Manifiesto de un ojo cansando Sobre la belleza de la vida

Manifiesto de un ojo cansando Sobre la belleza de la vida

Mariano Mariani

20/01/2021

Mi ojo se ha cansado, también se ha quejado. Me dijo que lo deje en paz. Mi levedad es su tortura constante. Mi abrumadora curiosidad lo ha agotado. Él ya no quiere ver, se niega a seguir moviéndose de aquí para allá. Se ha posado sobre cosas superfluas y también ha podido traspasarlas hasta escrutar los enigmas profundos, sin embargo, nada lo aquieta. Me reclama paz.

Hecho para ver pero sin saber que, quiere descansar. Hecho para ver sin poder verse, se posa en infinidad de objetos, personas y paisajes pero nunca pudo develarse.

Su castigo es ver.

Ha visto otros ojos, en igual condición, eternamente entretenidos, brillantes, hiperactivos, sin sosiego. Ha descifrado su insatisfecha situación.

Mi corazón inquieto es su vigilia.

Los parpados, tibios mantos húmedos, le traen algo de calma a su zozobra esencial, luego la agitación retoma. Mi ser obstinado hace su estancia móvil, incansable y agotadora. Entre dos nadas, entre un origen ignoto y un final indescifrable, su permanente fluir.

Las flores, el cielo y las estrellas lo cautivan temporalmente, en una transitoria hipnosis se imanta con ellos, algo le dicen de la quietud.

De los miles de ojos vistos, hay unos, que destellan, los demás se van al olvido e indiferencia. Esos ojos tienen algo más que un mero reposo. Son los ojos del amor.

Allí mi ojo habita, se ha visto en la mirada tensa y apasionada. Renovados, la belleza parece envolver las cosas. La inquietud mecánica se trasfigura en sutil danza armónica, el cansancio se ha trocado en un constante deleite idílico.

Tras las cosas mudables la permanente belleza.

Mi ojo. 

Etiquetas: reflexión

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