis hermanos les gustaba hacerlo.

Zach no era un cretino y tampoco esperé que alguna vez lo fuera.

–Zach ¿por qué actuaste igual de idiota que Wil?

–Brookie, Bratt no es para ti. Tienes un gusto terrible

–Habla el que nunca ha tenido novia

–Sí, porque tengo buen gusto. Y ninguna de aquí es buena opción.

–Ajá. Te apuesto a que en un minuto puedo nombrar a diez chicas que valen la pena.

–Sólo conozco a dos y te aseguro que nunca las adivinarás.

–Pruébame. – me giré hacia él y comencé a hacer muecas juguetonas para que riera.

–Okey ¿Una café más tarde?

–¿Apostamos un café?

–Sí. Oh… Y una pizza XXL viendo el partido de hoy.

–Acepto. –estrechamos nuestras manos y él tomó su teléfono para comenzar con el cronómetro.

–3…2…1 ¡YA!

–Emily Parks

–Iugh… Frío, Frío.

–Eugenia Blanchard

–Es muy buena en otras… cosas, pero para novia no sirve.

–IUGH qué asco.

–Tú preguntaste. –rió mientras veía el marcador.

–Lili Donovan

–Noup.

–Octavia Sepúlveda

–Te estás congelando…

–Irina Castilla

–Já ¿tu mamá para novia?

–Olvídalo. Violet Sandler.

–Te fuiste a Alaska.

–Rebecca Ortiz

–Polo norte…

–Emma Smith

–Tiempo. –la alarma sonó. Zach dibujó una sonrisa pícara, mientras subía y bajaba las cejas –Quiero mi café, la pizza XXL y ver el partido de hoy en tu pantalla de cine.

– ¿Un masaje también?

–No me vendría mal.

–Ni lo sueñes, mis manos no tocarán tus pies.

–Debería acostumbrarme a tus apuestas, siempre salgo ganando

–No apostaré nunca más contigo.

–Eso dijiste la vez pasada… y la anterior a esa… y la que vino antes de esa…

–Cierra la boca.– saqué mi teléfono y comencé a abrir aplicaciones al azar para ignorarlo

–¿Se molestó la princesita?– bufé sin responder. Zach comenzó a provocarme, pero aún así no le presté atención. –¿No quieres saber quienes son?

–¿Me lo dirás?

–Sí. Pero quita esa cara de amargura. –Volví a sonreír y guardé mi teléfono. –¿Te han dicho lo manipuladora que eres?

–Sip.–alcé y bajé las cejas varias veces.

–No tienes remedio. –Zach se levantó y comenzó a girar en círculos en frente de mí –La primera es la señorita Stewart.

–¡¿La directora?! ¡IUGH, ZACH! Tiene al menos cincuenta años

–Sí, sería una sugar mommy. Además, me aprobaría el año sin que yo moviera un dedo.

–Qué asco.

–Es simpática, amable, gentil… Es una linda persona.

–Ajá. –tomé mi bolso y me levanté a girar con él.–¿Cuál es la segunda?

–Es… una chica.

–Zach, dime ya.

–Una chica que comienza con… B

–¿Beyoncé?

–Además de ella.

–¡Oh dios mío! ¡Te gusta Brenda Higgins! La porrista del equipo.

–¿Qué? No. No, eso no…

–Es sexy… Pero me parecía algo cabeza hueca para ti.

–Brookie, ella no…

–Podrías decirle a mi hermano que te haga gancho con ella. ¿Cómo sería el shipeo?

–Brooklyn. –me frenó sosteniendo mis brazos. Con una de sus manos tomó mi barbilla y comenzó a mirarme directamente a los ojos.

Mierda.

Sus ojos verdes se impregnaron en los míos. ¿Por qué no había notado lo bonitos que eran sus ojos?

Comencé a sentirme débil. Sabía qué estaba haciendo, sabía a qué se refería, solo que no quería admitirlo. Hace un tiempo Zach me gustaba. Era de esos amores de niña, los cuales confundes con cariño. Claro, ¿cómo podría gustarme el mejor amigo de mi hermano? Siendo él casi parte de mi familia.

Tragué grueso.

Mis latidos comenzaron a dispararse…

–Me gusta Bratt… Me gusta Bratt… – repetí en mi mente.

Sus ojos se desviaron hacia mis labios, detallándolos con delicadeza. Ladeé mi cabeza hacia el lado y un poco hacia atrás. Por lo alto que era ni en sueños llegaría a su rostro a menos que él se inclinara y yo me pusiera en puntas de pies.

La mano que tenía en mi barbilla la deslizó hacia mi cuello, rodeándolo, hasta llegar a mi nuca. Con sus dedos acarició el nacimiento de mi cabello negro y acercó cada vez sus labios hacia mí.

–Brooklyn, páralo. No está bien– me dije nuevamente.

Relamí mis labios con impaciencia, procurando humectarlos. Cerré mis ojos y esperé a que lo hiciera.

No tenía experiencia para nada, ni siquiera sabía dar un simple beso.

Como lo esperaba, estampó sus labios contra los míos con delicadeza. Poco a poco el beso se intensificó. Nuestras lenguas hacían una sincronía perfecta

<<Ni siquiera sé cómo pasó, ni cómo lo hice.>>

Pegué mi cuerpo contra él, dejándome llevar por el calor que soltaba mi cuerpo. Mi pecho galopaba sin control y yo no podía alejarme. Se sentía muy bien ese deseo con el que me besaba y esa sensación del pulso a mil me gustaba. Una carrera de euforia.

Zach se detuvo haciendo que nuestras frentes se juntaran. Se me acercó al oído y me susurró

–Por eso no tengo novia.

El timbre para entrar a clases sonó haciendo que despertara del recuerdo en el que me sumergí

–¡Brooklyn! –escuché la voz de Philippe acercarse. –¿Qué haces? Tú clase ya va a empezar

–Lo sé… ¿tú cómo sabes eso?

–Tengo tu horario

–Sonaste muy psicópata.

–Lo sé. –tomó asiento a mi lado. – Porristas.

–Sip. Me recuerda a la escuela. –Philippe frunció el ceño y volteó a verme con ojos de angustia.

–¿Estás bien?

–¿Recuerdas a Zach? Zachary White.

–¿Qué con él? –dijo con seriedad.

–Nada. Sólo lo recordé de repente.

–Si te busca otra vez…

–No creo que lo haga, no es tan estúpido. –dije entre risas nerviosas. – Él fue mi primer beso.

–Creo que fue tu primer todo, Brookie.

–Fue mi primera vez, mi primer beso y mi segundo novio.

–¿William sabe que aún piensas en él?

–Si supiera, no estaría viva –bromeé.

– Bueno, creo que lo mejor es borrarlo de tu cabeza. ¿Vamos por un café antes de entrar?

–Debo ir a clase, Phil.

