Mi alma está llena del vacío del amor
A Néstor Salas y a Marcelo Senise
(POEMAS)
1
Empiezo
y la boca se hincha de
te quiero.
El alma es el papel
donde está escrito este verso;
pero,
¡qué poco suena lo que tanto siento!
Quisiera decirte mucho,
ligero,
con continuidad de viento,
como la luz, fugada del fuego;
se haga luz mi voz, mientras ardo dentro.
Quererte en la boca,
¡sí!, recién lo encuentro,
¿me entiendes ahora?,
hablar lo que siento;
¡sí!, que el amor sea,
diciendo.
2
Cuando tú me dijiste: ¡Qué poco me quieres!
yo quise decirte cuánto te quiero
Vi tu primer paso tejiendo distancias
pero las palabras se quedaron dentro.
Cuando sentí frío por el desabrigo
yo quise seguirte, buscarte de nuevo.
Quise dar un paso sobre los tuyos
pero allí mis pasos se quedaron quietos
3
Para que te amara,
faltaba conocerte.
Para que me amaras,
debiera no ser éste.
Para que llorase
faltaba que te amara
que te amare, así,
y luego te marcharas.
Para seguir llorando, sólo,
que no vuelvas falta.
4
Llegó el otoño y por eso, te has deshojado de mí.
Llegó la tristeza y por eso, de mí te has llorado.
Llegó la borrasca y por eso, te desanclaste de mí.
Y yo me he quedado sólo como el ojo, la playa,
como el árbol.
Tan sólo ahora queda de ti, en el horizonte del
recuerdo,
como el humo que queda de los barcos, cuando
parten.
En mi camino quedó, la estela de tu quilla.
A esa cicatriz que tengo, yo sé que antes pasaste.
Ay yo sé que como el río del tiempo no pasarás tu agua
por este instante de tu orilla que transcurriste ya.
Tú no eres el bote en la marea, eres tormenta.
Tú ganas perderme, yo pierdo, no ganarte más.
De ti tan sólo queda el humo de tu marcha, a la distancia
Si acaso te has vuelto, ni viste, ya, las arboledas de mis
costas.
En tu alma ya ni quedan estelas de lo que se ha ido.
En la mía no hay estelas porque nada la abandona
5
No me importa verso, hallarte
en una de piel perfumada,
o en una sucia de calle.
porque quizá esté de limpio lavada
la que no tiene que darme,
porque quizá sucia de blanco,
la que en riquezas me ame.
Yo quiero hallarte, mi canto,
escrito en la sucia cara,
o limpia de la que ame,
no quiero verte parido,
de las caderas del hijo,
no quiero verte nacido,
de la matriz de lo sucio.
Yo quiero verte nacer
en quien yo ame,
y serás puro.
6
Nunca antes estuve solo,
como hoy que no estoy solo.
porque más que estando solo,
sin estarlo, más distante,
estoy y lejano de todo.
Ay, visto el mundo de cerca,
parece que cada vez,
más se aleja;
Como cuando se mira el beso
del mar del cielo y la tierra,
y a él se camina y se empuja,
en la mirada, y no se llega;
Así, soy un ojo hecho pájaro
que persigue en el horizonte su rama
a posar el vuelo cansado.
Así, soy la estela de un barco,
que persigue el pincel que la pinta,
y nunca llega a pasarlo.
7
Te he buscado revisando mil rincones
mil caras, mil formas y ninguna es tuya
mil miradas mil palabras y mil voces
tu forma y tu voz yo no encontré en ninguna
No, no es tu forma y tu voz lo que buscara
pues seguro que entre todas hubo alguna
a la tuya parecida e ignorada
de mis ojos, pues no es eso lo que buscan
Mil quizá que como tú, otros despreciaron
que como tú a otros, para mí son el misterio
donde busco como en ti alguien ha buscado
lo perdido que aunque busque nunca encuentro
Yo te busco y ni mirándote te veo
y aunque viera lo que en ti en otras muchas
aún tu espíritu aún tu voz aún tu cuerpo
y la misma pasión, no es la tuya.
