FRAGENTO DE SER

Ahí estaba yo, errante y sin rumbo,

Como flotando en un inmenso mar del más profundo silencio,

Inerte a las más profundas emociones.

Hasta ese día que la vi en el banco del parque,

Escucharla hablar fue ese ruido que destruyó mi silencio,

Bastó con solo un momento,

Para que sus ojos me debelaran la verdad que buscaba.

Ese día era soleado,

Pero cada vez que ella sonreía hasta el sol se encandilaba,

Quedé impresionado,

Porque era más hermoso ver su relieve, que cualquier otro paisaje,

Era algo muy contradictorio,

Porque era alguien que me quitaba, pero a la vez me daba más ganas de seguir respirando,

Y comprendí de esa manera,

Que obras de arte hay muchas,

Pero obras magníficas muy pocas,

Y ella era una de ellas.

Pero bueno mamá, creo que me enamoré.

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Pero en fin, que voy a saber yo, si solo soy un joven.

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J.R.

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