–Tienes filosofía moral, la profesora es una anciana que demora veinte minutos en llegar. Tenemos tiempo.

–Me das miedo, Phil.

–Vámonos, así no perdemos tiempo. –tomó nuestras cosas y comenzó a subir los escalones de dos en dos, llegando rápidamente a la entrada.

Llegamos a la cafetería y todo era muy diferente a las cafeterías que conocía habitualmente. Todo era moderno, limpio y espacioso. Estudiantes escribían en sus laptops sin problema, algunos profesores también estaban allí conversando o trabajando.

Philippe compró dos cafés helados y unas donas.

–Brookie, ve por una mesa. Vuelvo enseguida. –asentí y llevé los cafés. Volteé a ver a mi hermano, quien estaba susurrándole cosas al oído a Lidia. <<Ese Don Juan se las verá conmigo>>

Comencé a buscar una mesa cómoda, en la que pudiera cargar mi teléfono. De repente, mi teléfono comenzó a sonar. Empecé a buscarlo con mi mano izquierda, intentando no hacerle demasiado daño, pero me estrellé contra alguien derramando todo el café helado sobre mí.

–¡Lo siento! No miré por donde iba.

–Patética, torpe, ñoña… ¿Cuál más me regalarás Brooklyn James? –ash, lo que faltaba. Al menos recordaba mi nombre.

–¿Qué haces aquí?

–Tomando café.– dio un sorbo a su café, el cual seguía intacto. – Tienes hielo en el cabello.

–Me di cuenta, gracias. –me esquivó rodeándome y siguió con su camino. –¡Ey, tú! ¿Al menos pudiste ayudarme, no crees?

–¿Yo soy el que no ve por donde camina?

–No, pero…

–Yo no ayudo a nadie, nena.

–¿Ni siquiera con el «incidente» de la ventana?

–No. –dio media vuelta, ignorándome otra vez.

–No pensaba que podías ser tan desagradable como me habían contado, Jason –paró en seco.

–¿Qué dijiste?

–¿Qué? ¿La parte en la que te dije por tu nombre o la que dije que eras desagradable?

–¿Por qué me llamaste por mi nombre?

–¿Hay algún problema?

–Sí, ni siquiera te lo dije.

–Creo que es mejor decirte Jason a que «eso» o «él»

–Prefiero eso.

–¡por qué tienes que ser tan…!

–¿Tan qué?

–Ash. sabes qué, olvídalo. No vale la pena discutir contigo.

–Y tú olvida mi nombre. –se acomodó la chaqueta de cuero negra que llevaba y se alejó rápidamente de la cafetería. ¡ASH, QUISIERA REVENTARLE LA CABEZA!

–Guao… ¿Qué te pasó Brookie?

–¿Tienes una camisa o algo? Necesito cambiarme.

–Sí, creo… Déjame revisar.

Odio este día de mierda.

‣✬‣


Cuatro

«Típica»

El día pasó relativamente rápido. Odio pensar que al llegar a mi habitación tendré que lidiar con vidrios en el suelo, sangre y los gritos exasperantes de mi padre.

Pasé a una cafetería debajo de la residencia; Millicents

<<Creo que será mi escondite sé ahora en adelante>>

Tomé dos tazas de café para poder lidiar con todo y subí a mi habitación.

Maldito número 323.

Escuché desde el ascensor el heavy metal de Jason. Con rabia, caminé hasta su puerta con pasos pesados y acelerados, y golpeé su puerta con todas mis fuerzas.

—¡BAJA EL VOLUMEN! — grité sin ningún resultado.

Me adentré en mi habitación y puse música a todo volumen desde mi laptop. No era lo mismo, parecía un ruidito al lado de él, pero aun así podría molestarlo con la ventana abierta… <<Bueno, ahora permanentemente abierta>>

Comencé a limpiar mi habitación. Llamé a mi padre mientras buscaba restaurantes cerca de aquí en Google maps.

—¡Qué hiciste qué! —gritó mi padre histérico.

—Rompí la ventana del cuarto… Pero la cambiaré, no te preocupes.

—Ve a supervisión y consigue que alguien te ayude. Dile a tus hermanos que cambien el cristal, les transfiero a sus cuentas después.

—Papá, no necesito que me ayuden. Puedo sola, tranquilo. Solamente quería avisarte por si te llega un reclamo.

—Llama a William, luego me cuentas. Debo irme, la jueza me llamará en unos momentos.

—¿Tú y mamá están juntos en un caso?

—Sí, estamos atendiendo el caso de los Villa en Costa Rica. Por favor no te metas en problemas.

—¡Cuántas veces debo repetirles que no lo haré!

—Es una advertencia, no te fíes de nada Brooklyn. La clave es…

—No bajar la guardia y mantener el objetivo en el blanco, ya lo sé papá. —lo interrumpí.

—Así me gusta. —colgó la llamada.

Entre mis contactos busqué el número de la señora que estaba a cargo de supervisión y llevé la bolsa de basura con vidrios al basural.

Al final del pasillo se encontraba el basural, una sala estrecha y oscura. Aseguré la bolsa con periódico viejo y lancé la bolsa.

—¿Siempre dejas la puerta de tu habitación abierta? —una voz femenina me asustó a mis espaldas. —La última vez que lo hice, unos chicos entraron e intentaron robar mi laptop. —bajé la guardia al ver que era Lidia.

—Me asustaste. —salí del pequeño cuarto, esquivándola.

—Lo que te digo es enserio, deberías tener más cuidado con esas cosas.

—No lo pensé, gracias.

Me di vuelta para sonreírle y continuar caminando hacia mi habitación.

—¡Oye Brooklyn! – gritó cuando ya estaba a una distancia considerable de mí —¿te puedo hacer una pregunta?

—Claro. —asintió con la cabeza y se acercó a mí con pasos cortos y rápidos.

Me sorprendió la ternura que siempre cargaba en su rostro. Era la típica chica que le agradaba a todo el mundo, la que tenía un gran grupo de amigas y siempre estaba acostumbrada a que la quisieran. Conocí a muchos como ella, por lo cual sé identificarlos con facilidad.

De repente, mi mente comenzó a mecanizar todo lo que podría decirme; ¿vamos a una fiesta?, ¿seamos amigas?, ¿tienes un vaso de shot?, ¿podrías hacer que tu hermano salga conmigo? La verdad a esta altura nada me sorprende, he escuchado de todo.

—¿por qué no te agrado? —soltó con tranquilidad.

—Nunca he dicho eso.

—Se te nota en la cara, cuando me miras.

—No es que no me agrades.

—¿Entonces? He intentado ser amable contigo, pero me hablas con un tono desagradable.–¿desagradable? ¿En qué minuto fui desagradable?