Para verte, hasta en ti, me he vuelto ciego,
a mis ojos no vendrás igual, ya nunca.
8
No quiero cerradas las ventanas
ni que las puertas estén cerradas
no quiero en los ojos la mordaza
de párpado, no quiero escuchar nada
Quiero el oído vacío de ruidos y de charlas
para escuchar y ver tu llegada
no quiero las ventanas levantadas
quiero el encierro de las puertas apoyadas
no quiero la pupila iluminada
quiero el oído ensordecido de otras hablas.
No quiero mirar tras de mis lágrimas
y sentir de su vuelta vacía mi mirada
quiero sordo y ciego yo esperarla
y por no ver, suponer que si mirara
tan sólo un paso para llegar faltara.
No quiero penetrarme de distancia
para ver cómo no vuelve a mí mi
amada.
9
¿Por qué quedarte si no quieres y no me quieres?
Pero no, aunque no me quieras, no te vayas.
Quédate. Me conformo con que sea siempre,
siempre quizá, quizá mañana.
No, no has podido quererme ni quedarte.
Dime ¿qué puede consolarme amada mía?
Quizá tan sólo pensar:
Tal vez, tal vez vuelvas un día.
Pero ay ¿por qué sigo pensando
en este petrificado silencio que retumba?
Tal vez porque piense y tema,
que quizá, quizá no vuelvas nunca.
¿Qué se puede beber cuando en la boca
la más ávida sed nos grita?
Tú no has vuelto. ¿Cómo puedo consolarme?
Pensando que quizá, quizá te olvide un día.
10
Tomaste la llave y la cartera,
llorando suavemente, sin sollozos
me vi en ti, hecho estaca, y tu suelo
A mis ojos, todo, éramos nosotros
Buscaste la cerradura con la llave
y apuñalaste allí la puerta
hundiste el acero en el cerrojo
como yo fui ganzúa en tu madera.
Y como la sábana acarició el colchón
y como yo fui sábana en ti que fuiste cama
beso sosegado, tu cuerpo el marco de la puerta
como se posa la blanda mansedumbre de un mirada
Y se divorció el beso del marco y de la puerta
cuando tú en sólo un susurro de abertura
como se hirió la unión de nuestra cama la empujabas
como se destejió el abrazo de las almas.
Quedaba la noche dentro de la pieza
la noche nuestra quedada allí apagada;
encendida, pues a oscuras fue nuestra noche,
a oscuras porque nuestra noche fue pasada.
Y otra vez el beso de la puerta contra el marco,
petrificado, hasta astillarse en una llave;
y una vez nosotros separados
como las tierras apartadas por los mares.
En la madera caliza de aquel cofre,
con joyas de sillones y de camas
quedó atrapada la joya de una noche
y la perla de un amor quedó atrapada
Te estoy llamando noche sólo noche
con la duración corta de una noche sola
te estoy llamando amor perdido en una noche
perdido, como en el mar se hundió la ola.
11
Tu piel contra mi piel, no
en medio el aire.
Tu piel contra mi piel, no
aunque te apriete.
Mi piel contra la tuya, no
no he de tocarte.
Tu piel nunca me arriba,
aunque se siente.
12
¿Cómo decir para que se escuche aquí la que escucho,
que el puñal de esta música llega a mi alma?
¿Cómo decir con la simplicidad de esta ola de canto
que me moja melodiosa; que me empapa?
¿Cómo decir sin saber decir lo más simple,
cómo explicar sin poder lo más llano,
que escuchando esta inefable música,
con música en el alma yo la amo?
13
Quererte retener fue intentar frenar el viento
vano, como querer perpetuar el beso del río y de la cosa.
Mas, yo traté, lo mismo, de arrebatar el vuelo a tu ala.
en mis manos te hice ropa cárcel te hice casa, te hice ropa
Y, ávidos de ti tendí abiertos mis dedos,
y sentí que te tocaba, y hasta creí haberte frenado,
y cerré inútilmente los puños, como queriendo un rayo atrapar
que al abrir la puerta hirió la oscuridad del cuarto.
Sí, mis dedos fueron esa puerta y mi ansiedad la llave
y tú fuiste la luz, imposible de encerrarte.
Mis manos aún sostienen un hueco vacío
como ramas, en que no quisiste posarte
y aún son cuchillos para cortar tus pasos
cuchillos desiertos, tan sólo cuchillos.
Quererte retener fue intentar frenar el viento
vano, como querer perpetuar el beso del río y de la costa
mas, yo traté, lo mismo de arrebatar el vuelo a tu ala,
miro mis manos y sólo está la huella de mi ansia y no otra cosa
14
Niña mira la llagada mano
en que apresaste la rama
para no naufragar en el pantano.
Mira cómo absorbe el abismo
la piedra que la montaña
se ha desvestido.
Mira el empuje del torrente,
y de la frágil voluntad
el dique impotente.
Mírate, hoja en un viento raudo,
mira el cordel del ancla
de tu empeño, cortado.
Mira el sudor del esfuerzo vano,
en el llanto de tu pena.
Mira tu pecado.
15
Oye, fuiste niña, porque niña,
niña es la pureza de la nieve;
Oye, fuiste limpia cual lo blanco,
como la transparencia virgen que del cielo
llueve.
Oye, eres impura como el llanto
que está sucio de la pena del pecado,
no eres clara cual la luz, porque la noche,
de lo oscuro lo diáfano ha enturbiado.
De la luz de tu niñez el sol se pone;
ya tú sabes que este ocaso es como muerte,
sin el alba que despierte la vida, como luz
que eclipsa la ceguera, en la virtud la mancha para
siempre.
16
Cuando el ruido naufraga
en el silencio
y el bullicio anochece
en la intimidad
del pensamiento,
cuando la mente
canaliza su bogar,
mi pensar
sólo es recuerdo.
Cuando tras el muro
de lo interno
ensordece la materia
y lo exterior, yo pienso,
tu flotas en mi mente,
y yo te anhelo.
17
Antes estuve
y no supe que estuve solo;
sentía la soledad,
sentía que no era nada.
Llegaste y te fuiste.
De nuevo vuelvo a estar solo.
Siento la soledad
que me viste y me acompaña
Estaba solo y creía
que todos estaban solos
La soledad la creía de todos,
eso me consolaba
No estuve solo, y hoy solo
yo sé qué es lo que me pasa.
Hubiese querido solo,
ser siempre para que nunca
solo de ti me quedara.
18
Hay una nada
que está sepulta,
amortajada
entre las páginas.
Porque yo sé que un día
tú las pasabas,
la ven mis ojos,
aquí sellada.
Quizá es la senda
en que tu pupila
rodaba, aquella
vez que leías.
O son tus manos
aquí escritas,
o, toda tú, impresa
en cada línea.
Mas, quizá es un libro,
y de ti nada,
hojas vacías
de tu mirada.
Quizá mi ansia
sólo me dicta,
huella aquí escrita,
que no se palpa.
Mas si yo aprieto,
cosa que es nada.
entre las hojas
queda aplastada.
Como si parte de ti
allí quedara,
aunque no hay nada
las hojas, yo siento hinchadas.
Ay, un toque tuyo,
que me tocara,
o que desde el papel me viera
un eco de tu mirada.
O que en cada letra resucite,
tu voz apagada
para mis oídos sordos,
por la distancia.
19
En cada página,
como en un camino
por ti recorrido,
veo las plantas,
veo los pies, las huellas,
de tu mirada.
Recorro frases
que tú has leído,
no leo el libro
que me prestaste,
leo la estela,
que en él dejaste.
Tu mente un día
pensó sus frases;
las leo iguales;
piensa la mía,
igual que tú
cuando las leías.
20
Temí, y te dije que temía,
supiste que temía y me dijiste,
que nunca temiera tu partida.
Soñé, y te dije que soñaba,
no es tu sueño, dijiste, es la vida;
tú no sueñas que te digo esa palabra.
Creí, que soñaba que soñaba,
creí, pues tú decías no era sueño,
que del sueño yo ya nunca despertaba.
Eres tú, quien ahora llama sueño,
al sueño que dijiste que no era.
Hoy tú le dices sueño,… y me despierto.
21
Niña si buscases la hoja ayer caída,
no la vieras porque el viento navega tripulando,
mas si miras la rama ayer vacía,
tú sabrías que de nuevo, está emplumando:
niña, no se niega la hoja, y si se negara,
a flotar en el arroyo de la brisa,
como tú, ¿con qué riendas frenaría
lo infrenable que ante todo seguiría?
Niña, el tiempo pasado sedimenta,
el momento que tu llanto fertiliza,
verás, si buscas el momento y tu pecado,
que sólo en el recuerdo resucitan.
Niña, mientras lloras tú no pecas, eres pura.
Niña, no llorabas cuando hiciste tu pecado.
Niña, cuando estéril fuiste al llanto, tú pecabas,
niña, ya no pecas, eres pura, estás llorando.
22
Desagota el amor y los anhelos,
remedando reversido lo pasado,
cual la gota que fue nube y vuelve al suelo,
ovillemos el andar desovillado.
Vayamos al olvido, aun atados,
huyamos del cariño, paralelos,
no te quedes ni me quede retrasado,
hagamos sólo un rumbo y mismo vuelo.
No te quedes, mejor si juntos vamos;
seamos los dos proa, juntos, sin perdernos,
pues sufrirá quien al olvido sea lerdo.
Recordemos, si podemos esperarnos,
mas no esperemos, que prohibido está querernos;
olvidemos, que más triste es el recuerdo.
23
Estoy solo,
tú no me hablas,
yo quisiera que llamaras.
Me llama en el pensamiento,
la voz que en lo real
no es nada.
Mi ansiedad oye que llamas,
tu voz,
el silencio apaga.
Escucho algo mudo que habla,
resonancias en mi alma;
ella escucha que me llamas,
mi oído
no escucha nada.
24
Escucho,
la brisa de tu voz
remedarse en mi mente.
Fluir irreal,
en el silencio ausente
incolora como el alma
emana pues tras del tiempo
y se filtra en la distancia.
El silencio
se hace denso
y me aturde en su callar;
impalpable
oigo tu hablar;
y es tu voz la voz del viento,
es el eco del pasado
que redunda en el recuerdo.
Es el viento,
como el tiempo,
inaquietable.
Es el tiempo cual tu voz.
inalcanzable,
amortajada en el ayer;
abstracta e impalpable
como el cielo.
25
No sé si cuando el cuerpo siento
lo siento como si fuese el alma
La sensación de mi alma es tanta,
ahora, que la siento cuerpo.
La siento como un carozo
que me ocupa que me abarca
como si fuese el agua
en su cáscara de pozo.
Siento mi cuerpo un pulmón rebalsado
de apretado aire contenido
como si fuese el suelo hundido
que está sosteniendo un lago
Pero más hondo de mí todavía
otra alma tiene cuerpo en mi alma
esa alma que mi alma habita
eres tú y mi amor, amada.
26
Por un parlante viejo se escapa una canción vieja
ya la había escuchado antes, muchas veces:
¿acaso tras de este instante,
cuando otra vez la escuche
recordaré esta versión,
mellada de un chisporroteo de tornillos flojos?
Se escucha una canción vieja, por un viejo parlante.
Hoy,
nueva para mí, distinta,
distante
de mi oído,
maquillada de ruidos ajenos.
Y va secándose ese arroyo musical
Hasta que llegó a su último punto este segmento.
que recorrió mis tímpanos
como se espeja en los ojos, el raudo paso de un tren.
Se escucha por un parlante viejo
ahora el crocante crujido quebradizo
de un ronroneo metálico de chispas
Y no sé si se escapa o queda dentro.
un espeso vacío.
Hace mucho ya que miro
el parlante enmudecido;
que amortaja un silencio de mortaja.
Siento ahora, como si hubiese gastado mi oído
hacia dentro
como si mis tímpanos estuvieran en
mis entrañas como si mis entrañas fuesen
el alma
Y allí está el espejo donde se retrata,
este monótono arrastrar de latas,
este puntiagudo y arenoso cosquilleo
de parlante viejo.
y mi alma es un parlante,
un parlante nuevo,
que dice la música de uno gastado y viejo
porque en la hondura de mi
espíritu,
reverbera la gárgara de un púa
frita en grumoso herrumbre.
Ay porque ese vacío del parlante
vacío como el viento
que sólo está lleno de lo que es viento,
ese vacío de asperezas lleno
ese parlante,
son como el árbol y el viento
que están vacíos de todo
y sólo lleno de ellos.
Ay mi alma es un parlante,
mi alma es un árbol,
un árbol quieto,
que no mueve el viento,
un parlante sin música
un parlante nuevo que parece viejo.
Mi alma está llena del vacío del amor,
mas no tiene música porque tú estás
lejos.
27
Mil caras van pasando por mis ojos,
vendrá la tuya
como todos los días
tras alguna.
Veo mil caras mientras espero que vengas
busco la tuya,
mas aún no llega.
Y se trepa una pregunta,
a mi alma que sospecha:
¿y si otros ojos, que no son los míos,
te esperaron o te esperan?
veo mil caras que como siempre
llegan
y creo que llegarás, como siempre,
veo mil caras ajenas,
que me consuelan.
Y otra vez, de entre mil caras
la desconfianza llega…
Y sigo entre mil que pasan
esperando tu llegada.
28
Tengo el agua,
mas no hay copa que la atrape;
hay semilla,
mas no tierra que la amamante;
tengo el río,
mas no hay lecho que lo encauce;
y es el agua,
el río y la semilla lo que hablarte
quiero; y es la copa,
la tierra, el lecho y cauce,
lo que falta;
la palabra sepulcrada entre mi carne,
el silencio,
que enmudece la voz y de ella es cárcel.
29
Miré por la ventana amanecer
se desnudaba de negro el cielo
tú dentro de vestías, y de roja
anochecía la mañana de tu cuerpo.
Tendiste las arrugadas sábanas
que te aterrizaron en la cama un beso
como tu cuerpo que fue cama
en que fue sábana mi cuerpo.
Encorchaste la vacía botella
que aspiró sedienta el tapón fofo
como tú antes fuiste fraseo
que yo asfixié hecho corcho.
Pusiste los vasos bajo el agua
que como yo en ti, se hundió en sus paredes;
y se enredaron el alcohol y el agua
como se injertaron antes nuestros seres.
Y apagaste las luces y te sentaste
mirando el alumbrar de la ventana
seguía amaneciendo, mas en ti,
no amanecía ninguna palabra
Seguí mirándote como antes,
tu ropa aún oscura me era un vidrio;
tuve tu cuerpo como un pájaro en mis ojos
tan cerca, qué desnudo lo veía, aun vestida
No se escuchaba nada, ningún ruido;
sólo el aire que tu respirar desgarraba.
mas por dentro tu último acento
en mi aún retumbaba
¿Qué fui yo? como la noche que aplastó la luz,
tú me dijiste en tus últimas palabras;
volví a mirarte, un cigarrillo,
tú fumabas aun callada
Aplastaste la brasa y se apagó,
como nuestro apretado ajuste cayó nuestro fuego,
pronunciaste una muda letra de humo,
que se desmenuzó como el pasado nuestro.
30
Quisiera saber qué sientes
de mí de esto que es conmigo
pues cuando pienso que sientes
creo que sientes lo mismo
Mas no, no somos iguales,
yo soy riego que la vida,
de una vida despierta
en ti adormecida
Tú eres tierra,
yo semilla;
yo soy lanza;
tú eres carne dolorida.
Yo soy diente que la fruta
rubrica con un mordisco
tú eres fruta en que la muerte
de mi mordisco te ha hundido.
Ha muerto una vida de nieve;
una de tierra ha nacido,
quedarás tú de mis pasos
mellada como el camino.
Tú llevarás la horma
que mi boca te había ungido;
de mi mordisco mis dientes,
y de ti, estarán vacíos.
Sólo el recuerdo sabrá
que ese mordisco fue mío.
JORGE LEMOINE Y BOSSHARDT
Premio Internacional «El Seráfico» de Elda, Alicante
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