SI EXISTEN LAS PRINCESAS

Eugdaldo Díaz

En esta cuarentena convertí mi casa en un castillo, como en todo castillo no debe faltar una reina, un príncipe, sirvientes y una princesa.

En mi castillo vive una, tiene 22 meses, con una asombrosa inteligencia, cada día descubro algo nuevo de ella. Estoy fascinado.

Mi pequeña princesa, hermosa y dulce, entra en cada rincón del castillo y abre su mundo mágico, siendo la protagonista de sus propias historias.

Todo el día estoy con ella sirviéndole, cuidándola, como un quijote cuida a su damisela.

Sus cabellos de oro y sonrisa de ángel, su mirada dulce como la miel, su tez blanca y sus bellos ojos de mar son los que me cautivan, se admira de todo, se come al mundo en un instante.

Cuando va muriendo el día estoy cansado, me da un beso y seguimos jugando. Es un beso de energía que me vuelve incansable.

Entrada la noche, el sol desaparece y sale la luna, riéndose de nuestras locuras, convirtiéndose en cómplice de nosotros.

Salimos al patio el cielo estrellado, aprovecho para contarle las estrellas, le gusta que le cuente las estrellas, pero no imagina que sean incontables; sólo por estar con ella yo sería capaz de contarlas una por una aunque me lleve una eternidad.

Su lenguaje a señas que a veces no entiendo, ahí entre la reina para salvar mi día, me traduce lo que quiere decirme. Son cosas tan simples como agua, abrazos o galletas, le gustan mucho las galletas, especialmente, si son de chocolate.

Es increíble, que la palabra que más digo en todo el día es no.

Antes no creía en las princesas, pensaba que solamente existían en los cuentos, no es cierto, yo vivo con una. Soy feliz. Aitana Sofía. La niña de ojos de cielo y cabellos de oro. Ella es mi princesa. Me gustaría que se quedara pequeña, pero el tiempo no se detiene.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS