Me dijeron: ¡Ya no te amo!

Un balde de agua helada cayó sobre mi cabeza, sin piedad, ni misericordia, solo sucedió, al grado que puedes escuchar el latir de tu corazón, lo sientes justo en la garganta, y es una sensación tan enorme que sientes faltar el aire, el correr de la sangre se maximiza, y se hace presente en cada parte del cuerpo; un sudor frío te recorre, no hay nada más por hacer: ¡Te han roto el corazón!

Las lagrimas se hacen presentes, la desilusión es inevitable, ves como caen en pedazos tus sueños, tus planes a futuro y con ello, se va parte de tu amor propio; decides que es mejor no salir, no quieres ver a nadie, pues no quieres tocar el tema del que tanto solías hablar, y es que ahora, no será igual; te nace un miedo a que pregunten ¿que pasó? y tú inevitablemente te sueltes a llorar.

Sonreír ya no será lo mismo; has decidido hacerlo solo por complacer, y por no mostrar debilidad ante los demás, aunque por dentro mueres en vida; cada cosa, cada paso, cada lugar, te recordaran esos momentos que en un pasado viviste, pero ahora serán motivo de dudas y preguntas: ¿que hice? ¿que no hice? ¿cambie tanto? ¿De que me olvide? una tras otra llegaran como flechas, y con ellas las noches de insomnio.

Ahora tus canciones favoritas no lo serán más; algo ha cambiado, y es que, ya no estará más aquello que te inspiraba; intentarás borrar los recuerdos, quemar tal vez las cartas, destruir todas sus fotos, intentarás sonreír de nuevo sin conseguirlo en serio; escucharás las típicas frases de apoyo que solías dar, pero esta vez, no las verás tan efectivas; te enojarás, te frustrarás. y muy posiblemente desquitarás tu resentimiento con quien nada tiene que ver; ¡sentirás rabia! y una sensación que evocará tu necesidad de venganza, seguido repentinamente de un arrepentimiento prematuro, pues es tanto el dolor que sientes que no se lo deseas a nadie más.

Querrás dormir sin conseguirlo, pues solo al dormir dejas de sentir, podrá amanecer o anochecer, habrá un sol brillante o la luna llena repleta de su luz y no podrás distinguir una de otra, ni siquiera te importará saber la hora; la comida ya no será más interesante, ni siquiera un baño caliente será importante, pasarás días y noches haciendo lo mismo; tus ojos no podrán estar más hinchados, ni tu cabello más enredado. Te olvidarás de aquello que tanto te gustaba hacer, querrás exageradamente cambiar de planeta, pero solo sentirás la obligación de dejar las redes sociales, pues reconoces que ver su perfil solo traerá consigo más dolor.

Nada tendrá tu interés, tal vez por días, meses o años, y aunque los síntomas serán graduales (tal vez disminuyan), pasado el tiempo, cuando menos lo esperes, un recuerdo traerá la depresión de vuelta.

No hay nada por hacer, nadie más que tú puede salir de allí, pero no es tu deseo, ni siquiera lo piensas, pues es más fácil sumergirse en el dolor, y en la profundidad de lo que añoras.

No hay peor fracaso, que el del amor, pues es en ello, cuando entregas parte de ti, de tu vida, tus gustos, tus sueños, entregas tus debilidades y hasta tu cuerpo; te muestras tal cual eres, sin miramientos, olvidando lo más importante: Nada es para siempre, todos estamos de paso.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS