cap. 6-

(…)

y ha instalado en su cerebro

el espíritu depresivo destructivo.

Algo entre ellos.

Pero recuerdo

cuando le pegaban los mayores

a la hora del patio en el recreo,

que dolorosa impotencia

para un padre.

Él aguantó aguantando, de pequeño,

pero ahora es otro mundo

y es un mundo

que está posado en su mano.

Y en la de los suyos.

unos ojos… ¿que soy yo, sin unos ojos que me miren?

«no se quiere a quien no se siente».

XIII.

«son vacaciones: lo que te apetezca es ley».

antes veía siempre el horizonte del mar como una perfecta línea horizontal que lo cortaba todo. Ahora con los años, siento el horizonte perfectamente curvo, como la piel del animal océano. Adoro la vida.

Mar, pequeño monstruo maldito que me has tocado!

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