Cada viaje es una Aventura, una experiencia, una vivencia y depende del viajero que esta experiencia sea grandiosa o no… en esta oportunidad narraré un viaje de despedida, y debo decir que aunque no fue el mas placentero de todos los viajes, pues fue un viaje lleno de comprensión, paciencia y amor que al final dejo en mi un gran aprendizaje.

Eran finales de Febrero del 2015 cuando emprendí mi viaje de despedida, el lugar? La perla del Caribe, La Isla de Margarita, Venezuela, un lugar exótico y maravilloso al que he ido una y otra vez y al cual no dudaría nunca en volver, mi compañera de viajes? una niña elocuente y parlanchina de tan solo siete años, (mi hija), el motivo? ver a mi padre, quien se encontraba gravemente enfermo.

Pese a la situación, la emoción invadía mi cuerpo mientras que por la ventanilla del avión visualizaba como se aproximaba mi amada Isla, debo decir, que allí he pasado muchos de los mejores momentos de mi vida y alguna vez fue mi hogar.

Al pasar la aduana la sonrisa de tres hermosos niños esperando a su tía y el cálido abrazo de mi hermano me hicieron sentir de nuevo en casa. Cómo está papá? pregunté entre besos y abrazos y en un profundo tono de advertencia mi hermano respondió: no es el mismo que viste hace tres meses, pero se siente bien pese a su condición.

Mi padre tenia cáncer de hígado en fase terminal recientemente diagnosticado, era un hombre solitario, ermitaño y gruñón quizás un poco descuidado consigo mismo, que tras separarse de mi madre llevó una vida de licor y tabaco, desprendido de todo laso familiar y alejado de sus hijos. No fue sino hasta cuando sus hijos crecimos que nos acercamos a él y cada año le hacíamos dos o tres visitas, aunque no era muy expresivo, hombre de pocas palabras, gruñón y quejumbroso yo estaba segura que el sabia agradecer cada visita que le hicieran sus hijos y nietos.

«No es coincidencia que estén los tres aquí» me dijo mi padre después del saludo, y una risa nerviosa casi delatora rompió el silencio. Claro que no es coincidencia papá! le dije sin mucho nervio, yo tenia que venir dentro de quince días a resolver algunos asuntos y al saber que Daniel (mi hermano menor) venia a verte, decidí adelantar el viaje y así reunirnos los tres contigo, ese fenómeno hace 12 años que no sucede, argumenté. Y a partir de ese momento comenzó realmente El Viaje.

A la mañana siguiente, luego de la larga tertulia de reencuentro padre e hijos, nos tocó decidir a mis hermanos y a mi entre decir o no, a mi padre que tenia Cáncer. Yo como la mayor de los tres, única hembra y la mas sentimental, propuse que no se le dijera nada de su condición, pues el era una persona con un carácter difícil y de seguro se echaría a la muerte sin luchar y sin esperanzas y aun cuando su medico de cabecera nos sugirió que el tenia derecho a saber su condición, y aunque ya el tiempo para él era limitado, decidimos no decir la verdad, le dijimos que tenia una afección hepática debido al abuso de alcohol y que aun cuando era severo tenia remedio. no se si debí decirle la verdad, muchas veces me pregunto si habría sido diferente, pero la mayor parte del tiempo pienso en que fue lo correcto.

Me dedique casi por entero a consentirlo y malcriarlo desde mi llegada, le compraba golosinas y dulces como a un pequeñito, todos los que le provocara, le hice cada día sus comidas preferidas para hacerlo comer un poco, le hacia compañía en su cama y veía los programas de su preferencia en la tv, muchas veces me tocó respirar profundo y contar hasta diez, pues era como un pequeño malcriado. cuando se le pasaba la malcriadez hablábamos de todo un poco para ponernos al corriente, muchas veces nos acompañaba mi pequeña Ana, quien no cerraba el pico contándole de todo a su abuelo.

Pero una noche de tantas mi padre se complicó, y de volada al hospital, le ingresaron, le drenaron liquido de hígado y pulmones y le estabilizaron, pero por la mañana cuando ya le dieron de alta, a la salida de la clínica ya para subirse al auto con mis hermanos, mi padre entro en paro, de volada le dieron atención y le revivieron, pasó directo a terapia intensiva y luego de 24 horas de nuevo a una habitación. cuando volví a verlo le dije para romper el hielo del mal momento, «por un pelito no la cuentas» mi padre me miro compasivamente y me sonrío diciendo: Hierva mala nunca muere, sonriendo besé su frente y le abracé. en ese momento entendí que tenía poco tiempo para disfrutar de mi padre. permanecí a su lado lo mas que pude y luego de un largo silencio mientras yo acariciaba su cabeza pidiendo a Dios por un milagro me dijo tras un suspiro: Ay Cindy Maria…no te preocupes por mi, después de todo vivir es mas complicado que morir. agradeció a Dios por la compañía de sus tres hijos, nos dejó saber lo feliz que le hacía que estuviésemos allí y por primera vez me expreso su amor y esa madrugada del 3 de Marzo mi padre emprendió su último viaje, tranquilo y sereno, con una sonrisa dibujada en su rostro que jamás vi en él.

A la mañana siguiente, luego del funeral y con la despedida de mi padre, tomé el primer avión de regreso a casa, con el corazón en pedacitos no quería permanecer ni un segundo más en ese lugar que siempre había representado para mi una nueva aventura y ese día representaba el lugar donde despedí a mi padre . Un año y medio después, ya estoy lista para volver…

ISLA DE MARGARITA; ESTADO NUEVA ESPARTA VENEZUELA


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