Christian Eriksen, mediocampista del Inter de Milan y seleccionado de su país, Dinamarca, probablemente sea el único jugador de fútbol que pueda decir que murió y renació en una cancha. Y lo hizo, cual Lázaro del deporte, no sólo frente a la mirada atónita de sus compañeros de equipo, de sus rivales finlandeses y de los miles de asistentes al Estadio, sino además a vista y paciencia de millones de espectadores, a lo largo y ancho del mundo, que en ese momento veían el partido por la Eurocopa 2021.
Marc Vivien-Foé en cambio, futbolista de Camerún, había corrido una suerte muy distinta 18 años antes. Mientras su selección disputaba la semifinal de la Copa FIFA Confederaciones 2003, contra Colombia, cayó repentinamente desplomado al piso. Sus imágenes inconsciente sobre el césped, con su mirada blanca y extraviada, mientras respiraba apenas, dieron la vuelta al orbe. Los esfuerzos desesperados de los médicos, fueron infructuosos para Vivien-Foé, quien terminó falleciendo una hora más tarde. Su muerte sin embargo, no fue en vano. A partir de su caso, la Sacrosanta FIFA tomó cartas en el asunto y estableció un protocolo de actuación en caso de paro cardio respiratorio en cancha.
Afortunadamente para él, fue ese mismo protocolo el que se le aplicó a Eriksen de manera rápida y rigurosa, lo que terminó en definitiva, devolviéndolo a la vida.
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