<<Brooklyn, tú y tus hermanos eran conocidos por tener el peor genio de mierda de toda la escuela, y ahora te sorprendes? >>

—Mira, puede ser que seas amable, pero a leguas puedo ver que solo eres así conmigo por Philippe. Te gusta y no te culpo, pero a mi no me uses de carnada

—¿Qué? A mi no me gusta Phil.

—PHILIPPE. —le remarqué —Es claro que te gusta mi hermano, y como nosotros somos inseparables debes ganarte mi confianza para que Philippe te apruebe.

—¡Ja!, ¿cuántos años tienes, cinco?

–Lidia, he pasado años haciendo esto con todas las chicas que se me han acercado. Todas quieren lo mismo.

—Te equivocas conmigo Brooklyn. Me agradan tus hermanos, pero jamás estaría con ellos.

—¿Por qué no?

–Digamos que los James todo lo vuelven temporal. Yo no soy así. Esperaba que tú tampoco lo fueras, pero tienes el mismo carácter que ellos.

–Sí, lo sé. Somos familia qué esperabas.

–Aún tengo esperanzas de que seas diferente, en cierto modo.

–¿Así que, nada de hermanos?

–No. Prometido. –Extendió su mano contra la mía y la estrechamos. Creo que podría hacer una amiga después de todo.– Y… Para que lo compruebes, te llevaré a una fiesta hoy a la noche. Primero ven a mi habitación y nos arreglamos.

–Sin distracciones Brooklyn James – la voz dura de mi padre me estremeció

– ¿Qué dices? — preguntó de nuevo sacándome de mis pensamientos

–Yo… no creo que sea lo mejor que yo vaya.— respondí con voz nerviosa

–¿por qué? ¡HAY QUE DIVERTIRSE! ¡Estará muy buena la fiesta, te divertirás!

–Es que… Yo…

–Si te preocupan tus hermanos, olvídate de eso. Es en la fraternidad de la universidad Westminster, dudo que tus hermanos estén allí.

–Sí, pero…

–¡vamos! Sin escusas. Te ves como una chica que le gusta ir de fiesta. –me gustaba ir de fiesta, antes

–Sí, pero…

–¡GENIAL! Pasaré a tu cuarto a las siete. Tendremos tiempo de sobra para arreglarnos.

–Tengo que arreglar la ventana de mi cuarto y…

–Oh, claro. Dime si necesitas ayuda. ¡Te veo luego! –antes de que pudiera decir otra palabra salió corriendo de mi lado hasta su cuarto.

<<Es solo una fiesta, qué más da. >>

Le resté importancia al asunto y bajé a supervisión para arreglar el problema de la ventana.

El ascensor llegó rápidamente, pero sin querer choqué contra alguien.

–Ash, fíjate.– segunda vez que me pasa esto y ya mi mano herida está sufriendo las consecuencias

–Ey, háblale mejor a tu hermano mayor.– me giré al escucharlo… William.

–¿Qué haces aquí?

–Papá me llamó diciendo que tuviste un accidente con la ventana ¿por qué no me llamaste?

–Llamé a Logan y Philippe, pero sabes cómo se ponen al ver sangre.

–Par de idiotas. –rodó los ojos y fue hasta la puerta mi habitación – Abre.

–Necesito ir a supervisión primero, ellos reemplazarán el cristal.

–Yo voy, tú quédate aquí y formula una respuesta para los de supervisión, al menos para que no te vas tan tarada.

–Lo tendré en cuenta, hermanito. –dije con sarcasmo.

–Bien. –William se fue rápidamente por las escaleras y yo volví a mi cuarto.

Me quedé en la ventana por un tiempo observando hacia la calle. Como venganza podría darle un susto a Wil, odia las alturas.

Mi laptop había parado de reproducir música y como no tenía nada más que escuchar puse nuevamente el disco de Pablo Honey en Spotify.

La canción «You» empezó a sonar, haciendo que comenzara a bailar con la cabeza lentamente.

Será fácil acostumbrarme a esta imagen. Escucho mi música favorita mientras los autos pasan inundando las calles y yo solo observo.

—Vaya, vaya James. Podría decir que me sorprendes, pero nunca pasará.— esa solo podría ser una frase de mi arrogante y molesto vecino. Jason Chambers.

Ponerle nombre al sujeto me provoca una sensación de satisfacción y sobre todo el tener en cuenta que detesta la idea que yo lo sepa.

—¿por qué no, Jason? – asomé mi cabeza y le sonreí pícaramente. Al escucharlo, apretó su mandíbula y relamió sus dientes de enfrente.

—Porque no eres una persona importante como para que pueda decir que me causas algo.

—¿ni siquiera molestia por llamarte por tu nombre?

—No te creas demasiado James, soy indiferente a ti.

—Repítelo cuantas veces quieras, sabes que es mentira.

—¿por qué te mentiría?

— Todos sienten algo por alguien, solo que nos esforzamos en negarlo.

—Quizás tú, pero a mí déjame fuera. Si no me importa alguien no lo considero vivo y ya.

—Ajá ¿y por eso me hablas cada que puedes?

—Lo hago porque me entretiene sacarte canas verdes de rabia ¿Sabes que eres muy enojona, verdad?

—Já, mira quien lo dice. —ni siquiera sé por qué estoy hablando con él. —Tú me debes una disculpa.

—¿por qué me disculparía contigo?

—Por romperme la mano con un enorme cristal, tal vez…

—Eso lo hizo tu falta de motricidad y la rabia con la que azotaste la ventana.

—¡Tú la trancaste!

—Tú la azotaste —me irrita la clama con la que sus molestosas palabras salen de su boca.

—No se puede discutir contigo.

—No. ¿Por qué crees que estudio derecho?

—Por ayudar a los demás no creo.

—Típico. —suelta una risa burlesca y dirige su mirada hacia otro lado, ignorándome

—¿qué es típico?

—Tú eres típica.

—¿En qué momento esto pasó a ser una conservación para insultarme?

—Si lo tomas como insulto es problema tuyo. ¿Ahora ves lo que te digo? No tienes fuerza, todo te afecta.

—Escúchame bien, Chambers… Jason Chambers —recosté mi abdomen sobre el marco de la ventana para acercarme a su rostro —No me conoces, no tienes idea por todas las cosas que he pasado y no tienes ningún derecho a decirme que no estoy capacitada para estar aquí, porque ¡qué crees! Estaré aquí de todas formas. —hizo el mismo gesto, apoyó su cuerpo en el marco dirigiéndose hacia mí

—Entonces será un año largo para ti, nena.–susurró en mi oído. El sonido de su voz me provocó una chispa de electricidad haciendo que temblara. Tambaleé por un segundo y sentí como perdía el control total del peso de mi cuerpo, yéndome hacia adelante. Por un segundo todo se congeló. Sentí un hormigueo que recorrió mi columna vertebral dejándome helada. Por un momento pensé que me caería por la ventana de cabeza, pero Jason agarró mi hombro con su mano. Solté un chillido de susto y comencé a respirar rápidamente.

Jason estaba sujeto al marco de su ventana y con su otra mano me sostenía. Intenté aferrarme rápidamente a algo. Ese algo fue su brazo. Me miró con seriedad. Sentí su pulso acelerado y que con cada segundo su respiración se iba haciendo más pesada. Con la palma de su mano empujó la parte final de mi clavícula ayudándome a regresar a mi ventana. Tragué grueso. El miedo me había dejado perpleja. Volví a respirar cuando procesé que estaba a salvo.

Aclaró su garganta y volvió a su posición inicial de desinterés. ¿No iba a preguntar si estaba bien? ¿No iba a dejar que le agradeciera?

Pff, qué digo ¿por qué lo haría? Ni siquiera con el accidente de mi mano preguntó si estaba bien.

–No necesito conocerte para saber que eres una hija de papá que no sabe resolver problemas por su cuenta –continuó y yo bufé ofendida –Te aplastarán en las siguientes clases, incluyéndome en ese grupo, por supuesto.

–Te divertirás intentándolo, no lo dudo. Pero acepta de una vez que todo será en vano.

–¿por qué?, ¿qué te hace tan especial?

–Simplemente porque soy yo. Y ser hija de uno de los más grandes abogados y una de las más solicitadas juezas a nivel internacional te da ventajas de conocimiento.

–¿O sea que tu apellido define tu esencia? Por ser una James Castilla eres especial.

–Es una de las razones.

–Eres igual a tus hermanos, exceptuando a Joshua. No es tan egocéntrico como ustedes.

–¿Disculpa? Creo que la palabra egocéntrico te queda pequeña.

–¿Ahora quién insulta a quién?– dibujó una sonrisa sarcástica haciendo que me hirviera la sangre.

–¡BROOKLYN, ABRE! –William interrumpió golpeando la puerta

–Parece que es uno de tu clan familiar – me guiñó un ojos y se apartó de la ventana.– Mándale mis saludos formales a la familia real.

–¡BROOKLYN!– llamó mi hermano a la puerta otra vez.

–¡YA VOY! – le di una mirada asesina a la puerta y cuando volví a ver por la ventana mi desagradable vecino ya había entrado.

–¡BROOKLYN, QUÉ TANTO HACES ALLÁ ADENTRO!

–¡YA VOY, NO SEAS IMBÉCIL! –fui rápidamente hasta la puerta y la abrí de golpe. Una señora baja y gordita estaba junto a él revisando una lista. Llevaba un moño hecho a la perfección y unas enormes gafas que se le resbalaban por el puente de la nariz.

–Buenas tardes, señorita Brooklyn James. Me permite el ingreso a su habitación, por favor.

–Sé gentil Brookie –dijo William entre dientes. –Pase por favor, una disculpa por mi hermana.

–No me sorprende que haya roto algo –dijo la señora en voz baja.

¿Cree que no la escuché? Ella no es muy agradable que digamos.

–Por aquí –le señaló William mirándome con ojos asesinos por la mueca burlesca que le hice a la señora.

–No me voy a perder, gracias. –la mujer tachó algo en la lista que llevaba y continuó caminando.

–¿Sabes que te puede quitar la habitación si quiere, cierto? –susurró William a mi oído

–Sería falta de profesionalismo

–Ahora no. Porque la escusa perfecta sería que destruyes la habitación y si le place también puede ponerte una denuncia.

–ya cállate William.

–EJEM. –carraspeó la señora – Bueno, es un simple vidrio, lo instalarán mañana. Le recomiendo que tape el hueco con una tela para que no la vean, a no ser que eso sea lo que quiere

–¿Disculpe? –mi hermano me dio un puntapié y se interpuso entre ella y yo

–No hay problema, esperamos hasta mañana entonces.

–¿Puede repetirme como pagará esto? –William sacó una chequera de su bolsillo y se lo entregó. La señora asintió y pasó por mi lado, ignorándome.

–Hasta luego. –se despidió sin dejar que le contestáramos. William cerró la puerta y volteó hacia mi queriendo asesinarme y resoplando como un toro

–A NI SIR QUI SEA LI QUI QUIIRI — la imité

–Brooklyn…

–ash, por poco le golpeo la boca.

–ya basta Brooklyn.

–¡ME LLAMÓ ZORRA! Pero con palabras elegantes.

–Brookie no es para tanto.

–Ah ¿o sea que lo soy?

–No, claro que no. Pero no consideres lo que dice una vieja amargada de ti.

–Tú… estoy muy…¡AAH! –grité apretando los puños. William comenzó a reír y yo lo ignoré sentándome en mi escritorio. –No te rías, no es gracioso.

–Pareces un pequeño pitufo cuando te enojas. Además, chillas como ardilla.

–¡YO NO CHILLO! ¿Por qué mierda todos dicen eso?

–Porque lo haces.

–¡QUÉ NO! –me volteé hacia él perdiendo los estribos.

–Vale, vale… Calma. Guarda al dragón interior.

–guirdi al drigin intiriir –dije burlándome, haciendo que se riera aún más.

De repente tocaron la puerta de mi habitación <<Agh, ahora qué>>

–Yo voy. –William se dirigió hacia la puerta y escuché que alguien entró de golpe.

–No me resistí más tiempo, es que estoy demasiado emocionada. Además encontré algo que quedará divino, yo debería ser diseñadora. –Lidia entró a la habitación agitada y buscando algo en su bolso. Me quedé observándola por un momento hasta que se diera cuenta de que dos personas la observaban. –¡AQUÍ ESTÁ!

–Ejem… –carraspeó mi hermano para que se volteara.

–Oh, hola Wil. –¿WIL? ¿ES ENSERIO?– Brooklyn mira, debo enseñarte esto.

–¿Hola…? — dijo mi hermano confundido— ¿Qué le tienes que mostrar?– Lidia sonrió a su celular y dio media vuelta hacia William.

–No es asunto tuyo, sapo. Fuera, fuera…

–¿Perdón? –dijo mi hermano arrugando las cejas. Yo ahogué la risa mordiendo mis labios

–Ya me oíste, fuera… ushcale, uschale…

–No soy un gato…

–Se usa para los perros tarado, ya vete. –fijó su vista en su teléfono y comenzó a echarlo con su mano. Mi hermano abrió los ojos como platos y se retiró chasqueando los dientes. Dio un portazo y yo estallé en risas. –Ash que malhumorado.

–Acabas de llamarlo tarado

–Sí, pero no es para tanto. Ni que fuera el rey león para darle explicaciones.

–Eso es cierto. Ahora me agradas más que antes.

–Te dije que me amarías en algún momento. – solté una risa pequeña y me acomodé en mi escritorio otra vez.– Al menos tienes una ventaja, ya conocías todo el lugar antes de entrar, por tus hermanos. Yo el año pasado parecía un pollo en pelea de perros, pero ahora que soy más extrovertida se me facilitan las cosas.— comenzó a husmear en mi armario, mientras yo tecleaba en mi laptop todo lo que recordaba de hoy.
— ¡Ah! Se me olvidaba algo. Antes de ir a la fiesta, quiero darte una recomendación.

–Si he ido a fiestas, Lidia. Tú tranquila

–Lo sé, pero no a universitarias. Mira, no hagas nada pensando que lo volverás a ver, porque desaparecerá al otro día sin dejar rastro.

–Pienso pasarlo bien, no engancharme con alguno que vea.

–Esa es mi chica. Ahora, a ponerte hermosa.

Lidia parecía una pirinola. Corría de aquí para allá con su ropa, trayendo cosas de su habitación hasta la mía y desparramando sus brochas de maquillaje por todo el piso al menos unas cinco veces.

Me puse unos pantalones negros ajustados de cuerina y una blusa rosa metálica holgada con escote y espalda. Unos zapatos con plataforma y un cinturón de broche grueso. Dejé mi cabello suelto y pinté mis labios con un labial glossy. Lidia utilizó unos pantalones negros y un bralette de encaje negro, con un labial rojo. Recogió su cabello dorado en una cola alta y dejó dos mechones caer por su frente en forma de espiral.

Nos quedamos escuchando música desde mi laptop mientras esperábamos. <<No hay que ser las primeras, ni tampoco las últimas>> Decía Lidia cada vez que le preguntaba.

En estas horas que he estado encerrada con una loca como Lidia me ha agradado bastante. Creo que es la primera vez que tengo una amiga mujer. Las que intentaron serlo, siempre terminaban en decepción antes de considerarlas mis amigas. No me he dado por vencida, aún tengo ese presentimiento de que todo puede irse por el caño en cualquier momento.

–¡LISTO! ¡8:30, PODEMOS IRNOS! — gritó Lidia con emoción.

–Al fin… ya me estaba arrepintiendo.

–No seas aguafiestas –golpeó mi hombro y abrió rápidamente la puerta, casi brincando sobre uno de sus pies –¡Ya vámonos!

–Ya voy… tranquila.

‣✬‣


#bocadillo

Cinco

Advertencia de contenido +18 (se solicita discreción)

The boy at the party

Lidia condujo su auto hasta la fraternidad. Todos celebraban el inicio de un nuevo semestre, o mejor dicho, de una nueva tortura.

Cuando entramos muchos saludaron a Lidia. El grupo de chicas que se me había acercado en el taller de debate también la esperaba con tragos.

–¡Chicas, Brooklyn se nos unió a la diversión! –exclamó abrazándome por el cuello. –¿Está bien si te llamo Brooks o Brookie?

–Son nombres diferentes, pero supongo que sí. –contesté sacado un vaso plástico y sirviéndome un poco de cerveza.

Una chica con el pelo rosa chocó su vaso contra el mío y bebió todo el contenido de una vez.

–¡EMPEZAMOS FUERTE OLIVIA! –exclamó Lidia riendo.

Un chico apareció por detrás de Olivia y la alzó. La subió sobre su hombro y salió corriendo de allí.

Miré confundida a Lidia, pero ella me hizo una seña para que no me preocupara.

–Es Spencer, su novio. Esta es su fraternidad. –comencé a reír <<Qué tierno>> –Bueno, ahora a bailar. –Lidia tomó mi mano y me llevó hasta donde estaba la música a todo volumen. Los parlantes me dejaron sorda, pero me sirvió para soltar el cuerpo y comenzar a bailar.

Algunos se acercaban a bailar con nosotras y otros observaban la calidad de nuestra demencia. En el fondo vi a un chico con sudadera deportiva. Se notaba que era un deportista, tenía una espalda ancha y brazos tonificados. Llevaba una gorra puesta al revés, dejando escapar pequeños rizos castaños. Parecía despistado, como si le pusiera más atención a una mosca que al resto de las personas.

–¡Ve a hablarle! –gritó Lidia en mi oído.

–¿QUÉ?

–¡VE A HABLARLE! –gritó más fuerte.

–¡NO! ¿Cómo crees?

–EL POBRE ESTÁ MÁS ABURRIDO QUE YO EN EXÁMENES, ¡ENTRETENLE LA VIDA UN RATO!

–ESTÁS LOCA

–Pero mis locuras son buenas ideas –touche– ¡VAMOS MARIPOSA, VUELA! –Acomodé mi cabello y apreté mis puños de lo nerviosa que estaba.

–Brooklyn no es para tanto, es solo un chico– me dije a mi misma.

–Sí, pero soy muy pendeja para elegir hombres–contestó mi cerebro.

Sacudí la cabeza e intenté olvidar todo lo que estaba cruzando por mi mente. Llegó mi momento de impulsividad y me acerqué.

El chico estaba tan distraído que ni siquiera captó mi presencia, así que decidí sentarme a su lado sin decir nada. Comencé a sentir el calor de haber bailado tanto tiempo en la pista y comencé a hacer un abanico con mis manos.

–¿Agua? –me ofreció una botella con una sonrisa. Yo me volteé hacia él intentando detallar su rostro entre la oscuridad –está sellada…

–Oh, yo no… –estúpida, tres mil veces estúpida–Gracias. –intenté dibujar una sonrisa que no fuera demasiado fingida y recibí la botella. El chico volvió a sus pensamientos sin dejar esa expresión dulce en su rostro.

–Creo que necesitarás más de una botella después de romper la pista con tu amiga.

–¡JÁ! Lidia prendió más la pista que yo.

–No estés tan segura de eso. Jamás había visto a alguien que agitara tanto el cabello al bailar.

–Parezco una bestia salvaje haciendo eso

–Totalmente. –comencé a reír y él amplió su sonrisa mirándome. Tomé un sorbo de agua y extendí mi mano

–Brooklyn James

–Matthew Fuller –estrechó su mano con la mía y volvió a sonreír. Unos hoyuelos se le marcaron en sus pálidas mejillas, lo cual me hizo sonreír de ternura.– ¿De dónde eres?

–UCL, derecho.– abrió los ojos, sorprendido. –¿Qué?

–No, nada. Solo recuérdame nunca discutir contigo.

–¿Y qué hay de ti, Matthew? –relamí mis labios y encaré una ceja intentando mostrarme coqueta <<soy un asco en esto>>

–Natación, Universidad Westminster –ahora yo abrí los ojos como platos. Comenzó a reír mirando hacia el suelo.

–¿Qué? –dije con una risa nerviosa.

–Nada, es que cuando hiciste eso parecías de esos muñecos con ojos saltones en la máquina de la garra. –Me eché a reír a carcajadas junto a él.

–Es lo mejor que he escuchado en todo el día.

–Mi encanto es único –chasqueó los dientes y guiñó un ojo.

–¡FULLER, VEN A INAUGURAR ESTO! –gritó un chico desde el balcón del tercer piso. Matthew le enseñó el dedo de al medio y todos se echaron a reír.

–A47 –dijo en mi oído.

–¿Qué?

–Esta es mi fraternidad, A47 mi habitación. –se levantó de su asiento y volteó a mirarme nuevamente.–Nos vemos, James.

<<¿Me estaba invitando a follar o…?>>

Relamió sus labios y se fue con una sonrisa pícara en su rostro.

¿Ahora qué? ¿Voy a su habitación?

<<Necesito más alcohol>> Es lo único que pensé.

Fui hasta la mesa y tomé dos shot’s. Luego detallé la escalera con todos golpeando la espalda de Fuller y tomé otro más.

–¡WUUU, AQUÍ ESTÁ LA SSSHEÑORITA BROOKIN!– Lidia llegó hacia mi completamente ebria.

–Lidia, debemos irnos.

–No, está divertido. ¿Pero sabes qué me falta para que sea perfecto? –negué con la cabeza aguantando la risa –Necesito tirarme a alguien. ¡OYE TÚ! –apuntó hacia un chico cualquiera que estaba bebiendo en la mesa. Encaró una ceja y se acercó hacia ella <<tampoco parecía muy sobrio>>

Lidia apoyó ambas manos en sus hombros y lo miró a los ojos. Luego bajó la cabeza hacia su entre pierna y volvió a mirarlo – Me gusta tu pene ¿follamos?

–¡Lidia! Perdónala, está un poco cúcu-cúcu, sabes a qué me refiero –intervine.

–Oye, pero si me gustan todos. Excepto los de ancianito ¿te imaginas uno, Brooklyn? –rasqué mi cabeza nerviosa y el chico comenzó a reír –¿Tú te lo imaginas chico sabroso?

–¡okay! Debes dormir Lidia, un placer tú… Quién seas. –no me di cuenta y el muchacho ya estaba escribiendo su número en el brazo de Lidia con plumón permanente.

–Llámame hermosa.–volvió con sus amigos y yo intenté borrar la inscripción, pero no se quitaba.

–¡ADIÓS PENECITO!

–¡LIDIA, POR FAVOR!

–¿Qué? –volqué los ojos. Intenté darle agua, pero comenzó a vomitar como el exorcista en el lavaplatos de la cocina.

–sácalo todo. –dije conteniendo las ganas de vomitar, dándole unas palmaditas en la espalda.

–Púdrete Brooklyn. –después de un rato se incorporó y alisó su ropa revisando que no la hubiese manchado con vómito. –Me iré al auto, tú quédate aquí un rato hasta que se me pasen un poco los mareos.

–Vamos a la residencia, ya fue suficiente por…

–No me vengas con tus tonterías de abuela. Quédate, coge, no te embriagues porque necesito que conduzcas y luego vamos a casa ¿estamos?

–Pero…

–Aquí yo soy la pata mamá ¿okay?

–Bien. –dije levantando las manos.

–Genial. Te espero a las 5:00.

–¡¿5:00?!

–Sí, llegas antes y te echo a patadas. –me señaló con su dedo índice y se largó.

<<Está ebria, pudo engañarla>>

Me dirigí hacia el salón nuevamente y me armé de valor para subir a la habitación de Matthew.

¿Hace cuánto tiempo que no tengo sexo?

Siento que ha pasado una eternidad, pero al mismo tiempo mi mente está en un conflicto. ¿Sé hacerlo? Nunca recibí una queja, así que supongo que sí…

<<¿Por qué me estoy cuestionando eso? Es solo sexo Brooklyn relájate.>>

Solté una fuerte bocanada de aire y subí las escaleras, esquivando a chicos ebrios y a parejas a punto de irse a una habitación. <<A47>> Resonaba en mi mente para que no lo olvidara.

Al final del segundo piso se encontraban las habitaciones con letras. Inspeccioné cada una y todas iban subiendo cada vez más su numerología. –Estoy cerca– pensé. Casi como si esta fuese una persecución para encontrar a un delincuente.

A47. Allí estaba.

Retrocedí un poco para intentar calmar mis nervios, los cuales ya se apoderaban de mis manos con un temblor incontrolable.

<<Tú puedes Brookie, él no es Zach. Ni siquiera lo verás de nuevo después de esto>>

Un montón de risas comenzaron a sonar desde el fondo del pasillo. Era un grupo de chicos que parecían lo suficientemente alcoholizados como para tambalearse cada dos pasos que daban. Me apoyé contra la pared esperando a que se fueran, pero en vez de eso comenzaron a gritarme.

–¿Quién es ella? –apuntó uno de los chicos arrastrando las palabras.

–No sé, pero si quiere nos acompaña ¿¡MUÑECA, VIENES CON NOSOTROS!?–agh, idiotas. No respondí y miré hacia otro lugar.

–¡VAMOS, NO SEAS AGUAFIESTAS! –todos reían sin control y yo comencé a hartarme. Me incorporé para irme y todos ellos celebraron con ansias, creyendo que me dirigía a ellos. –¡ESO! ¡SACAMOS PEZ GORDO!–les enseñé mi dedo de al medio con una sonrisa sarcástica y siguieron riendo.

–¿Brooklyn? –uno de ellos pronunció mi nombre. La voz parecía conocida, aunque seguramente estaría igual de ebrio que los demás. Apartó a todos los hombres de su camino y fue hasta mí con paso acelerado… ¿Joshua?– ¿Qué haces aquí?

–Paseando ¿tú que haces aquí?

–No me cambies el tema. Sabía que seguirías en lo mismo.

–Qué ¿Por lo que pasó no puedo salir nunca más? Mejor dile a tus elegantes amigos que regulen las copas.

–¡OYE JAMES! ¿ES ALGUNA AMIGA CON VENTAJA?

–Cierra la boca Dylan. –volteó hacia él, enojado.

–UHH, Tranquilo hermano no te quitaremos el polvo.

–Soy su hermana, imbéciles –todos guardaron silencio sorprendidos, pero luego comenzaron a reír otra vez cuando uno de ellos se desmayó.

–Brooklyn, vete de aquí.

–¿Y si no qué? ¿Le dirás a William?

–James no seas abuelo con mini James, que venga y aprenda que es divertirse –dijo uno de ellos. Joshua relamió sus dientes y miró al cielo con frustración. Jaló de mi brazo y me llevó a una esquina.

–Brooklyn, me importa un carajo lo que hagas, enserio. Pero no quiero más problemas con nuestros padres o William, no soy tu cómplice ni tampoco te ayudaré ¿okay?

–Guao, hermano del año.

–¿Alguna vez tú has hecho algo por mí? –guardé silencio. Era cierto, nunca había defendido a Joshua en nada y tampoco lo conocía lo suficiente como para saber en qué estaba metido. –¿Ves? No te acerques a ellos, en especial a O’Brien. Lo único que hará es cogerte hasta el tuétano.

–¡JAMES, QUÉ TANTO HACES AHÍ! –el famoso «O’Brien» llamaba a Joshua, sin parar de observarme mordiéndose el labio. Ash, qué asco.

–Se te cayeron los ojos O’Brien, estoy arriba. –le indiqué con una sonrisa cínica, haciendo que todos rieran, menos él.

–¿Vienes o no James? Ya nos vamos.

–No, yo me voy. ¿Alguien se queda? –¿Se iba a quedar por mí o porque le desagrado tanto que le arruiné la fiesta?

–Yo. –dijo alguien al final de todos.

–Son unos niñitas. –O’Brien y el resto del grupo se retiraron, dejando al descubierto a un chico rubio con chaqueta de cuero. Jason estaba apoyado sobre su costado contra la pared, tenía los brazos cruzados mientras nos observaba a ambos con un cara seria.

–¿Podrías llevar a Brooklyn?

–NO.– dijimos los dos al tiempo.
<<Ni siquiera lo soporto estando en la habitación contraria.>>
–Tengo a alguien que me lleve.–aunque está totalmente ebria durmiendo en el estacionamiento.

–Chambers, ayúdame.

–No soy ningún puto niñero.

–50 dólares. –¿Es una broma?

–200.

–100.

–Bien, trato hecho.

–Gracias.

–¡QUÉ HIJO DE PUTA! –con mi tacón pisé su pie haciendo que Joshua se retorciera por completo.–¡TÚ…! ERES UN… AAAAH! –comencé a caminar lo más rápido que pude hasta Jason. Lo miré fijamente con ganas de partirle la cabeza. Intenté pisarlo como a mi hermano, pero se adelantó y retrocedió un paso largo hacia atrás.

–Muy lenta, pitufina.

–¡NO ME DIGAS PITUFINA! ¡VÁYANSE A LA MIERDA LOS DOS! –fui hasta la escalera, pero Jason se interpuso en mi camino. –Muévete.

–No.

–¿Por qué no?

–No quiero.

–¿Y yo tengo que soportar todas tus idioteces?

–Sí. –Dijo con tranquilidad guardando sus manos en los bolsillos frontales de su pantalón.

–¿Y si no quiero hacerlo? –me acerqué más hacia él, pero no le importó. ¿Cómo podía controlarse tan bien?

–Ahora como veo el panorama, no puedes hacer mucho. –apreté mis dientes con rabia. No me iba a quedar cerca de ese imbécil desagradable y tampoco creo que le importara mi presencia. Retrocedí lentamente y comencé a caminar hacia la habitación de Matthew.

–¿A dónde vas?

–A buscar algo, que no te importa.

–No vas a llegar a ninguna parte si vas hacia allá.

–¿Y tú eres un experto en todo, no?

Llegué hasta la habitación A34 y abrí la puerta. En el cuarto, dos chicas estaban desnudas sobre la cama. Di un chillido del susto y cerré la puerta lo más rápido que pude e intenté huir. Habitación equivocada.

¡Entonces cuál era el maldito número!

A35, A36, A37… Todas ocupadas y en ninguna había rastro de un castaño deportista sexy.

Pasé por en frente de Jason, el cual estaba apoyado contra la baranda de la escalera esperando a que llegara.

–Te dije que…

–Era hacia allá. –comencé a correr y a abrir puertas al azar. A40, A49, A50, A43, A55… ¡A57, ESTA DEBE SER!

Abrí la puerta con esperanza, aunque todo se aplastó cuando vi que solo era una habitación extra. Mierda.

–¿Ahora dejarás de ser necia, pitufina? –me volteé hacia él, rendida.

–Deja de llamarme así. No soy de baja estatura.

–Para mí si, te sobre paso por al menos dos cabezas. Y digamos que tu personalidad sumisa te hace ver aún más pequeña.

–JA ¿Yo sumisa? –bufé

–Eres sumisa a tus hermanos, a tu familia, a todos. Ni siquiera has tenido novio.

–Para tu información si he tenido novio. Pero gracias por insultarme una vez más.

–Fue todo un placer. –negué con la cabeza y me acerqué a la ventana, dándole la espalda. Qué gilipollas. No necesitaba que me llevara a casa y tampoco quería su compañía. –¿Y, por qué eres así? –preguntó dando unos pasos al frente.

–¿Así cómo?

–Tan patética.

–Dímelo tú. –volteé hacia él. No me había percatado de su cercanía. Retrocedí unos pasos, impactando con el borde de la ventana. –¿por qué crees que soy patética y débil?

–Porque se nota en tu rostro.

–Entonces yo podría decir que eres un hijo de puta fácilmente ¿y eso significaría que lo eres?

–See… –respondió sin importancia– Pero a mí no me afecta. A ti, en cambio, te hace querer llorar de rabia. Eso es lo que te vuelve débil.

–¿Sabes por qué me vale una mierda lo que estás diciendo? –chasqueó los dientes y negó con la cabeza

–Ilústrame.

–Porque no me conoces y si tuvieras idea de al menos el 1% de lo que soy, no te atreverías a decirlo.

–Sé lo suficiente Brooklyn James, para decirte que no cambiarás en lo más mínimo.

–¿Ah, no? –acerqué mi cuerpo hacia el de él.

–No. –estiró su cuello y dio dos pasos hacia adelante acorralándome nuevamente, ahora si que me sentía pequeña a su lado. Su cabeza sobrepasaba en gran tamaño la mía, haciendo que tuviera que encorvarse para acercarse a mí.

–Muévete y déjame salir, no necesito que me lleves. –Intenté esquivarlo, pero enganchó sus dos manos en la barandilla de la ventana, impidiéndolo. Estiró su espalda y bajó la vista observando cada centímetro de mí. Luego acercó su rostro hacia el mío, haciendo que detallara sus ojos azules. Su color era oscuro, imponente y desafiante. Cada parte de sus facciones duras y delineadas combinaba a la perfección con su actitud de mierda. Con cada segundo que pasaba iba acercando más su boca hacia mí, sus ojos cada vez estaban más cerca haciendo que mi respiración se acelerara. Tragué grueso al tener a tal espectro tan cerca de mí. –Muévete y… –dije con voz temblorosa.

–Quieta celestina… –con su otra mano, pálida y fría, tomó mi mentón permitiendo detallar sus ojos y el extraño movimiento de sus pupilas. Se expandían y luego se cerraban. El negro se apoderaba de sus ojos y luego se retraía dejando su azul a la vista. –¿Por qué huyes?, ¿miedo?

–Miedo de qué– bufé nerviosa.

–De hacer algo que no quieres.

–Qué ¿Agarrarte de la camisa y empujarte por la ventana? Créeme que quiero hacerlo.

–No quieres eso.

