Latido el pájaro del medio palpitando luna como un caracol
A Verónica Graciela Navarro Frez
(POEMAS)
1
Debía conformarme
Allí estaba ella
tendiéndonos mi desorbitada impotencia
de palabras
abarcándolo todo
con actitud de infinito
respirándolo todo
como el último silencio.
Tal vez no sea que a veces
van más allá de las palabras,
la piel y los ojos.
Tal vez sea que somos mucho más
la piel y los ojos
y nuestros gestos grotescos
porque nos movemos.
Pero allí estábamos
midiendo el asombro
de trasponer infinitos
mucho más de gritarnos con gestos espantosos
que morimos por afuera
Y nos mirábamos
no nos alcanzaba
flotarnos la piel de los ojos
poblarnos el pobre testimonio
tocarnos los números vacíos.
Ella se movía
como era.
Somos distintos al movernos.
Pero nos paseábamos desmesuradamente
por el lenguaje sin lenguaje que
nos entramos.
Ahora yo escribo eso mismo
porque después sólo puedo todo
palabras.
No nos es dado medirnos lenguajes con los perros,
pero como con mi perra.
Todo es más contigo.
Porque habitamos más en
el silencio.
Y nos bastamos en la imagen.
Aunque me sienta grotesco
moviéndome palabras
y diciéndote que no te digo nada.
que como mi perra.
que mucho más te quiero
y nos somos que cualquier otra
cosa.
Y no olvides
que todo lo que no haya dicho
no ha sido inexistencia nuestra
sino silencio
porque todo lo que callamos
tiene palabras
pero las desborda
y por eso cuando nada te sea
ya te amaré infinitamente.
2
Quiero que sonrías tus manos.
porque cuando nos amamos,
somos de cosas hermosas.
3
Puedo regalarte todas las palabras,
pero cómo decir sin romperlo,
que te regalo el silencio.
4
Esta noche, no necesito amarte para decirte
amor, amor.
Busco las sombras del silencio
para ordenar las nuevas palabras
sobre los rostros nuevos.
El silencio es un fugaz o un eterno
territorio
donde se puede derivar sin rumbo
y cualquier puerto está en cualquier lugar
al otro lado.
Es una hora, como la mañana,
en que las abejas del verso
tejen con el polen de tus imágenes
el tibio y frío recuerdo.
Tienes algo de miel y algo de flor,
y eres abeja
y eres la mañana y el polen
y el rito de la miel de vidrio derretido
silvestre y dorada como las abejas contra
el alba.
5
Esta noche la música se arrastra pesada y resbalosa como un
tul que arrolla. Ésta es música recién descubierta, no se copia de su
propio nombre. Nadie podrá recogerla.
6
En los suburbios laterales de esta noche, corren ríos subterráneos del
silencio. El silencio está constelado de grillos, o de chispas sonoras
o de lluvia deletreada. Las cigarras chisporrotean, tal vez titilan.
La música impregna el aire, como un aroma melancólico.
Desde esta noche a mí no hay música. Lo sé. De mí a la noche
yo escucho la música de esta noche. Pero no puedo estar seguro.
La música es mía. Pero tal vez no la ponga yo.
7
Cuando regrese de mi alma, pequeña y niña, recogeré de sus ríos
calientes algún caracol que guarde perpetuas, las olas de la música,
engarzadas en un rincón, como el mar.
8
cuando yo te habite madurará tu saliva
savia de sol que entonces llevabas dentro
9
Porque somos tiempo y no podemos quedarnos detenidos y entonces para que en realidad tiempo nos vamos cambiando en las cosas y vos te despertás en ojos nuevos en mi tiempo que aquí es nunca y por eso esta carta es como viajarme por dentro preguntándome como por cualquier algún viaje, porque vos nunca.
10
En la manifestación el genio está en el receptor que comprende. Genio es dinámico. Lo manifestado es estático. La manifestación no es en sí genialidad, sino estructura. Para el genio no es menester el testimonio.
11
Para pensar en ti buscaré entre las uvas de la espuma
alguna de sonoros silencios
—para que puedas mirarme desde el
pensamiento—
te haré los ojos huecos, con burbujas
porque los tienes infinitos
con acceso a la mañana
12
Con tu sola vez hice un recuerdo
han bastado tus primeras cosas
, ahora amor mío,
de aquella última vez, primera.
13
la lluvia
crepita, chisporrotea.
14
Grito contra la noche,
como blandiendo un grito
enarbolando una antorcha para
amedrentar las sombras del silencio
y asesto un beso en un fantasma repudiado
y una feroz estocada
es un solo mástil contra la tarde
bato las alas, como olas,
remo,
como un murciélago sordo
que busca una salida
y las hélices de los brazos,
como un molino borracho,
ya tienen maduro el estertor
con que temblar y gemir
cuando la locura duerma.
15
Anoche mis manos, garabatearon
pájaros inválidos
—como tanta lluvia caída sin testigo—
no sabrás que lloré.
16
Como un murciélago ciego busco el acceso a la mañana
de este pozo de sombras.
Es la hora de nacer y el primer miedo
me asalta, despavorido como una campana loca,
cuando el vientre candado no se abre
Empozado en el último rincón inaccesible
como en una gruta que se ajusta, con mi solo
tamaño, a la espalda quizás el sol emite
la mañana, pero la noche está disuelta en
la mirada como un párpado infranqueable,
más extenso que mis pasos
y el silencio estruenda y no me deja tal vez oír
las quizás palabras.
A lo mejor todos se van decepcionados
por mi coraza de pozo, con sus preguntas
vacías y mi silencio en las manos,
y yo que no los supe llegados,
los ignoro también partidos y vencidos.
17
Aunque tengo miedo de
perderte aquí donde
te estoy queriendo
te deseo ayer donde
no estás conmigo
18
Definida alguna cosa, cualquier otra existe relativamente, pero si cierro un hombre cinco veces qué testimonio de ser tiene, el inefable absoluto.
19
Quiero morder el último rincón arrumbado,
en tu soledad de tubo,
arrancarte el silencio como un vampiro lento e
inexorable,
y erigir una bandera de agua en tu desierto,
como un cerrojo eterno a tus altares solariegos.
Quiero extirpar de tu madera,
el olor a savia viejo
como lavando el tonel de tu alma,
para amputar el vaho a vino,
y dejar tu sótano enmañanecido,
con una clausura de ceniza
sobre la humedad de tanto tiempo.
No siempre puedes parecerte a ti,
por eso tengo miedo que vengas a romper
tu imagen, como un impostor evidente.
Cuando culmine el orgasmo de tu misa,
podrás pasar sin miedo,
antes no. Podría volverme, ateo de mí mismo.
Deja tu imagen como una soledad depositada.
«Aquí falta algo», diré.
Y recordaré que tú eres la única
llave para el candado,
como una mano única del guante.
¡Qué importa que nunca seas guante!
Sabré de qué estoy solo,
y podré poner tu nombre,
como un ara,
de mi dogma ritual
de solitario.
20
Tú tienes un silencio de muelle solitario
como la savia clausurada de tu
madera.
Eres como una cruz sin ritos y
sin dogmas,
como un templo cerrado,
como un altar o un ara sin fe.
Tienes la soledad de una luna
cuando ya todo el mundo se
ha dormido.
Y allí donde has quedado,
callas suavemente
sin hacer preguntas al silencio.
21
Lo simple es lo más fácil de conocer aunque no más fácil de descubrir.
22
Debo poner una víspera en mi ahora
23
REFUGIO
Hoy diré palabras que no nombran cosas
inaugurando tal vez la mentira
o buscando más allá la carne de un nombre
no aprendido.
Puedo abrir mejor de par en par mi clausura
sin testigos
ventilar de sol mi garganta de túnel
y hacer de una guarida dos espaldas
sin miedo de morir sin un aviso.
24
El hambre ahueca
Las vísceras hacen buches de música
caliente, de vergüenza o miedo.
25
Me afanaba en tejerte la poesía como alfombra
para que tú caminaras sin hollarte las plantas
26
Con tu mano entre las manos, tiernamente
acurrucada
27
las gárgaras de arena de las cigarras
28
La mano en el espejo se me vuelve zurda.
29
La hebra digital de la guitarra
30
Gotas de guitarra como la lluvia
en los techos de lata.
31
las estrellas tintinean
32
Las uvas que gotea la guitarra
33
A la hora de recordarte, acomodo las mejores cosas
sobre tu nombre, para poder pensarte.
Alguna vez no fuiste muy hermosa, pero te
agregué tu propia belleza,
ya la había aprendido de ti,
¿qué importaba que un día no fueras hermosa?
Yo te amaba tibiamente,
como esas cosas que se hacen fácilmente
como ser de una manera o estar en silencio
o rezar.
Desde ti emergía un túnel para
que los húmedos murciélagos no
interrumpieran palomas.
Todo lo tenías de alguna manera,
como una ventana
y yo aprendí sobre tu cántaro
a callar
como contando lluvias
sobre el agua antigua que me remedaba
Podríamos habernos dado la mano
cotidiana
y guardarnos toda la inmensa mañana
de las plazas
Todo se volvía fácil contigo
como descifrar la música ignota sobre un
piano laberinto, y la adivinábamos.
Podríamos habernos mirado ritualmente
y como constantes extraños cada vez menos extraños
Podríamos habernos amado al margen de las
cosas que envejecen
Habernos abonado al silencio
como a un lento país donde no hay lejanía
para las palabras en voz baja.
Podríamos haber callado con el mismo silencio
Pero buscamos la forma de recordarnos
tristemente.
Por eso a la hora de recordarte
busco las cosas de mi tristeza
y te construyo fácilmente como eras.
34
En los rincones de tu mano de paloma
mordía el halcónico amor de
mi mano de mandíbula
En el vértice apretado bebía tus
intensas mariposas liberadas
y tiritabas como las estrellas y ni el
frío ni el temor te alcanzaban
35
El frío me limita.
Desde allí soy solo
36
Luego de indagar sabemos que aprendimos poco. Suspendemos el juicio. Luego dudamos de todo.
37
Mi corazón de pupila isla anillado por el
candado de un iris de silencio.
Soy un oído que no ha podido comprobarse
38
La metáfora es una comparación sin término comparativo.
39
se le hizo un ombligo al río
infinito centrífugo o
remanso.
40
No me importa contar las aspas de las flores
son molinos quietos
o vanas veces de molinos encimadas
41
Yo entré con una antorcha en tus pasillos
y cayó en la leña de tu vientre
una palabra de fuego que te llenó de ecos
de incendio
por los intersticios de tus vértices
escucho el humo lento del perfume vegetal
y asciende a tus chimeneas el humo lleno
de imágenes
Y tú me preguntas ¿nos quieres?
42
buzo de mi silencio
43
La lluvia como un escalofrío del mundo.
44
con un caracol de corazón coronado de
espuma como un nido arrinconado
entre las ramas de un libro.
45
te soy.
46
Estoy sentado a un cauce esperando un río
pero la poesía no pasa por aquí
yo te hice una corona de palabras
con los corales que me habló el silencio
y tú tomas el ramo de peces de mi anzuelo
como peinando música
¿Qué importa que aquí no pase un río?
si tú tomas las piedras y las empaneces.
47
música ácida agria desafinada
48
Acantilando gritos hacia el cielo
como desesperados anzuelos
vuelvo con la sal de las estrellas
como un perfume de corales
enredada en las venas de mis redes
como un eco de mar.
Los ojos como caracoles conservan
el himno de la noche disuelto
como un sabor en la carne del
silencio.
49
He quedado. Por eso estoy solo
como el último en morir.
