LA MOZA DEL BAR

LA MOZA DEL BAR

Lucas Russo

24/01/2018

El día estaba gris y la interminable garúa llenaba el gran ventanal de pequeñas gotas que caían lentamente. La oscuridad de la mañana, junto a la luminosidad del interior, generaba el efecto perfecto para que él, a través del reflejo, pudiera observarla a sus espaldas sin girarse y ella supiera que lo hacía. Sus codos estaban apoyados sobre la barra y sus manos se movían libremente para todos lados mientras hablaba con su compañero. Seguramente, por los gestos que hacían, hablaban mal de algún cliente. Llevaba puesto un pantalón con rayas verticales negras y blancas, una polera negra y delantal atado sobre la cintura del mismo color. Nunca fue bueno para expresarse con una chica que le gustase, Sin embargo allí se encontraba sentado fingiendo mirar la calle.

La había visto una vez de casualidad cuando se dirigía hacia su trabajo, ya que ambos trabajaban respectivamente cerca. Él solía almorzar en aquel inmueble antiguo de ladrillos vistos y notó que era la moza nueva, le despertó su curiosidad la manera despreocupada con la que se desenvolvía y de repente como por obra de magia sintió ganas de tomarse un café con leche y dos medialunas dulces. Volver al bar que hacía mucho que no visitaba, requería un esfuerzo de mas de la cuenta, pues allí sufrió el desamor de su ultima pareja y desde entonces no tenía las ganas para generarse los recuerdos al sentarse en sus mesas. Pero de esto ya había pasado algunos meses y ahora se encontraba transformado un bar que ya no visitaba, en el bar de todos sus días. Aún así, lo único que podía pronunciar cada vez que la veía era su pedido – Buen día ¿qué vas a tomar?– moría por escuchar unos segundos mas de su vozel desayuno campestre con tostadas de pan negroresponde buscando su mirada tratando de encontrar algún gesto de complicidad, pero ella solo anota lo que él pide – ¿ café con leche?

– si por favor, gracias.

Sabía que se llamaba Camila porque había escuchado a un compañero llamarla por su diminutivo: «Cami«. Era de contextura delgada y piel morena, su rostro tenía rasgos delicados. Cuando atendía a las personas expresaba una sutil sonrisa que apenas mostraba los dientes y tenía unas cejas oscuras que le daban carácter a su mirada tímida. Llevaba un rodete para sostener su pelo ondulado, aunque éste dejaba caer algunos bucles; tratar de acomodarlos se transformó en un tic de lo imposible que era. Siempre volvían a caer. Le encantaba su modo sencillo de ser. Este modo que todo el mundo notaba y que a todos le gustaba.

Hacía unos dos meses que había comenzado a trabajar como moza del lugar y un mes y medio que él concurría con la esperanza de sacarle una charla amena. A veces pensaba en cortar caminos y preguntarle a sus compañeros alguna información que pudiera ayudarlo para comenzar a hablarle, pero luego de debatirlo internamente, la idea se le iba porque sentía que hacía trampa. Un romántico.

Ingenuo y romántico, creía en la magia para este tipo de situaciones; creía que en algún momento de todas esas veces que se vieran, el mundo iba a conspirar y los planetas se alinearían para que ellos coincidieran en algo mas que el pedido del desayuno; creía que alguna vez iban a cruzar sus miradas y que la sonrisa de ambos iban a asomarse al mismo tiempo y que las palabras comenzarían a fluir sin importar que el tiempo pase. Eso pensaba para no sentirse mal cada vez que se iba sin decirle nada y la culpa lo acosaba. ¡Ingenuo!

La garua había mutado en una intensa lluvia yla gente se había apurado en irse luego del estruendo del trueno previo a ésta , solo quedaban unas pocas personas que tambien quería irse pero demoraron y ahora no podían hacerlo. El agua casi llegaba a la vereda.

De fondo sonaba un covers acústico de «loco» de los auténticos decadentes, que acompañaba muy bien al sonido de la lluvia. La taza de café estaba vacía y la hora de partir se acercaba. Con la mirada perdida en el agua que subía a toda velocidad, recordaba a su amigo diciéndole que deje de perder tiempo, que estos casos necesitan mas de coraje que hechos del destino y la adrenalina le subió rápidamente desde lo mas bajo del estomago hasta la garganta y se dice internamente, corrijo ~ME DIGO INTERNAMENTE~ : ¡ Hoy le hablo! ¡Hoy es el día. Inflo el pecho con una bocanada de aire y le hago una seña para que me traiga la cuenta. Cuando la veo venir el aire se va, el talón de mi pierna izquierda empieza a golpear el piso a una velocidad casi imperceptible. ¡Coraje! No seas cagón, pienso.

Son cuarenta y cinco pesos- me dice entregándome el ticket. Las palabras no me salen. Tengo justo pero le pago con un billete de cien para que me traiga el vuelto y yo gane tiempo para pensar que decirle, las manos me transpiran. ¡DIOS! Que estúpido soy. Esta volviendo, aun no se que decir. Me entrega el cambio. Se va.¡Pará! No te vayas, pienso. Hace un paso y… Las palabras, por magia o coraje, salen Me encanta este covers, ¿quienes lo hacen?- pregunto con una voz apenas temblorosa. Se da la vuelta y con cara de asombro y una sonrisa me responde – ¿Viste? A mi también me encanta, recién me fijé como se llaman, SALVA PANTALLAS dice YouTube, es una chica que canta y un chico toca la guitarra. ¡ Son buenísimos!- asiento con una sonrisa y se que tengo la misma cara de asombro que ella, y nuestras miradas por fin coincidieron en el tiempo. ¡CLICHÉ!

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