Cuento: Maykel, el niño Bondadoso.

MAYKEL EL NIÑO BONDADOSO

Maykel era un niño muy feliz, todos los días salía a jugar al parque, después de realizar sus tareas y ayudar a su mamá en el hogar, un día observó que muy cerca se encontraba un amigo de él, José, que estaba muy triste.

Maykel se acercó y le preguntó, ¿qué te pasa?, a lo que José le respondió:

-Es que no tengo juguetes porque tuvimos que viajar y mis padres aún no han podido comprarlos, yo entiendo y no quiero pedirles, sé el esfuerzo que ellos hacen por mí y los amo mucho, no quiero que se preocupen.

Sin pensarlo, Maykel le invitó a jugar para que olvidara el hecho de los juguetes y se divirtieron entre risas y pláticas pensando en la maravillosa tarde que pasaron juntos, después de esto se despidieron y Maykel se fue corriendo hasta su casa.

Cuando llegó a casa entró a su dormitorio y lo primero en lo que pensó fue en José, no quería verlo triste, entonces empezó a guardar juguetes en una caja, le explicó a su mamá lo que estaba pasando y le pidió que le ayudara a entregarle esos juguetes, ya que él había decidido compartirlos con él.

Luego se dirigió a la casa de su amigo.

Al llegar, Maykel golpeó la puerta. Toc toc…

El niño abrió y Maykel le entregó la caja llena de juguetes.

José se alegró mucho, al igual que su hermanita. Maykel estaba tan feliz al ver la alegría que había causado en los niños.

Esto le produjo una sensación de satisfacción, por el hecho de poder ayudar a alguien que lo merecía.

De regreso a casa, Maykel se mostraba muy feliz, su madre se sentía orgullosa de la acción que había realizado sin que nadie se lo pidiera y al darse cuenta del noble corazón que su hijo tenía.

La mamá le preguntó. – ¿Cómo te sientes cariño?

Maykel sonrió y le dijo:

-Te lo diré, por más necesidades que puedas pasar, lo material jamás reemplazará el verdadero valor de la felicidad, eso es lo que siempre me dices, pues cuando la encuentras, no querrás soltarla jamás y me siento contento de los padres que tengo y cada que puedo ayudar a alguien lo haré ya que es lo que me han enseñado.

-Su mamá le dijo quizá tu instinto de niño hoy te permite querer tener en tus manos todo aquello cuánto vez, pero eso no es importante. La felicidad está en cada latido del corazón, en cada cantar de pájaros por las mañanas, en cada gota que cae de los ojales en días soleados y me alegra saber que hayas escuchado mis consejos.

-Pues si vives esto con intensidad, podrás disfrutarlo incluso en tu vejez el aprender valores de niño y aplicarlos a lo largo de tu vida te permitirá tener un corazón noble, puro y lleno de bondad.

Mykel le dijo:

-Con todo lo que has dicho tengo claro que seré un niño super amable y humilde, aprenderé conforme pasa el tiempo, y cuando sea más grande ayudaré a los demás a comprender que la verdadera felicidad no está en lo material si no en las acciones positivas que realices.

-Me queda claro que la felicidad está frente a nosotros mismo, en las cosas pequeñas de todos cada día.

La mamá de Maykel se sintió maravillada al escuchar a su hijo hablarle así y entonces supo que él estaba siendo educado de una manera amorosa y que su positivismo contagiará a los demás para realizar obras buenas sin mirar a quien solo por el simple hecho de ayudar.

Vemos que la bondad es un valor muy importante, aprender y practicarlo podemos ayudar a los demás sin necesidad de esperar nada a cambio solo por tener la satisfacción de hacer las cosas bien y de forma adecuada, esperemos que la sociedad se inunde de estos valores donde la empatía es parte fundamental, siempre estemos dispuestos a colaborar y que la felicidad de los demás sea la nuestra.

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