La Seño sube al bondi con resignación, es largo el camino que le espera hasta su casa. Lucha por llegar lo más atrás que puede, siempre se puede avanzar, aunque parezca imposible pasar por la masa humana que también se dirige al hogar luego de una jornada larga. El “permiso” va acompañado de un depurado sistema de codazos, roces y tirones, que casi como un machete le abre paso. Esa tarde fue especialmente difícil. Logra hacerse un lugar, pero esta malhumorada. A esta altura del año ya esta filtrada y son muy escasas las energías que le quedan al llegar.

A las cuatro paradas se sube un muchacho, que a los gritos informa:

-Hola! Hace dos años conocí en este colectivo a la que hoy es mi pareja (Hmmm, no tengo humor para pavadas) Ella se sube en Av Corrientes, está esperando ver que yo le haga señas por una ventanilla, para subirse y juntos, irnos a casa. (¡Qué me importa Flacoooo!) Y como hoy cumple años, con Agus (Señala a la petisa de atrás), acá presente, se lo queremos festejar acá (¿QUÉÉÉ?). Agus les va a ir pasando unos bonetes para que se los vayan pasando y el que tenga ganas se los ponga (Ni en pedo). También trajimos un bizcochuelo-Agus levanta un tupper- y cuando ella suba le cantamos entre todos “¡Que los cumpla Pa – ti – tooo, que los cumplas feliiiiiz!” Después repartimos torta.

El resto de los pasajeros asume la tarea con entusiasmo. Del fondo le empiezan a gritar cosas.

-¡Bombón, que suerte que tuvo Patito! ¡Cualquier cosa yo lo tomo todos los días en Av. Córdoba!

-¿Qué haces Flaco? ¡Nos dejás la vara muy alta! Esto no se hace… el colectivo en pleno se ríe.

Muchos pasajeros sacan sus TE. La seño rebusca en su cartera, pero no lo encuentra.

-¡Silencio! ¡Ya la veo!

Hace la seña convenida, el colectivo frena y a la voz de ¡vamos! Todo el pasaje canta a los gritos ¡Qué los cumplas feliz, que los cumplas feliz, que los cumplas Pa – ti – tooooo, qué los cumplas feliiiiiiz! Valió la pena ver la secuencia de expresiones de la cumpleañera: susto, sorpresa, emoción. Valió la pena la cara de los otros pasajeros que subieron con ella al colectivo, una mezcla de susto con no entender nada.

La fiesta rodante de cumpleaños siguió más allá. Agus le encendió la velita, Patito la soplo, el tupper pasó de mano en mano hasta que se terminaron los pedacitos de torta de chocolate. El chofer puso música y todos bailamos como pudimos. La Seño cantó a los gritos ”El bombón asesino”. Desde atrás seguían con los gritos:

-¡Flaco sos un genio!

-¡Te amooooo!

A la altura de Vélez el Flaco, Patito y Agus, se bajaron entre canciones y vítores. De a poco, el pasaje volvió a la normalidad, el chofer a pagó la radio y nos acomodamos en nuestros lugares, el habitual silencio gano el colectivo. Cuando cruzamos la General Paz, no había rastros del festejo de cumpleaños. A medida que iban subiendo nuevos pasajeros, los demás pensábamos “¡Qué pena, te perdiste la fiesta de Patito!”

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