Entre sangre y arena tu cuerpo revolcado,

Perro destrozado al costado de la ruta.

Nunca un ángel, pero ciertamente caído,

Te une a la vida una soga desgarrada

Cuyo tiempo se consume y te condena.

En el borde peligroso donde estás tirado

Un pulso rebelde aún te anima y agita.

El jamás rendido que te habita ordena

A tus quebrantados huesos levantarse

E –inexplicable- ya se te ve parado.

En pie, tambaleando, inseguro, frágil,

Mas engreído, terco, desafiante.

Sin transa, sin entrega, cuesta y duele.

Caer y levantarse es tu modo.

Otros nunca caen y no pudieran

-si como a ti te sucede- les molieran

A golpes, con saña.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS