(Primera parte)

Siempre me han gustado los anillos, la forma en la que mis dedos se ven mucho más delgados, la sensación de seguridad que me invade junto a la idea de que el poder y la elegancia radica bajo mis nudillos.

Musito dos palabras, familiares para cualquiera, cualquiera que desee escucharme. Sin dilaciones, permanezco quieta junto a la ventana empuñando el lápiz que parece posar con delicadeza, apoyándose en la hoja todavía blanca. Mi mente dispersa, calla, pues la existencia se reduce al momento y la calma me llena.

Es hora de comenzar una nueva historia.

(Segunda parte)

Hace un par de noches salí de casa con una vieja sudadera gris y un pantalón desgastado, por supuesto, mis tenis no se veían mejor que el resto de mi conjunto, o que mi rostro. Con el maquillaje corrido y la sangre que escurría por las suaves puntas de mi cabello no podía esperar a ver el rostro de mis amigos cuando me vieran llegar al velorio de Dany, el siempre divertido y estúpido Dany.

La adrenalina que persistentemente recorría mi cuerpo hasta lo que parecía haber traspasado mi espíritu, no hizo más que agitarme y remorder mi conciencia, porque lo que había hecho, lo que comenzó siendo como una provocación, había terminado como el inicio de la tragedia más grande que pudo sucederle a mi familia, a mis compañeros, y a mí.

Delirante, me dejé caer en el emblanquecido y aterciopelado sillón de la entrada mientras me terminaba una copa medio vacía que alguien por casualidad había dejado ahí.

—Ana, por Dios, ¿qué traes puesto? — Preguntó mi horrorizada madre, quien lucía un chirriante vestido amarillo, como si no hubiera sido suficiente tolerar sus nuevos pechos saltándome en el rostro.

Alcé la mirada al techo un instante, pero mi atención me fue rápidamente atada a la fotografía de mi viejo amigo.

Los invitados, tan confundidos como asombrados, barrieron mis gestos, quizás incluso sus padres me vieron, pero ¿cómo saberlo?, jamás se atrevieron a saludarme.

—Oh, ¿esto?, es de Dany, creí que le gustaría verme con su ropa puesta —

(Tercera parte)

Mi risa, calla. El íntimo público que admira mi escena es doblegado ante una creciente espiral con una fortaleza de lo más frágil. El precio de la felicidad que sembré a costa de otros ha sido irrevocablemente masacrado por la condena de aquellos a los que juré aceptar, sin embargo, no he hecho más que negarme la verdad.

—¿Quieres repetirlo ahora o después de tu llamada? — Pregunta una mujer de largo cabello teñido de rojo y traje oscuro.

Permanecí en silencio jugando con el anillo más grande que tenía en mi mano izquierda, era justo en ese dedo en el que Dany prometió colocar el más importante de los que poseería en mi colección cuando llegara el momento.

—Tenemos la declaración de casi cincuenta personas que aseguran haberte visto usar la ropa de Daniel… —añadió su compañero, quien permanecía pasivo con los dedos entrelazados sobre la mesa de interrogación.

—Ya les dije que es Dany, el que esté muerto no significa que tengan el derecho de hablarle como quieran —

—Claro, pero es conveniente para ti el respeto que finges tenerle aun sabiendo lo que hiciste, por favor, Shelley, no somos como tus padres —

El silencio reina un instante hasta que aprieto la quijada y la contemplo llena de rabia.

—¿Por qué no se deja de insinuaciones y me dice lo que piensa de mis padres?, o mejor aún, de mi madre —

La inspectora me mira con desdén mientras hace un esfuerzo por mantener la compostura, no es de extrañar que le tenga resentimiento luego de enterarse de que su esposo le fue infiel con ella.

—Dany y yo fuimos a una fiesta hace dos semanas —dije, e hice una pausa para tragar saliva, sabía que mi historia era larga —Las cosas iban bien, llegamos justo cuando la comida estaba servida y los tragos corrían en boca de todos, la música retumbaba en nuestros oídos y todavía nadie había vomitado en la piscina.

(Cuarta parte)

—¡Hola! —Dice Ned acercándose a nosotros con botella en mano y una amplia sonrisa en el rostro —Todos estamos en el jardín apostando prendas, a Helly solo le quedan los pantalones.

Dejé salir una breve sonrisa recordando la escandalosa escena, sabía que extrañaría esos momentos.

