CON SUS PLUMAS TE CUBRIRA

CON SUS PLUMAS TE CUBRIRA

Laura Labastida

29/07/2016

A mediados del mes de febrero en la ciudad de Valencia Venezuela, un día en particular se celebraba el fin del año chino, con muchos fuegos artificiales.

Cuando mi esposo llego del trabajo, le dije que yo quería ir con la niña a ver los fuegos artificiales, y que si nos podía llevar, contesto que no, porque estaba muy cansado, sin embargo ya yo estaba lista para salir y le insistí, y el volvió a repetir que no, que estaba cansado.

Me fui con mi hija, que para ese momento tenía siete años de edad, a tomar un autobús, nos subimos y en poco tiempo llegamos.

Caminamos unos metros y llegamos a la entrada del parque que para esa hora ya estaba cerrado, pero que desde allí se podía ver mejor los fuegos artificiales. En los alrededores había mucha gente esperando para ver el espectáculo.

Todavía faltaba una hora más, para comenzar los fuegos artificiales y seguían llegando familias enteras de todas partes del Estado.

No había pasado mucho tiempo desde que llegamos cuando mi hija me dice: ¡mami quiero orinar llévame al baño¡ Y le dije –hija estamos en la calle, el parque está cerrado y no hay ningún baño cerca, tienes que orinar aquí mismo.

La lleve lo mas retirado de la gente que pude, ya que ella decía que le daba vergüenza orinar en la calle con tanta gente, me decía que le buscara un baño, le volví a explicar que no habían baños y la lleve hacia un estacionamiento y le indique que orinara entre dos vehículos y que yo la ocultaba con mi cuerpo. A pesar de todo lo que hice y le dije, la niña no podía orinar en el lugar y me insistía que la llevara a un baño, luego de decirle que orinara allí y de buscarle
varios sitios, ella no quiso hacerlo y le dije que si no lo hacía ahora tendría
que esperar hasta que terminaran los fuegos artificiales; y nos devolvimos
nuevamente al lugar donde estábamos.

Llegamos otra vez al lugar y como aun faltaba algo de tiempo mi hija empezó a jugar con otros niños que se encontraban con sus padres, varios niños se fueron uniendo al grupo para jugar, mientras mi hija trataba de olvidar sus ganas de orinar con los juegos.

Cuando eran las nueve de la noche justo en ese momento comenzó el espectáculo de fuegos artificiales más hermoso que jamás habíamos visto, mi hija no podía ver el espectáculo con tranquilidad por su necesidad, entonces la volví a llevar cerca de un árbol y le dije –Orina aquí que nadie te ve, todos están viendo los fuegos artificiales. Ella ni siquiera se bajo el pantalón, le dije que ahora se tenía que aguantar, hasta que termine el espectáculo.

Mientras yo veía al cielo la cantidad de luces mi hija se quedo a mis espaldas y se fue alejando un poco de mi mientras jugaba; de pronto en el cielo entre los fuegos artificiales de manera sobrenatural se abrió una pantalla grande como la de un cine y pude ver segundo antes, lo que iba a suceder a mis espaldas.

En aquella gran pantalla pude ver a mi hija que jugaba, dando vueltas alrededor de un arbusto pequeño, llevaba la misma ropa con la que la vestí ese día, cerca de ella vi a un hombre de cabellos negros y lisos que llevaba puesta una camisa blanca y un pantalón de blue jean, que estaba observándola mientras jugaba.

Solo eso veía yo en la pantalla, la grama, el arbusto, mi hija jugando y ese hombre asechando. Mientras veía la imagen en mi mente iba comprendiendo todo lo que Dios me mostraba.

-Dios mío, ese hombre es un pedófilo y se quiere llevar a la niña.- Dije

Mientras pensaba en eso, la imagen desapareció, y al voltear, volví a ver la misma imagen que Dios me había mostrado segundos antes.

El hombre venia a agarrar a mi hija, lo vi acercándose a ella. En ese instante le grite muy fuerte

-Mamiii.

Ella pudo notar el miedo y el desespero con el cual le grite y corrió hacia mí, la abrace muy fuerte y me agache en el suelo, cubriendo lo más fuerte que pude cada parte de su cuerpecito, como la gallina a sus polluelos.

-Padre cúbrenos con tu sangre. –Clame

Y de inmediato sentí como una cobertura suave nos arropaba a las dos, como dice el versículo 4 del salmo 91 “Con sus plumas te cubrirá, y debajo de sus alas estarás seguro…”

Mientras abrazaba a mi hija, vi los pies de aquel hombre que pasaba a nuestro lado sin poder tocarnos un solo cabello de nuestras cabezas.

Cuando me levante, lo vi alejarse y lo seguí con la mirada hasta que ya estaba
muy lejos de nosotras. Abrace nuevamente a mi hija y le dije,

-Mami ese hombre te iba a robar

Ella me abrazo fuerte con ganas de llorar y empezó a temblar, entonces le dije:

-No tengas miedo hija Dios me aviso antes de que ese hombre te agarrara, El nos está cuidando siempre aunque no lo podamos ver.

Ella me abrazo y me dijo que tenía que orinar que no aguantaba más, y nuevamente la lleve hacia el árbol donde la había llevado anteriormente, la agache y al fin pudo orinar.

Mientras íbamos de regreso a casa, ya mas tranquilas, analizaba lo sucedido.

Ese hombre, me imagino, había comenzado a asechar a mi hija desde que
llegamos, había notado que estaba sola conmigo, y en ese momento justo cuando le di la espalda, él se lanzo hacia ella, pero no contaba con mi Dios.

-Gracias, mi Señor, no me va a alcanzar la vida para agradecerte este milagro tan grande. –decía.

Ahora cada primero de Mayo que cumpleaños mi hija, en Navidad, año nuevo y cada vez que recuerdo ese día no me canso de darle las gracias a Dios por permitirme tenerla conmigo, incluso mientras escribo estas palabras le estoy agradeciendo profundamente.

Valencia – Venezuela

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