Manos de vidrio (las dudas de un poema)

Manos de vidrio (las dudas de un poema)

Morirá el poeta con sus manos de vidrio,

que se han quebrado, justamente,

por la parte más cuidada del cristal.

Hurgando en  sueños, buscaba versos ya olvidados, borrosos, 

diluidos en recuerdos.

Viviría el poeta, si hubiese esquivado  a tiempo, las frases huecas, 

repletas de ecos que advierten que se han quedado a oscuras.

 Corrió la cera muerta,

del cirio que vertió toda su luz

para leer su poesía.

Han quedado sus pobres palabras prodigadas, 

sentadas sobre sus pies de escamas.

 Parecen aves con las alas rotas,

olvidadas del volar,

mirando arriba  las que retornan.

Y yo perpetuamente yéndome, 

tarareando canciones que nadie –recuerda.

Evocando poemas accesibles, a esos vientos que sólo saben soplar y romper,

esparciéndolos, alejándolos de mí.

Mis velas que son telas viejas, 

que empujan ateridas,

que siempre tienen algo que contar;

ya no me llevan, 

sólo me pierden entre caminos revueltos de agua y sal.

La vida es hoy un exceso de  contrastes que el poeta no se cansa de juntar,

para ver si así salen sus versos preferidos, aquí ya casi terminando:

Lunas y días enteros,

fiebre y  piel asustada, 

cuesta, flor y el último  tramo del final.

  Y yo, 

que soy parte del texto, 

y lo más absurdo de su pluma

busco aquellos versos que salvé,

y la frágil acuarela, húmeda aún,

 que he acabado de pintar …,

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