Tengo casi ocho mil millones de amigos

Tengo casi ocho mil millones de amigos

Tengo casi ocho mil millones de amigos, pero a la mayoría, no los conozco,

vivo con la ilusión de creerlos a todos buenos y honestos,

todos serán considerados buenas personas, hasta que se demuestre lo contrario, es ese mi pensamiento.

El ser humano es por naturaleza bueno, solo miren reír y hablar a un niño,

yo si estoy dispuesto a poner mis manos en el fuego, por creer en mi y en el que está leyendo.

No somos seres únicos, indivisibles, aislados. Vivimos, para malestar de muchos, interconectados,

y eso implica que mi día a día dependa de mi interacción con otros seres, buenos o malos, puros o deslustrados.

La dureza de la vida curte las almas y nos condiciona a un incierto futuro,

No solo lo rudeza descompone las almas, también la sedosidad extrema predispone a un inmenso sufrimiento.

Vinimos a esta tierra a disfrutar, a amar y sufrir,

Porque también en el gusto a la vida, se necesita algo de tristeza, sin ello la vida no es completa.

Somos casi ocho mil millones de seres, y aún tenemos a muchos que se sienten solos, aislados, vilipendiados,

Algo definitivamente hacemos mal, hay que observar a los demás con el espejo que Dios nos ha dado, el corazón.

Latimos al unísono cuando conectamos con los demás, somos seres interconectados, lo vuelvo a recalcar.

Este Venezolano, a miles de kilómetros de su hogar, intenta comprender y consolar a un hermano de otra nacionalidad, creamos lazos muy apretados con personas que jamás creímos conocer, ¿Crees que es coincidencia que hoy estes en una tierra distinta a la que te vió nacer? Pues vuelve a pensar.

Somos herramientas, sanamos o herimos, tenemos poder, cada acción, palabra, gesto, sueño, creará consecuencias sobre otras personas.

En los sentimientos, no existen las naciones, diferencias culturales, ni fronteras. Solo veo seres humanos, que respiran, aspiran, sueñan con conseguir algo mejor, para sí y su pueblo.

Yo sueño con ese mundo, quiero vibrar con los demás, que haya amores eternos y días hermosos para todo el mundo,

donde primero comprendamos, y después juzguemos.

Y estoy seguro de que no habría juicios de valor, porque cuando escuchamos con el corazón, no hay rencor, no hay dolor, no hay predisposición, solo comprensión.

Propongo bendecir en silencio o alta voz al desconocido que se cruce en el camino, comprender al incomprendido, enaltecer la belleza de una palabra que surge de un compañero, abrazar la esperanza del amigo, conocido o aún, desconocido. Orar por aquel ser que sabes que del otro lado del mundo necesita consuelo, sin siquiera conocerlo. Porque lamentablemente podemos asegurar a que ello pasa, sin comprender el por qué ni el cómo.

Ayudar a ese extranjero, que fue despojado de su nación, por seres inescrupulosos, que la vida o sus experiencias, les arrancaron el corazón.

La empatía debe prevalecer, ante cualquier circunstancia de la vida, siempre el comprender a los demás, nos hará superar las vicisitudes del camino. Dar una mano al que hoy cursa una difícil situación, solo suma a tu vida una inmensa bendición.

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