Un Delirio de Amor y Locura

Un Delirio de Amor y Locura

Sabrina Avigliano

23/12/2020

Hace muchos muchísimos años atrás durante la batalla de Gaugamela fue que conocí al amor de mi vida ambos combatimos al mando del gran Alejandro. Derrotamos a Darío III y entramos triunfantes en Babilonia. Ahí nos convertimos al culto de Marduk Dios supremo de Babilonia, sus sacerdotes eran magos que adivinaban los destinos. Una tarde muy calurosa mi compañero y yo visitamos a uno de estos sacerdotes y le pedimos que nos adivinara nuestros destinos. El sacerdote nos miró y enseguida se dio cuenta, pero no dijo nada empezó hacer un ritual y horas más tarde nos dio su veredicto el cual no fue de nuestro agrado. Nos dijo que el Imperio al cual pertenecíamos iba a caer y con el nosotros, pero los que están destinados a amar siempre a través del tiempo y los océanos se vuelven a encontrar. Los años venideros los siglos venideros no verían con buenos ojos lo nuestro y se nos interpondrían mil barreras, pero si el amor es suficientemente fuerte puede superar todo.

Salimos del templo muy desconcertados decididos a vivir el mayor tiempo posible juntos. Hicimos un pacto de buscarnos si revivíamos, estábamos seguros de que nos reconoceríamos.

Desde niños habíamos estado juntos al principio fuimos amigos vivíamos en la misma aldea ambos éramos hijos de importantes militares fuimos juntos a la academia donde aprendimos artes militares, filosofía y política. De grandes nuestras pasiones salieron a relucir y supimos que no queríamos estar separados ni un minuto. Cuando estábamos juntos el tiempo se diluía parecía nunca ser suficiente. Amábamos batirnos en combates en la academia o disertar en la clase de filosofía ¡nunca coincidíamos!

¡La guerra era inminente! Iríamos a Asia a donde nunca nos habíamos atrevido a ir era la tierra de los bárbaros. Aunque cuando vimos Egipto, Persépolis y Babilonia dejamos de pensar que eran bárbaros. ¡Encontramos civilizaciones!

En esos tiempos ir a la guerra significaba no volver nunca más a casa así que nos despedimos de nuestras familias las cuales nos prodigaron buenos deseos y largas vidas. Sin embargo, nosotros sabíamos que las horas las teníamos contadas.

Mientras escribo estas líneas parece como si estuviera viendo todo y me parece tan irreal como si mi mente jugara conmigo.

Tal cual lo predijo el mago sucedió. Alejandro murió sin dejar sucesor para su vasto imperio. Sus amigos soldados gobernadores de las satrapías empezaron a pelearse y el imperio se fracturo en miles de partes hasta que no quedo nada más que la leyenda. Nosotros morimos en combate.

Durante el Imperio Romano cuando Julio Cesar conquisto la Galia nos volvimos a encontrar y otra vez bajo las órdenes de quien también sería recordado por la historia. Creímos que aquel mago nos había hechizado de alguna forma porque desde chicos otra vez sentimos este sentimiento de pertenecía de amor de devoción, no nos volvimos a separar hasta que fallecimos peleando para el ejército de Marco Antonio en la batalla de Accio durante las guerras civiles.

Así, fuimos encontrándonos a través del tiempo en Las Cruzadas defendimos Jerusalén. Durante, la Edad Media debimos esconder nuestros sentimientos porque nuestro amor era prohibido se castigaba con la hoguera a los que se los encontraba culpables de sodomía. Esa fue la primera vez que contrajimos matrimonio con dos bellas doncellas a las que amamos profundamente y a las que jamás les confesamos nuestro secreto.

Luego nos encontramos en la Francia de Napoleón Bonaparte sobrevivimos a la Revolución Francesa. En esa época éramos abogados y peleamos como soldados del pueblo. Eventualmente nuestro amor seguía siendo prohibido, pero más laxo.

Nos volveríamos a ver durante la Segunda Guerra Mundial acá se nos complicó aún más ya que ambos crecimos en países diferentes. Yo era francés y él era alemán. Sin lugar a duda la teníamos difícil. Peleábamos en ejércitos diferente y por primera vez en siglos peleábamos uno contra otro. Nuestros idiomas eras diferentes y nuestras costumbres, pero a pesar de todo nos reconocimos. Esta vez yo sobreviví, morí joven rodeado de mi familia.

Volvimos a encontrarnos durante la década de los noventa hacia poco había caído el Muro de Berlín. Ambos vivíamos en Argentina nos desempeñábamos como contadores y trabajábamos en un banco. En dos mil diez se aprobó la ley de matrimonio igualitario y después de miles de años al fin nos pudimos casar y formar nuestra familia. Eventualmente mi amado falleció dejándome solo batallo largo tiempo con una enfermedad la cual le gano la pulseada. Y yo me quede otra vez solo.

Esta historia la eh contado una y otra vez a la Doctora De Marchelie mi psicóloga y psiquiatra la cual afirma que nada de lo que digo es verdad que son simples alucinaciones que mi diagnóstico es esquizofrenia severa. Aparentemente llevo años internado el hospital psiquiátrico. Pero yo prefiero creer que todo lo que les conté es cierto.

FIN

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