Que simple es definirse ateo, o agnóstico, cuando las respuestas a
todas nuestras preguntas las tenemos al alcance de la mano. Que
simple que es burlarse de los que depositan su fe en una cruz, un
punto cardinal o un objeto cuando estamos inmersos en el ajetreo de
la vida moderna, que no nos da tiempo ni a pensar en nosotros mismos.

Pero cuando
desaparecen todas las respuestas que creíamos tener, cuando sentimos
que nuestro mundo aceitado y coordinado, desaparece y la realidad nos
tumba al piso y no podemos ni levantarnos.

En ese momento, ¿a
donde iremos a buscar respuestas?

Sabemos que esa
persona no vuelve, y muchas veces lo recordamos como si todo esto
fuera un sueño, como si todo fuera una gran puesta en escena que se
puede terminar en cualquier momento.

No lo es. Es la
realidad que nos baña con agua helada cada vez que recordamos porque
estamos melancólicos. Es ese dolor de estomago queriendo volver el
tiempo atrás, solo unos dias, unas horas, y evitar lo que sabemos
que es inevitable.

Es el no creer, es
el pensar que quizás de esta pesadilla uno se despierta mas tarde,
que todavía queda sueño para un rato mas, y que en algún momento
vamos a abrir los ojos.

Queda acompañar el
dolor de los que quedamos, con menos razones para vivir algunos, con
mas razones otros. Y con la realidad presente que no importa lo que
pase, no importa que uno internamente sienta que el mundo se
derrumba, el segundero sigue avanzando, el sol sigue escondiéndose
atrás de esas montañas y horas mas tarde, inevitablemente, aunque
no queramos, y aunque deseemos que retroceda, el sol saldrá por el
este, como lo hizo ayer, como lo hará mañana.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS