—El caso del cazador de cabezas se cerró hace cinco años.
—Parece que nos toca reabrirlo —dije sin el más mínimo dejo de ironía.
El galpón estaba a medias vacio. El desconocido había huido dejando sus útiles de taxidermia. Diferentes tipos de bisturíes, escalpelos, pinzas y forceps. Recipientes de uso quirúrgico, frascos oscuros con variadas sustancias: cloroformo, arsénico y otras más difíciles de inventariar.

Dentro de una retorta oscura se divisaba una parte de su última presa.

El reducido trofeo tenía los ojos desorbitados a causa del estupor.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS