Blaze! Capítulo 20

Capítulo 20 – Buscar y destruir.

Blaze se detuvo al ver la torre llena de libros ardiendo, viendo como los monjes y aldeanos intentaban contener el avance del fuego, que amenazaba con reducir a cenizas toda la localidad.

¡Albert! –gritó la maga, cubriendo su cuerpo con el hechizo Air Barrier, lanzándose contra la biblioteca, botando con un golpe de hombro una calcinada pared, penetrando en el edificio.

La joven movió con patadas todos los ardientes escombros que se encontraba en el camino, tratando de localizar a su escudero, temiendo que hubiera perecido. Intentó ayudar a calmar las llamas con su hechizo Hidden Mist, atrayendo la humedad del ambiente al interior de la biblioteca, llenando el espacio con esta, pero su control con este tipo de técnicas no era de los mejores, produciendo una combustión incompleta del material incandescente junto a un humo tóxico que enfermó a varios de los habitantes que ayudaban desde el exterior.

Maldición, maldición, maldición –pensó Blaze, incapaz de encontrar pistas sobre Albert, hasta que divisó una forma humana estrellada sobre un escritorio, desde la cual se apreciaba como pequeñas llamas emergían de sus ahora inexistentes ojos.

La hechicera tomó el ardoroso cuerpo, el que se apagó al instante de contactar el Air Barrier, sacándolo del recinto, dejándolo caer al piso empedrado de la ciudad. La piel estaba derretida en la mayoría del cuerpo, mientras en algunas partes completamente calcinadas se podía ver directamente los huesos. Su cara era irreconocible, con las orbitas oculares vacías y negras, el cabello tampoco sobrevivió a las altas temperaturas, y su boca parecía haber quedado con una mueca burlesca y tétrica, enseñando los dientes como un animal a la defensiva.

Este… no es Albert –determinó Blaze, notando también que el tamaño del cuerpo no correspondía con el de su camarada, aliviando un poco su preocupación–. Entraré nuevamente.

Cuando la joven se disponía a ingresar por segunda vez al espacio siniestrado, divisó a lo lejos una figura conocida, completamente manchado con hollín de pies a cabeza, llevando pequeños barriles con agua y lanzándolos a los focos de fuego.

¡Albert! –gritó aliviada, saltando en el aire en su dirección, manteniéndose suspendida como si flotara, cayendo grácilmente frente al muchacho–. ¿Estás bien?

Albert no atendió a las palabras de Blaze, siguiendo con su faena, acarreando los barriles con agua, siendo interceptado por la maga, que lo zarandeó para hacerlo reaccionar, mirándole a los ojos, que se encontraban perdidos y distantes, hasta que el oráculo aflojo su cuerpo, cambiando su semblante.

¿Blaze? –preguntó Albert, saliendo del trance y llenándosele de lágrimas los ojos–. Fue Abelard, el inició el incendio e intentó matarme.

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Después de unas arduas horas de lucha, finalmente se logró controlar el incendio, que destruyó por completo la gran biblioteca de Libër y parte del convento, pero que no se propagó a las viviendas aledañas. Blaze se echó al hombro el cuerpo calcinado que encontró dentro de la biblioteca y lentamente junto a Albert se dirigieron a la casa de Dælilik, lugar donde la maga utilizó el mismo hechizo usado sobre la sobrina de Weiss, pero esta vez sobre su alterado escudero, durmiéndolo para que descansase en el piso, tapándolo con su capa.

Ahora, lo prometido –dijo Blaze, sacando unos frasquitos de vidrio desde su oculta bolsa mágica, los que contenían pequeñas hebras vegetales, metiéndolas en una olla de la vivienda para realizar una infusión–. Necesito agua.

Weiss le entregó un jarrón lleno del vital elemento a la maga, comenzando a calentarla dentro de la olla, en un incómodo silencio. Después de unos minutos de cocción, la infusión quedó lista para consumir.

Despertaré a su sobrina, tenemos que hacer que beba esta infusión hasta que se le pasen los efectos de la hierba que consumió –explicó Blaze, mirando las pocas hojas que logró quitarle a Dælilik antes de que las consumiera todas–. No sé lo que son, simplemente no conozco estas hojas…

Pero se las entregó Abelard, lo expulsaré inmediatamente del convento una vez terminé todo esto –dictaminó Weiss, desconociendo información importante que Albert le comunicó a la maga.

Fue él, el que inició el incendio, Albert me lo dijo antes de venir aquí –contó Blaze, desconcertando al viejo.

Imposible, la casa abandonada donde le vimos se encuentra demasiado alejada como para que llegara a la biblioteca y… –replicó Weiss, deteniéndose al ver el bamboleo de la cabeza de la joven hechicera.

¿Recuerda que también le dije que ese no era Abelard? –preguntó Blaze, con mirada seria y penetrante–. Acompáñeme.

En el exterior de la vivienda se encontraba el cadáver chamuscado tirado en el piso, con su macabra sonrisa hacia arriba, horrorizando al viejo Weiss.

Más le vale no impresionarse con esto, lo que viene es peor –comunicó la maga, tomando desde el cuello la cabeza del occiso–. A ver, a ver, ¿dónde está esto? Hace rato lo sentía más fuerte, la influencia debe estar desapareciendo… ¡Aquí!

Blaze tomó el trozo de su antigua espada, el que utilizaba como cuchillo desde la lucha contra el guerrero extranjero, cortando profundamente en el cráneo del inanimado cuerpo, para luego hundir los dedos bajo la apretada y pegada piel, tirando la piel y los músculos hasta rasgarlos, dejando expuesto el hueso de la calavera. Weiss intentó no vomitar, aunque fue en vano.

Aquí está –presentó Blaze, mostrándole al monje unas inscripciones talladas profundamente sobre el hueso–. Esto es escritura demoníaca, Abelard estaba siendo controlado por un demonio y, los que son capaces de hacer esto, no son para nada débiles.

¿Entonces, como pudo volver tan rápidamente desde la casa a la biblioteca? –preguntó Weiss, reconociendo la verdad en las palabras de la maga.

Con un hechizo, el Fluxus Instant, pueden moverse instantáneamente de un lugar a otro, sin importar la distancia –explicó al viejo monje, estremeciéndolo por la inimaginable habilidad demoníaca–. Se quedó junto a Albert, fue a la casa abandonada donde le vimos y luego desapareció, volviendo a la biblioteca, comenzando el incendio que acabó con todo.

¿Por qué un demonio querría quemar la gran biblioteca? –preguntó Weiss, apoyándose en el marco de la puerta de la casa, sintiendo un vahído.

No lo sé, tendremos que preguntarle más a fondo a Albert después de que descanse, quizá el demonio le dijo algo mientras se encontraban juntos… –ideó la maga, dejando nuevamente en el piso al cadáver.

Blaze despertó parcialmente a Dælilik, dejándola entremedio de ensoñaciones para que no luchara contra ellos, permitiéndole a su tío administrarle la infusión preparada, durmiéndola otra vez para dejar actuar al brebaje. La maga salió por un momento de compras, gastando la reserva de dinero que tenía Albert, llevando alimento para tres personas. Comió junto al viejo, contándole varias cosas sobre la magia negra y los demonios que la utilizaban, hablando por un par de horas, tiempo que consideró óptimo para despertar al escudero, ya había descansado mucho y necesitaban respuestas.

Albert, despierta, ya descansaste demasiado –dijo monótonamente Blaze, palmoteando suavemente el rostro del somnoliento oráculo, siendo la forma que eligió para poder retirar el Keeper Oniric–. ¡Despierta, te dije!

¿Qué?, ¿dónde estoy? –preguntó desorientado y somnoliento, sentándose sobre la capa de Blaze.

En la casa de la sobrina de Weiss, recuerda. Queremos que nos cuentes más a fondo lo que sucedió dentro de la biblioteca –pidió la maga, moviendo la cabeza como señal de que le devolviese su capa.

Weiss se alejó un poco del lugar, escuchando desde lejos la conversación de los camaradas, quedándose al lado de su sobrina.

Perdón… Bueno, que te puedo contar… Abelard se puso repentinamente enfermo, así que bajó al baño del convento, dejándome solo por un par de minutos y luego volvió todo cambiado, me preguntó si había encontrado lo que buscábamos e intentó golpearme con una antorcha encendida, con la que ya había comenzado a incendiar la planta baja de la biblioteca… –contó Albert, desperezándose, devolviéndole la capa a su dueña–. Me escondí detrás de unas estanterías, hablando con él, para saber por qué me atacaba, diciéndome que deberíamos alejarnos de las cosas que no nos interesan y que con mi muerte de seguro quedarías tan afectada que dejarías de buscar el corazón del único ser divino.

Espera, ¿te dijo eso último textualmente o tú le contaste lo que estamos buscando? –consultó Blaze sorprendida, sin entender la situación.

No, él lo dijo textualmente, le conté que buscábamos un artefacto mágico, pero no especifiqué la procedencia ni ninguna de sus características, eso me hizo dudar también, por lo que salí de mi escondite y me di cuenta de que era un demonio –respondió el oráculo.

No era un demonio en realidad, sólo estaba siendo controlado a distancia por uno –aclaró la maga.

¿Segura? Su presencia era muy fuerte para estar controlándolo a distancia… –disintió Albert, confundido.

Si así fue, significa que nos hemos hecho de un enemigo muy poderoso –declaró la maga, enumerando a los entes demoniacos que podían estar detrás de ella por alguna extraña razón–. Sólo tengo un trato demoníaco con El Durmiente, pero no veo razón alguna para que nos esté atacando; además, la presencia que sentí me es totalmente desconocida.

Si lo piensas bien, no te atacó en lo físico, quería que te sintieras mal por mi muerte y dejaras de buscar el corazón –apuntó Albert.

Tienes razón. ¿Será que teme enfrentarse conmigo y por eso atacó a distancia o habrá alguna causa oculta para nosotros? Sabemos que el corazón es un artefacto muy poderoso, ¿pero atacarnos para disuadirnos de no seguir? –se preguntó en voz alta la maga–. ¡Ah! Antes de ser atacado, ¿encontraste algo de información relevante?