Todo he perdido.
Nada es solo, todo es desolado,
50
Todo nuestro conocimiento es de fenómenos, pero no podemos conocer las cosas en sí.
51
Tu pelo de infinitas guitarras relajadas
tu pelo relajado
lacio
me gusta enjuagar mi silencio en música
dulce y tibio como los violines
hebras de música
52
Y la mañana me entra por la boca,
tibia o gris
dorada o espesa
como los lentos o quietos silencios sin costas
avisadas
53
El agua coagulada de los vidrios.
54
Tu pelo como el helecho
55
Descubrí un sitio
donde mirar el tiempo
me quedé ciego.
sigo parado en el hambre
penetrándome la vida que me señala.
Aquí te llamo
con la garganta en grito del soldado muerto
con la actitud de sed de las estrellas
cuando comprendo
que el cielo es hacia este lado.
Algo me recuerda tus dulces orgullos
y hago gestos con el silencio
como moldeando un muñeco
de música
para poblar tus manos.
56
Ahora me paro al silencio
para hacerte sombra con las palabras
todo fluye
todo fluye desde nosotros
todo fluye a nosotros.
Todo lo que podemos es también los otros
porque lo que puedas es tú
lo que yo pueda en ti eres tú,
porque paso a buscarte el amor,
a mirarme en tus estanques
a repartirme por tu silencio
como una lámpara,
pero la imagen me esperaba
como hallarte es decir siempre
porque eras desde siempre,
por eso yo soy cualquiera
pero ahora que el nadie nos señala
¡óyelo bien! debemos luchar
por este hambre
porque cada tiempo tiene su
propia sangre,
Éste es el camino.
Por eso no me duelen otras primaveras
y no deben dolerte los días que te vine.
Aquí somos.
Lo demás es nunca.
Mañana nos alcanza por mañana
pero hoy volcamos esta sangre.
¡De qué vale callar sólo porque
mañana serán otras palabras!
ya lo sabemos.
Cualquiera es tu costado.
El amor es siempre tú.
Pero ahora tiene tus manos.
Tu hijo va sonando en cualquier
hombre,
pero ahora que asistimos al mismo
hambre
yo también traigo las estrellas.
Ya lo ves.
somos infinitos.
y somos cortos como el número
Terminamos en las rosas.
nuestra voz queda bajo tierra.
Todo tiempo nos excede.
Nada nos salimos totalmente.
ni siquiera gritando las palabras
que inventamos.
Pero hay algo nuestro.
El día que somos.
Tú eres una mujer.
una historia.
El tiempo es nuestro.
Hoy es el amor y nos toca los ojos.
Siempre será igual.
Tu beso es cualquier
boca.
Pero aunque vengamos de la tierra
podemos crecer como un árbol
gritado por la tierra
y envolverlo todo,
y sacudirnos las estrellas que nos
hombres
para probarnos que somos cualquiera
pero nadie como nosotros.
Éste es el amor.
Esta voz vacía que nos volvemos
palabras.
Este dolor de ser felices
Esta humana obediencia de ser hombres.
Pero dime
desde nuestra impotencia
qué otra cosa podemos que nosotros.
Tu libertad, tu infinita libertad
cómo poderla sin ser siempre tú.
¿y somos libres de nosotros mismos?
Llevamos el infinito por adentro
pero somos cosas
somos todas las cosas que nos
señalan.
Tu cuerpo que gira diariamente
penetrados
porque somos animales de agua
y día a día cambiamos
y seguimos siendo nosotros.
Nos sentimos pequeños de descubrir
cosas grandes.
Somos gigantes
desmesurados como el silencio
porque podremos reírnos en las
flores
y mezclarnos con la tierra
pueden quemarnos,
y separarnos infinitamente
como el humo
pero nadie podrá decir dónde
ha quemado el amor.
57
Si bastan mis ojos para tu belleza
si para el amor basta
señalar la imagen
JORGE LEMOINE Y BOSSHARDT
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