Me gusta… y no me gusta

«No hay necesidad de apresurarse. No hay necesidad de brillar. No es necesario ser nadie más que uno mismo» Virginia Woolf.

Me gusta…

Despertarme cada día al lado de la ventana, me gustan los días de invierno, me gustan los sábados, me gusta leer y también escribir. Me gusta el té, me gusta la comida italiana de La Tagliatella, me gusta el chocolate y el helado de chocolate con naranja de la heladería próxima a mi casa. Me gusta el invierno, con sus días lluviosos y, por encima de eso, me gusta la nieve. Me gusta ir al cine, y me gusta el «pop» del maíz antes de convertirse en palomita, me gustan Notting Hill y Dirty Dancing. Me gusta Mario Vargas Llosa y su Travesuras de la niña mala, también me gusta la pintura y me gustan los cuadros de Paula Varona, con su particular forma de representar la luz… me gusta el arte. Me gusta la música de bandas sonoras, sobre todo, me gusta John Williams y su manera de componer.

Me gusta el color amarillo, me gustan los animales, me gusta estudiar, pero también me gusta ir de compras. Me gustan las manualidades y además, el olor de las pinturas nuevas de una caja recién abierta. Me gustan los viajes, me gusta Turquía, me gusta hacer fotos… y me gusta él:


No me gusta…

Madrugar, los lunes por la mañana, los telediarios, los problemas de matemáticas. No me gustan los callos, ni el pescado. Nunca me ha gustado el uniforme del colegio, pero me habría gustado menos si fuera de color marrón, tampoco me gusta. No me gusta la alergia en primavera, no me gustan los mosquitos ni me gusta el olor de sus repelentes. No me gusta Crepúsculo. No me gusta el sonido que hacen los coches cuando aceleran, quietos, en los semáforos y no me gustan los atascos. No me gusta el baloncesto, ni me gusta el rechinar de las zapatillas contra el suelo. Tampoco me gusta discutir. No me gustan las colonias con olores afrutados, ni las luces demasiado estridentes. No me gustan las películas «del oeste» ni las incluidas en ese célebre género del Spaghetti Western. No me gustan las cosas que se quedan a medio abrir, o medio cerrar; no me gusta el exceso de calor, no me gustan los momentos de poca inspiración. No me gusta tener que pensar cosas que no me gustan. No me gustan los anuncios que interrumpen las películas; y, por último, no me gustan las despedidas.

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