¿Por qué no me despedí?

¿Por qué no me despedí?

Felicia Andros

02/12/2020

Cerré los ojos. Inhalé.

Océano salado y barro.

El aire es fresco y empuja mi pelo lejos de mi rostro.

Desde mi ventana en el segundo piso puedo ver el puerto. La forma de su barco destaca entre todos y todo.

Me pregunto qué estará pensando en este momento, si ya se está arrepintiendo. Espero que sí, pero para cuando se dé cuenta habrá sido tarde. Cuando se entere de lo que hice se pondrá como loco. Espero que sí.

Los gritos dando órdenes y las exclamaciones de despedida me llegan como susurros.

Por un momento me detengo, quizá me tuve que haber despedido ¿por qué no me despedí?

Niego con la cabeza. Si no huyo ahora todo lo que soy habrá desaparecido. Aprieto más fuerte el nudo que armé con sábanas y ropa. Parece que resiste. Subo un pie y después el otro por el marco de la ventana. Giro. La adrenalina me recorre entera, jamás hice algo como esto antes.

Pensar primero en mí.

Ellos tienen razón, me volví loca.

Y jamás me sentí más feliz.

Oh, él se va a poner como loco cuando se entere. Sonrío mientras desciendo por la pared. Mis manos sosteniendo la improvisada cuerda, mis pies caminan sobre los ladrillos.

Nadie me ve. Todos están en el puerto. Espero que la ropa de mi hermano me disfrace lo suficiente.

Caigo al suelo. La inmensidad de lo que estoy haciendo me golpea con consciencia provocando que mi corazón suba a mi garganta. Y sin embargo, no encuentro en mi el arrepentimiento.

Si no me voy ahora todo lo que fui será en vano.

Mientras camino por las sombras hacia las afueras del pueblo, al bosque, del lado opuesto del puerto miro sobre mi hombro. ¿Por qué no me despedí?

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