—Vaya Shelley, te ves preciosa — Dijo al tomar mi mano y acercarla a sus labios, y por supuesto no olía a otra cosa más que a hierba.

—Ahórrate tus halagos Ned, vine por el alcohol, no para complacer ese par de ojos rojos que se atreven a dirigirse a mí —Respondí al retirar mi mano y negarme a mirarlo.

La mujer del interrogatorio se acercó a la mesa y con un gesto de fastidio me regresó a la realidad.

—Señorita Shelley, ¿por qué esto es relevante? — Me preguntó el oficial, quien hasta ese momento había permanecido frente a mí con un evidente desinterés.

—¿Quieren saber lo que sucedió o no? —

Luego de intercambiar miradas con ambos tomé aire y continué.

—Dany me llevó fuera y nos reunimos con sus amigos, toda la noche se la pasó presumiéndome. Entiendo que fuera toda una novedad para esos chicos estar con una universitaria de último año, pero eso no justifica que de verdad creyeran que podrían complacerme de algún modo —

—¿Y por qué fue? —Me interrumpió la mujer.

—Sabía que era importante para él —

—Ay por favor —

—¡Otro comentario de esos y me largo! —Les advertí al ponerme de pie lo más rápido y dignamente que me fue posible, pues las esposas no me permitieron levantarme más de lo que lo hice.

—No, no puede irse —Dijo él con un flojo ademán que quizás en su imaginación planeaba ser suficiente para tranquilizarme.

—Le recuerdo, oficial, que no es buena idea provocar a una mujer joven, hermosa, inteligente y enojada que no tiene nada que perder. Si de verdad creyeran que lo hice deberían estar temblando de miedo ahora mismo y dejarían de perder mi maldito tiempo —Apretando los puños bajé ligeramente la mirada mientras hice un esfuerzo por mirarlos a través de mi rebelde cabello castaño—Ahora, si quieren mi declaración espero que cierren la boca y me dejen terminar.

(Quinta parte)

—¿Cómo te sientes? —

—De no estar aquí me sentiría mejor —Le reclamé deseando cruzar los brazos, pero no lo hice, no me perdonaría marcar un solo pliegue en mi ropa nueva—Dany te invité a una de mis fiestas, sabes lo diferente que es una de tus reuniones a una fiesta con mis amigos, esto no se parece en nada. En primera, hay una piscina que no podemos usar porque los padres de tu amiguito no le dieron permiso, en segunda, todo el alcohol que hay aquí es de la misma marca barata de la que siempre nos burlamos, y en tercera tus amigas no han dejado de criticarme mientras que los chicos no paran de mirarme y tu no has movido un dedo para detenerlos.

—Shelley, vamos… —Dijo con un tono de voz suave al darse cuenta de que el par de chicos que había a un lado nuestro nos miraba.

—No, Danny, estoy harta —

Sin hacer ruido, una mano me tocó el hombro, era Ned.

—¿Qué, a Shelley no le gusta? —Preguntó tambaleándose mientras se mordía el labio inferior y me miraba.

—No es que no me guste, creo que es…aburrida —

—Dejaría de serlo si bebieras —Interrumpió Helly, quien recargó su cabeza en él en un inútil esfuerzo por darme celos.

—Esto es absurdo —Dije al abrirme paso entre ellos con una evidente y quizás exagerada mueca de fastidio. Me dirigí a la mesa y metí todas las pelotas sin esfuerzo a cada vaso que había, siempre me fue fácil ganar en los juegos de las fiestas, quizás así les quedaría claro que no era una aficionada.

—¿Lo ven?, estos “juegos” son pan comido —

—Juega verdad o reto conmigo…pero sin verdad —Propuso una voz masculina, una que no pude reconocer. Un chico de largo cabello castaño, de tapizados brazos negros por nada más que tatuajes y piel pálida se acercó con seguridad mezclada con una evidente intención de llevarme a la cama, cosa que, en realidad, no me molestó—

—Espero que valga la pena —Añadí al cruzar los brazos, por un momento, me olvidé de mi ropa. Aunque claro, ese fue el menor de mis problemas esa noche.

—Seguro que sí —

El chico, quien figuraba tener más o menos mi edad, subió a la mesa de billar y luciendo sus anillos anunció:

—Escúchenme idiotas, habrá un juego solo para valientes, los cobardes… —Dijo, y sacó un taser —Terminarán electrificados, con una pequeña marca, para que me recuerden.

(Sexta parte)

—Las damas primero —Dijo el chico tras haber guardado el arma en su bolsillo, para acto seguido, sacar un cigarrillo, dispuesto a fumar con prisa.

—Helly, te reto a que tú misma te des una descarga —Dije con una leve sonrisa en el rostro.

—¿Hablas en serio? —Preguntó incrédula, su gesto fruncido la habría escandalizado de haberse visto en el espejo.

—Es eso o que alguien más te lo de —Respondí apoyando una mano en la cintura.

Tras arrebatarle el taser al chico, tomó aire y lo acercó a la cadera, donde esperaba que no fueran a notarlo sus padres. Fue rápido, si, tanto que ni siquiera estoy segura de haberlo disfrutado.

—¿Eso es todo? —pregunté, como si no fuera nada.

—Bien, Shelley, te reto a que… —dijo ella.

—No te desquites, nena, vamos por orden —La interrumpió el chico.

—Entonces tú lo harás por ella, te reto a que te tires desde el techo a la piscina —dijo Helly, conteniendo su coraje, pero siempre dispuesta a redireccionarlo cuando hacía falta.

Emocionados, nos dirigimos a las escaleras y entre risas vimos como se quitó la ropa, si les soy sincera esperaba algo mucho más simple que lo que vi cuando quedó en ropa interior.

Sin detenerse a meditarlo subió por la barandilla, y balanceándose para ponernos nerviosos finalmente cayó. Un par de espectadores gritaron y otros contuvieron la respiración pues por un par de centímetros no golpeó su cabeza contra el pavimento.

No importaba si había sido suerte o un milagro, a todos nos quedó claro que tenía coraje y eso sin duda nos gustó a todos.

Una vez que terminó de secarse logré quedarme unos instantes a solas con él, lo admito, mi corazón no dejaba de latir, aún si era por la adrenalina eso no quitó la sensación que se formó en mi estómago cuando se acercó para entregarme la húmeda toalla que recientemente había usado para secar su pecho.

—¿De dónde la sacaste? —pregunté refiriéndome al arma.

—No la robé si es lo que piensas —

—No lo pensé —

No estaba segura de si había sido una pregunta imprudente, ni de cuando volvería a tener la oportunidad de intercambiar unas palabras con él como lo hice, solo esperaba que fuera a ocurrir pronto.

Nuevamente reunidos en un círculo, como si se tratara de un nivel mucho más macabro del juego, nos miramos esperando a que alguien impusiera el siguiente reto.

—Tony… te reto a jugar con cuchillos conmigo —dijo Dany, siempre trataba de impresionarme con estupideces.

—Es simple, tú tienes un cuchillo y yo tengo el mío, hay tres niveles de velocidad, lento, medio y rápido, lo único que debes hacer es no cortarte, si lo logras pasaremos al segundo nivel —

Después del típico “en sus marcas, listos fuera”, como si se tratara de una carrera, aunque claramente no lo era, comenzaron. En repetidas ocasiones ambos estuvieron bastante cerca de herirse, pero nada más.

—Felicidades, y bienvenido al segundo nivel —dijo Dany pavoneándose, aunque no creí que tuviera razones para hacerlo.

Al retomar nuevamente el juego ambos comenzaron a sudar, no habían designado un tiempo real, no se nos ocurrió en ese momento.

—¡Maldición! —gritó Dany, se había hecho un hueco considerablemente grande, en un costado de la mano izquierda, la sangre se esparció rápidamente e incluso logró llegar al piso dejando un par de gotas sobre la alfombra.

—Creo que ya nos divertimos suficiente —dijo Helly, no pude evitar reírme, claro que le di algo a Dany, pero igual me pareció estúpido su reto, no era hábil con las manos.

—No, no lo creo — dijo Ned, y sacó de una de las estanterías cercanas—Shelley te reto a terminarte la botella.

—Le va a dar un coma etílico —dijo Dany mientras se cubría la herida conteniendo las lágrimas.

—Dije que la reto a beberse toda la botella —

—No sean idiotas —intervino Helly, no esperaba que se metiera.

—Este es un juego libre de cobardes, dijiste que jugarías y ahora jugarás —dijo Ned, no necesitaba repetirlo, no iba a quejarme.

Tuve que hacer un par de pausas para continuar, de hecho, luego de terminarme la botella vomité un poco en la piscina, sí, yo fui la idiota que vomitó, en mi defensa el baño estaba fuera de la casa, ¿quién diablos fue el que la diseñó así?

