El amor suele ser una península bastante atractiva, la cuál podrías admirar sin miedo a perderlo todo, pero luego de que la atraviesas y descubres la desdicha del olvido y lo fatal que pueden ser los recuerdos, todo eso que deseaste se vuelve un infierno. ¡Un infierno del que pocos pueden escapar! Ya sea amando a otros seres o buscando nuevas experiencias a través de cosas materiales. Sin embargo, y como cábida del universo, aquellos que dejan que otros toquen sin repugnancia su alma jamás serán los mismos. Y quizás, eso los conduzca a su propia destrucción. El amor no destruye; los recuerdos sí, sobre todo los que viven en tu corazón más que en tu mente. No el recuerdo de momentos físicos, sino esos que te marcan eternamente y te enseñan a amar la nostalgia, a amar lo pequeño, a amar desde lejos y sin la necesidad de abrazar un cuerpo, porque tu alma nunca abandonará a esa otra persona. Así de simple es el amor, o así de complejo.

Ana Maria Gutierrez

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