Cuando escribas, escribe algo de ti, de tu propia vida, porque has andado un largo camino llevando contigo muchas verdades, pero también mentiras escondidas, culpas no reparadas, ira reprimida y viejas heridas mal cicatrizadas.
Cuando escribes afloran muchas dolencias interiores que has mantenido dormidas, expresas lo que sientes cuando tu voz ha guardado silencio, o bien reflexionas sobre lo que has vivido o estás viviendo en el presente. Escribir es establecer un diálogo entre el corazón y la razón, que te permite comprender mejor tus pensamientos, sentimientos y hacer consciente los sucesos traumáticos que te han ocasionado heridas.
Con la escritura logras un estado de expresión y reflexión que te lleva a un encuentro contigo mismo, un desahogo emocional que conlleva a una reducción de la ansiedad y mejor predisposición a buscar soluciones para alcanzar bienestar físico y mental.
Escribir ayuda al crecimiento personal y brinda mayor seguridad de control de nuestras vidas, de comunicar sin miedo nuestras emociones y pensamientos, pero también es eficaz en la curación de muchas afecciones y enfermedades ocasionadas por vivencia de traumas, que has vivido en soledad y le has negado salida.
“Escribir expulsa todo el veneno que has acumulado a causa de tu errada forma de vivir”. Henry Miller
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