–Entonces qué quiero según tú, Jason –apretó sus molares y dibujó una sonrisa ladeada dejando a la vista sus hoyuelos. Bajó la vista hacia mi boca y volvió lentamente hacia mis ojos, congelándome. <<Dios eso si que fue sexy>> Eché mi espalda hacia atrás, pero impacté contra el vidrio. Estaba atrapada. Intenté controlar mi pulso y mi forma de respirar, pero todo empeoró cuando comenzó a acercarse hacia mi cuello.–¿Q-Qué haces? –susurré cerca de su boca. Mis labios tiritaban y ya no me quedaba saliva para tragar. Retrocedió un poco con su cabeza. Subió su mano y la apoyó al costado de mi cabeza mirándome pasivamente. –Jason…

–Brooklyn… –sentía cómo movía sus dedos ligeramente sobre la pared, tirando de pequeños cabellos enganchados accidentalmente entre sus dedos.

El hormigueo en mi estómago estaba por vencerme y mi pecho galopaba sin control. Acercó más su brazo haciendo que su bíceps tatuado rozara ligeramente mi mejilla. Posicionó su mano en mi cintura y me llevó hacia él con fuerza. Deslizó su mano desde mi cadera, hacia mi abdomen, subiendo por el medio de mi pecho hasta la clavícula, delineando suavemente cada parte del hueso que sobresalía de mi piel.

–Jason. –detuve su mano agarrándola con firmeza –Eres amigo de Joshua…

–¿y?

–estoy a dos insultos de odiarte por completo…

–¿Y?

–Estoy un poco borracha… Estamos un poco borrachos…

–¿Y?

–¡Deja de decir Y para todo!

–¿Qué más quieres que diga? La cosa es simple; follamos o no. Si vas a ser igual de patética que todas las que se enredan emocionalmente…

–No, no. Lo menos que quiero es una pareja.

–¿Entonces, cuál es el problema?

–¡Eres un imbécil!

–¡Y TÚ ERES PATÉTICA!

–¡PERO TÚ ERES INSOPORTABLE!

–¿Me vas a decir que tú eres muy agradable?

–No, pero…

–¿PERO? –negó con la cabeza y chasqueó los dientes. –Sabes qué, ya…

–Espera. –aferré mi agarre hacia su mano, haciendo que se quedara.–¿Solo esta vez?

–¿Qué?

–Solo será esta vez y no andarás de sapo con mis hermanos ¿de acuerdo?

–Sí, bien… cómo sea.– dijo sin importancia.

–Y …

–¿Y…? –tragué grueso otra vez. Ash, a la mierda.

–Y… –me quedé porque iba a tener sexo con Matthew, aunque hacerlo con el rubio no sería lo peor del mundo. –Nada. –solté su mano y le estampé un beso en la boca. Entrelacé mis dedos con su cabello, jalándolo ligeramente.

Jason llevó su mano a mi trasero, apretándolo como si su vida dependiera de ello. Me calentaba aún más el movimiento de sus manos, la forma en que apretaba con fuerza cada centímetro de mi cuerpo que lo excitaba. Quité su chaqueta de cuero y camiseta con agilidad y rapidez. Jason desabrochó mis pantalones de cuero y los bajó con impaciencia.

Quité mis zapatos y tiré mi cabello hacia atrás. Volvió a empujarme contra la pared besando, chupando y mordiendo suavemente mi cuello mientras desabrochaba su pantalón. Me elevó y rodeé su cintura con mis piernas desnudas, conectando piel con piel.

Tomó asiento en la cama y yo me incorporé para acomodarme. Al ver mis bragas negras sonrió pícaramente y con su dedo índice bordeó la costura y los detalles de encaje.

–Sigues siendo patética. –dijo entre besos aunque casi no lo dejaba hablar.

–Cállate. –tomé su cuello con mis manos y me senté sobre su entrepierna. Corrí todo mi cabello hacia un lado y estiré los brazos sobre su hombros para estar más cómoda.

Comencé a hacer círculos con mis caderas rozando mi sexo con su miembro.

Sus manos retornaron la posición que me gustaba, apretando mi piel con deseo y furor.

Podía sentir como su miembro cada vez estaba más duro e intentaba romper la tela de sus bóxers.

Introdujo su mano por debajo de mi blusa holgada, jalando de los tirantes. El roce de sus pectorales contra mi busto casi sin protección me provocaba una chispa que podía sentir debajo de mi estómago, erizándome la piel y mis pezones.
Quité la blusa quedando completamente al descubierto.

–Mierda… –dijo Jason respirando agitadamente. Observó mi busto con detención.

–¿qué?

–Nada. –Con sus manos tomó mis caderas y me volteó, dejándome debajo de él.

Repartió besos por mi cuello, descendiendo por mi clavícula, hasta llegar a mis pechos. Chupaba, lamía, mordía con ligereza y ritmo. Mis caderas se elevan por inercia y chocan con su miembro ya descubierto.

<<Mierda ¿esa cosa me va a caber?>>

–¿No eres virgen, cierto? –preguntó deteniendo todo.

–No, hace mucho que no. ¿Por qué?

–Porque pareciera que no hubieras visto un pene en tu vida.–<<no uno tan grande>>

–No es eso… tú sigue.– cerró los ojos y rio.

–Eres tan…

–Sí lo sé. Patética, ñoña, como quieras. No me interesa.

Mis bragas le estorbaban y las quitó con fuerza. Me enseñó dos de sus dedos y bajó hasta mi clítoris.

Mierda.

¿Cómo hace esa mierda tan bien?

Mi sexo parecía su juguete personal, lo movía de aquí para allá, haciendo círculos espectaculares, presionando en el centro, apurando el ritmo.

Carajo.

Comencé a jadear descontroladamente. Mi pulso se aceleró y mi pecho subía y bajaba sin control al sentir un orgasmo explosivo aproximarse.

–¿Te gusta?

–Mucho…– demasiado. Tapé mi boca con mi ante brazo, pero lo quitó poniéndolo detrás de mi cabeza

–No lo calles, quiero escucharte gemir…– primero solté gemidos cortos hasta que mi humedad sobrepasó mis límites conocidos y se hicieron más intensos y prolongados. Apresuró el ritmo un poco más y no paró de hacer ese movimiento exquisito en ningún momento.

Al venir el orgasmo dio la primera embestida. Abrí las piernas lo más que puede y Jason se apoderó de mis caderas. Lanzó estocadas certeras, duras y rápidas. Gruñendo y jadeando a mi oído. Elevé mi pelvis para que diera más y me llevara a las nubes una vez más. Hundí mis uñas en su espalda sudorosa cada vez que me hacía gemir su nombre repleto de placer.

Sentí su derrame venir, y no puedo negar que eso me excitó aún más. La calidez de su jugo invadiendo mi canal era simplemente maravillosa.

¿Qué mierda estoy haciendo y por qué se siente tan bien?

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