—Haz que valga la pena el último —dijo el chico…ahora que lo pienso nunca me dijo su nombre, creo que nadie de la fiesta.

—Lo haré —respondí, no sé qué estaba pensando, de hecho, creo que no estaba pensando—Te reto a secuestrar a alguien de esta fiesta.

(Séptima parte)

—Y bien, ¿quién será la víctima? —pregunté cruzando los brazos, no pude evitar esbozar una amplia sonrisa mientras intentaba adivinar quienes serían nuestras opciones.

—Hablas de fingirlo, ¿no?, como un juego de rol — dijo Helly, qué estúpida.

—No, habla en serio —dijo Dany, estaba temblando, no culpo, de haber tenido ese maldito agujero en la mano yo misma habría gritado.

—Deberíamos llevar a Dany al hospital —sugirió Ned.

Nos miramos entre nosotros unos momentos, ya habíamos llamado suficiente la atención, si queríamos seguir con el juego debíamos hacerlo en otra parte.

—Bien, hagamos una pausa —dijo el chico de los tatuajes, de hecho, creo que debería ponerle un nombre a estas alturas, pongámosle… “Nick”, y por supuesto, fue Nick quien condujo.

—Creí que iríamos al hospital —comentó Ned luego de ver que habíamos pasado el hospital más cercano.

—Si hacemos eso preguntarán que pasó —respondí con un evidente tono de fastidio. Miré de reojo a Dany, no quería lucir preocupada por él así que simplemente le di un vistazo a la herida, no se veía tan mal.

—Abre la puerta, quiero bajar —dijo Helley, parecía mareada, sin embargo, Nick comenzó a acelerar y rápidamente accionó el seguro de las puertas, el resto de nosotros no hizo más que sujetarse con fuerza —hablo en serio imbécil, abre la puerta.

—Chicos, creo que ya tenemos a la víctima —dijo Nick con una ligera sonrisa en los labios mientras me mirada por el retrovisor. Dany se dio cuenta.

Luego de habernos detenido en el puente de la salida de Thellow´s, atamos a Helley con una vieja corbata que Nick tenía en la cajuela, admito que me habría gustado estar ahí para ver como la sujetaban, pero tuve que ir a la farmacia para comprarle un par de gasas a Dany.

—Oye la estas poniendo muy cerca —dijo Dany, refiriéndose a lo cerca que estaba Helley del puente, incluso Ned parecía nervioso de verla así. Acto seguido Ned se levantó del suelo y caminó hacia ellos, yo estaba a un par de metros atrás de ellos.

—No la voy a tirar, relájate —contestó mientras la levantaba, para finalmente, dejarla sentada junto al barandal mientras ella lloraba y se retorcía.

—Suéltala, hablo en serio —objetó Dany, Nick y él comenzaron a forcejear, Ned intentó ponerse en medio de ambos, pero terminó soltando a Helley, les juro que corrí lo más rápido que pude…Dany la atrajo hacia él y Ned la tomó del brazo, pero con el impulso Dany perdió el equilibrio.

—No finjas, Shelley, ni siquiera te gustaba —dijo Nick cuando me llevé ambas manos a la boca para evitar gritar, todavía no estoy segura de si me costó más creer lo que dijo que lo que había sucedido.

—¿Qué diablos pasa contigo? —preguntó Ned con voz temblorosa luego de retroceder.

—¿Cuál es tu nombre? —le pregunté yo. Solo hasta ese momento pude ver el panorama, ya no tenía la excusa del alcohol o de la marihuana de la fiesta, el efecto había pasado. Si recapitulaba todo era algo como “un extraño se coló a la fiesta, un extraño que llevaba un arma y nos incitó a jugar nada más que retos extremos, nos habíamos subido a su auto, no sabíamos de donde era o que hacía ahí en primer lugar.

—Perdiste tu oportunidad de preguntármelo—respondió bajando la mirada, como si estuviera pensando en su próximo movimiento —¿qué?, ¿alguno quiere testificar contra mí?, ¿es eso? —

Nadie respondió, no hasta que lo vimos sacar el taser de nuevo y apuntarnos con él.

—Suban al auto —

(Octava parte)

“Un grupo ecologista reportó esta mañana haber encontrado el cuerpo de un joven que ya fue identificado como Daniel Robles. La investigación plantea que pudo haber sido homicidio, según testigos…”

—Shelley, olvidé las llaves de la camioneta de tu padre en el gimnasio, ve por ellas por favor —dijo mi madre, e inmediatamente apagué el televisor, ¿cómo es que no la había escuchado con esos enormes tacones plateados?

—¿Pasa algo? —me preguntó llevándose una mano al pecho.

—No —respondí, y me puse de pie con la intención de salir, al menos me había dado una buena excusa.

—¿Segura?, normalmente no me escuchas, ni, aunque te ruegue —

—De todas maneras, iba a salir —agregué sin voltear a verla, habría sido mucho más obvio que evitarla, porque evitarla era rutina.

—Bueno, entonces ve a hacer las compras también, dejé la lista sobre la mesa —añadió mientras se pintaba los labios dándome la espalda para verse frente al espejo.

Con el pensamiento inundado de ideas, no hice otra cosa más que responder a la llamada de Ned, quien desde que salí de la casa no había dejado de llamarme.

—¿Dónde estás? —me preguntó él.

—Diles que voy en camino —dije, y me detuve en un semáforo luego de colgar, recuerdo el cumulo grisáceas de nubes y pensar en —¡Maldita sea! Soy una estúpida.

Con cada leve parada que hice me maldije repetidamente, como si eso de alguna forma me hiciste menos estúpida.

—Por fin —dijo Helly apenas me vio llegar. La ubicación marcaba un lugar baldío…a las afuera de la ciudad.

—¿Qué vamos a hacer? —preguntó Ned, llevándose una mano a la nuca. Todos se veían nerviosos.

—Que pregunta tan estúpida, no vamos a hacer nada —respondió Helley con un evidente tono de fastidio—esto es tu culpa, tú nos dijiste que lo hiciéramos —

—Todos aceptamos —respondí cruzando los brazos, eso siempre me hacía sentir mejor.

—¿Alguien tiene el número del idiota que nos llevó en su auto? —preguntó Ned.

—Seguramente se coló a la fiesta —dije encogiéndome de hombros.

—¿Por qué lo dices? —me preguntó Helley acercándose, como si con ello pudiera amenazarme.

—No parecía encajar, parecía más grande —

—¿Entonces…que hacemos aquí? —preguntó Ned.

(Novena parte)

—Bueno, creo que eso es todo, tenemos lo que necesitamos —dijo el inspector, dispuesto a levantarse.

—¿Le parece yo que terminé? —pregunté inclinándome hacia al frente—cuando nos dieron fecha y hora para el funeral de Dany ninguno estaba seguro de ir, hasta que el universitario nos contactó. Todos recibimos su mensaje.

—¿Qué diablos es este basurero? —preguntó Helley luego de subirse el ridículo cierre en forma de estrella de su chaqueta.

—Nuestro punto de reunión —respondió una voz familiar…era Nick.

—¿Por qué estamos aquí? —preguntó Ned, mientras que yo me limité a seguirlo con la mirada.

—Porque yo los llamé, y dejen de hacer preguntas estúpidas —

Los presentes miramos hacia abajo casi al mismo tiempo, Nick llevaba un viejo saco marrón aparentemente lleno.

—¿Qué es eso? —le pregunté.

—La ropa de Dany —dijo, y comenzó a arrojárnosla, yo me quedé con el cinturón y la sudadera.

—¿De dónde la sacaste? —pregunté angustiada, todos sabíamos lo que significaba, de alguna forma había tenido acceso a la morgue, muy a pesar de que luego de ser exhibido como un posible asesinato tuvo la oportunidad de obtenerlas.

—Eso no importa —Nick hizo una breve pausa y me miró, llevándose las manos a los bolsillos—es mi obsequio para ustedes.

—¿Qué? —preguntaron Ned y Helley al unísono.

—No me quedaré con todo esto, tiene restos de la marihuana de Ned, un par de cabellos de Helley, una mancha de maquillaje de Shelley…ya saben, cosas que podrían interesarle a la policía, pero nada que me incrimine a mí, así que les hice un favor al traerles esto. Los niños tienen que crecer y hacerse responsables, ¿no? —

—¿Por qué nos ayudas? —pregunté desde mi lugar, aunque en el fondo quería acercarme para entrelazar mis anillos en su largo cabello negro.

—Creo que tú sabes por qué, Shelley —

(FIN)

—Cuando regresé a casa me di cuenta de que mi madre dejó una nota en el refrigerador, dijo que saldría de compras con mi padre para tener algo nuevo que ponerse en el funeral de Dany, y me pidió que los alcanzara allá —hice una pausa recogiendo mis manos en dirección a mis pechos—yo bebí…demasiado.

—¿Fue por eso que te pusiste su sudadera? —preguntó la mujer.

—En ese momento me pareció una buena idea, no sabía que habría policías —

—Bueno, parece que terminaste lo que comenzaste —

—No, no lo creo —respondí, conteniendo mi sonrisa.

—¿De qué estás hablando? —

—¿En serio creen que sería tan estúpida como para llevar la sudadera de Dany al funeral? —

—La traes puesta —respondió el inspector.

—Es una réplica —

—Ay por favor, ¿por qué te molestarías en hacer algo tan absurdo? —preguntó ella apoyándose sobre la mesa, no había quitado los ojos de encima ni un minuto.

—Porque quería estar aquí —el ensordecedor silencio no hizo más que replantearme que tanto tardarían en comprender lo que sucedía—¿No van a preguntar por qué?

—Jefa, tenemos noticias —un joven de entre 23 y 27 años entró de repente a la habitación sin siquiera tomarse la molestia de tocar, a juzgar por el sudor en su frente y el tembloroso tono de su voz supuse que era él quien les traería la noticia.

La esquelética mujer abandonó la habitación unos instantes, pero la conversación al otro lado de la puerta fue clara.

—Todas las declaraciones son diferentes —declaró el chico, la imagen de ella con desorbitados ojos y boquiabierta me hizo apretar los labios…realmente quería reírme, de hecho, el oficial frente a mi pudo notarlo.

—¿De qué estás hablando? —preguntó ella.

—Los invitados de la fiesta dicen cosas distintas, cambian la descripción física del chico, lo que llevaba puesto, la relación con sus padres y amigos, incluso las fotografías que tienen en casa de sus padres son diferentes —

—Tienes que estar bromeando —

El incómodo silencio volvió a la habitación. No fue hasta que se dignó a volver que la miré y alcé ambas manos en señal de que estaba lista para que me soltaran.

—Muy bien Shelley ya te divertiste, tú y tus amigos hicieron un excelente trabajo —

—¿En verdad piensa que solo fuimos nosotros? —

—¿Qué fue lo que pasó esa noche? —

—Sabe, hay muchos a los que no les gustan los finales abiertos, pero yo no soy de esas personas, por supuesto no me considero especial por eso, es solo un gusto, pero estoy convencida de que su caso seguirá abierto, igual que esta breve historia de mi vida, pregúntele a quien quiera; todos le diremos lo mismo una… y otra… y otra…vez —

(Silencio conjunto)

Giro uno de mis anillos en dirección a las manecillas del reloj y respiro profundamente manteniendo los ojos cerrados, sé que toda la jefatura tendrá sus ojos en nosotros durante al menos un par de meses, pero en este momento estoy tan aliviada de haber salido, que los amigos de Dany y yo permanecemos de pie esperando a que pasen por nosotros, supongo que estamos demasiado ansiosos por volver a nuestras vidas justo como eran antes de todo esto.

En ese mismo instante, una furgoneta grisácea y de aspecto tan viejo como descuidado se detiene frente a nosotros, un poco más y estoy segura de que al detenerse me habría rozado la punta de la nariz.

—¿Cómo nos fue? —pregunta “Nick” apenas nos subimos.

—Estoy cansado, vamos por algo de comer —comenta Ned al acomodarse en el asiento trasero, yo siempre he preferido ir al frente.

—Les dije que hacer todo esto era una estupidez —dice Helley.

—Lo importante es que ahora saben de nosotros —añado al girar la cabeza en dirección a la ventana.

—Oye novato, ¿cuál es tu nombre? —le pregunta Ned a Nick.

—Bueno…según la historia de Shelley mi nombre es Nick —

—En la mía te puse como Ernesto, fue el nombre de mi último perro —dice Helley.

—Yo le puse Flavio —

—A nadie le importa como le pusieron —digo alzando la vista, idiotas.

—¿Entonces…que haremos ahora? —

—Bueno, tenemos que guardar lo que queda y quemar el resto, en cuanto a nuestros padres estoy segura de que no habrá problema, el grupo estará de acuerdo en que lo hicimos bien, en cuanto al “novato”—la música de la radio suena, yo, deslizo mi mano por la pierna de Nick, él me mira y sonríe —creo que Nick necesita su propio Dany.

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