Solo me desvanecí con lágrimas en los ojos. Podía admirar el oscuro cielo con aquellas luces pintadas en este; Mi vista me impedía observar todo con detalle, pero ¿desde cuándo lo había tratado hacer?
Cerré mis ojos por un momento deseando que la tristeza de mi alma se difuminara y solo sintiera el cálido sabor en la boca que sentí aquella vez que fui feliz.
Quizá sea tarde, quizá sea temprano, pero en algún momento descendería el deseo inculposo de saber que me he convertido en una carga para muchos; Por esta misma razón yo desistiré de permanecer en el sitio que me entregaron en el corazón de tantos y solo me convertiré en polvo para ser llevada por el viento lo más lejos posible.
El uso de mi razonar, y mi corazón que se parte sintiendo que no puede más, yo descansaré.
Será otra noche más donde la emoción me cantara para que no desista de mi existencia; Para que admire el sol del mañana y no caiga arrodillada en el abismo del realismo que vivo, sino que me deje abrazar por la fantasía de que el sol brillará en mi propio mundo interno que llevo en mi cabeza.
– Oye, si escuchas mis palabras, entonces prosigamos a caminar. – Se dirigieron hacia mi y solo me senté, seque aquellas lágrimas y admiré; Soledad estaba allí, admirándome como si nunca se hubiera ido de mi lado.
– Si. – fue las últimas palabras que pronuncié antes de pararme y caminar hacia su lado. Era inolvidable que no sabía hacia dónde me dirigía, pero no me disgustaba, al final de cuenta, tenía compañía.
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