Él me preguntó lo mismo, y cuando le conté lo que alcancé a leer, dijo que con mayor razón debía matarme –respondió Albert.

¿Y qué le dijiste? –requirió la joven.

Bueno, leí sobre un trozo del corazón, el cual fue encontrado por un campesino. Este hombre refirió que, al entrar en contacto con la roca, así la calificó, sentía como si se fundiese con el todo, que sus límites se emborronaban y se percibía presente en todos lados y dentro de todos los seres vivos, era en esos momentos que el corazón cambiaba de su forma pétrea, transformándose en carne roja y palpitante. Varias personas quisieron experimentar lo que el campesino contaba, demostrándoselo a sus conocidos más cercanos, pero ninguno de ellos logró sentir nada al contacto, llamándolo charlatán, haciendo que este se negara nuevamente a mostrar el artefacto. La gente comenzó a hablar mucho sobre el tema y las noticias llevaron a un mago de la época a investigar el artefacto, pero este lo robó y se le perdió la pista para siempre –narró Albert, recordando las palabras leídas.

Interesante, ¿algo más? –preguntó Blaze, atraída por las palabras de su escudero.

Nada más –finalizó Albert–. Después de eso Abelard saltó sobre mí como un gato para atacarme, pero pasó de largo y cayó a la planta baja, maldiciendo y jurando que nos veríamos nuevamente, riéndose a carcajadas. Gracias por preocuparte.

¡Qué loco y tétrico…! Al menos te salvaste –felicitó Blaze, palmoteando fuertemente la espalda del oráculo.

¡Auch! Fue suerte el que sobreviviera, me agaché rápidamente por reflejo y vi como Abelard pasaba por sobre mí –gimoteó Albert, sintiendo la palma de la maga en su espalda, ahora enrojecida por el golpe.

No llores… Entonces, ¿podemos decir que el campesino tenía un nivel de energía mágica que le hizo experimentar tal vivencia con el corazón o…? –planteó Blaze, pensando en las palabras recién escuchadas.

¿Era realmente un charlatán? –replicó Albert.

No creo que fuera el caso, ¿quién robaría algo totalmente inútil a un campesino embustero y no se vengaría por el engaño? –dijo Blaze, dejando en claro lo que haría si le sucediera tal cosa.

Esa eres tú, Blaze, no todos se quieren vengar del mundo por… –respondió Albert, callándose al notar que sus palabras podrían ser respondidas con una golpiza.

Bueno, digo, ¿qué otra cosa podría ser el detonante de la actividad del corazón sino la energía mágica? Era sólo un campesino que al tocar la roca sentía todo eso, no hizo nada en particular, al menos no decía nada de eso, y los otros individuos que intentaron probar no sintieron nada… ¿decía en qué lugar la encontró? –preguntó la maga, uniendo los cabos sueltos de la narración.

En una zona rural del reino del dios Sol –referenció Albert, recordando el escrito.

Genial, detrás de las montañas, lugar por el que deseo que pasemos –comentó feliz la maga, sonriendo, atemorizando a Albert–. Vámonos de aquí, podemos seguir con la búsqueda, tienes buena memoria, yo recordaría la mitad de lo que me contaste.

Blaze se acercó a Weiss para indicarle como proceder con su sobrina, que para el siguiente día estaría desintoxicada de la rara hierba consumida.

Señor Weiss, debemos irnos, ahora le indicaré cada cuanto tiempo debe hacerle beber la infusión a su sobrina, si sigue todo al pie de la letra, mañana se encontrará totalmente curada –habló la maga, disponiéndose a despertar a Dælilik.

Gracias, Blaze, pero no puedo dejarlos ir. Ustedes son parcial, por no decir completamente culpables de lo que sucedió en la gran biblioteca de Libër, deben ser enjuiciados como corresponde por nuestras autoridades –acusó Weiss, quien había llamado secretamente hace rato a guardias de la ciudad para que detuvieran a la pareja, los que llegaron justo cuando ellos intentaban retirarse, bloqueando la puerta de la vivienda.

Pero señor Weiss, el que inició el incendio fue Abelard… –justificó Albert, intentando evitar un arresto injusto, según su parecer.

Sí, pero el demonio iba detrás de ustedes –subrayó Weiss, culpabilizándolos por el accionar del ente sobrenatural.

Nosotros no sabíamos que estábamos siendo seguidos y observados –rogó Albert, sintiendo como la energía de Blaze desbordaba de su cuerpo, temiendo por todos los presentes.

No me interesa, alguien debe pagar por la catástrofe y ustedes parecen ser los indicados –sugirió Weiss–. ¡Aprésenlos!

¡Oh, no, no otra vez! –gritó Blaze, extendiendo sus brazos hacia el frente enérgicamente, golpeando con el codo el rostro de Albert.

¿Serán apresados injustamente Albert y Blaze?, ¿quién estará detrás del ataque?, ¿por qué no quieren que Blaze se haga con uno de los trozos del corazón del único ser divino? Esto y mucho más en el próximo capítulo de BLAZE!

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