EL JUEGO DEL DEBATE POLÍTICO

EL JUEGO DEL DEBATE POLÍTICO

En esta semana que es Semana Santa en mayor parte del mundo, los peruanos estamos decidiéndonos por quién votar, por quiénes serán nuestros próximos representantes y gobernantes, en quiénes depositaremos nuestra confianza. 

Es natural que ante una veintena de candidatos presidenciales, el votante se encuentre muy desorientado, y no sólo eso, sino también muy defraudado y decepcionado por el nido de corrupción en que se ha convertido nuestra política, corrupción de la que también adolecen otros países del mundo. 

Por lo tanto, estos últimos encuentros de los candidatos a la presidencia, en el debate establecido por el Jurado Nacional de Elecciones (JNE), en tres rondas, han de ayudarnos a inclinar nuestro platillo. Algunos expertos dicen que muchos votantes deciden luego de este debate final.

En este debate, el JNE estableció sus reglas de juego y designó a dos periodistas como moderadores. Se espera, por supuesto que estos moderadores sean completamente imparciales, tal como un árbitro en un partido de tenis o de fútbol; finalmente, es el espectador quien evalúa la calidad del debate, tanto de los participantes como de los moderadores, para llegar a su propia conclusión; muchas veces ayudado por los análisis y críticas de otros ciudadanos o de aquellos profesionales en el tema. 

Es así cómo, en este momento, los medios de comunicación están inundados de este tema político, y por supuesto que cada uno de ellos tratando de llevar agua para su molino. Cuando esto sucede, hay que tener mucho pero mucho ojo y cuidado de no caer en el abyecto juego de la trampa, del engaño y de la manipulación propia de esos nidos de corrupción (tanto de la prensa como de la política); debemos analizar con inteligencia, debemos cuestionar, ¡basta de ser rebaños ciegos!

De esta manera, observamos cómo el periodismo es uno de los medios más importantes por el que interactúan el pueblo y su aparato gubernamental; por lo tanto, el periodismo y sus profesionales están llamados a ser los más imparciales, neutrales, transparentes, morales, éticos… que es lo que se espera de todos los conductores de una sociedad que quiere lograr la paz, la armonía y felicidad.

En resumen, para terminar con la corrupción de nuestros dirigentes, es preciso que nosotros también, como ciudadanos nos reeduquemos en nuestros valores, tanto morales como espirituales, desde los más básicos hasta los más elevados; sólo así daremos nacimiento a personas ejemplares y competentes que sepan guiar nuestra nación.

Nuestro primer mandamiento o regla básica del juego en cualquier ámbito de nuestra vida es el respeto y la solidaridad por el otro o por el prójimo.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS