Carta a Marianela: de un desquiciado a una loca.

Carta a Marianela: de un desquiciado a una loca.

Lucas Russo

26/01/2018

Querida Marianela,

Sinceramente, siendo yo, una persona de tan básico andar, no entiendo de sus complejidades ¿Como es posible cambiar de parecer reiteradas veces en el transcurso de cuatro horas? Imagine usted mi asombro al despertar y leer su mensaje queriéndome ver, y sin siquiera yo responder, cancelar su deseo de hacerlo. Acción repetida durante toda la noche de carnaval. Aun así me considero capaz de comprender cuando uno tiene ganas de hacer o de no hacer algo, pero de una manera mucho mas lenta. Entiéndase, si quiere, en formato de días. Es decir: Hoy nos vemos, mañana no. O en formato de colores: eso es blanco y eso es negro. Sus deseos anoche cambiaron tan rápido de blanco a negro de blanco a negro que pasó a ser gris y lo gris nunca es bueno. Confunde. En momentos creía que debía acercarme y arrebatarle un beso y en otros creía que debía mantenerme alejado.

Querida, su comportar fue de modo caprichoso y egoísta, y estas cosas, como bien sabe, se hacen de a dos. Desde el momento que la vi quise dejarme llevar por mis mas salvajes instintos. Me imaginé levantándole el tutú de su disfraz de bailarina, corriéndole el culote a un lado y entrar con furia a beber del dulce néctar de sus piernas, donde yo, con mi atuendo de pirata, descubriría el mayor de los tesoros: «El elixir de inmortalidad». Hasta que me pidió que la acompañe a su casa a buscar que beber. Sepa usted que si quiere algo de la otra persona debe de tratarlo bien de lo contrario su reacción será negativa, y vaya que lo fue. Usó mi sed como excusa para poder recriminarme y yo pasé de querer desgarrar sus prendas a querer irme a mi casa. Solo.

Aunque no quiera reconocerlo sus planteos fueron poco cuerdos. En primer lugar, el baile estaba lleno de pequeños querubines correteando de aquí para allá jugando a las escondidas por los lugares mas oscuros y perversos de la noche y podían vernos. Y su casa, si usted quería liberar pasiones en su casa antes de que llegase su marido, que dicho sea de paso, podía llegar en cualquier momento, debía de decírmelo. Uno no es adivino ¿Vió?. Pero la noche estaba en pañales y las oportunidades podrían haber seguido floreciendo. De igual manera usted, querida, prefirió seguir atacándome. Las ganas de irme habían aumentado.

De todo su parloteo gruñón hubo una frase que quedó resonando en mi pensar: «vos deberías jugártela mas por mi» Quiero que sepa, Querida, y sin que lo tome a mal, que yo ya no me la juego por nadie. Sinceramente lamento si daño de sus expectativas pero eso no va a suceder.

Saluda cordialmente Lucas (su amante o ex amante).

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