PRIMERA PARTE

(MAX)

En algún lugar del mundo desciende el vuelo 233 con destino a Moscow, luego de 3 días de un largo viaje llego al país de Rusia para asistir a la “Cumbre Extraordinaria de Detectives” del continente europeo. Por cierto mi nombre es Max.

En el casco central de la ciudad había un hotel cerca de la Plaza Roja de Moscow, una mujer estaba fuera de un hotel, saco un cigarrillo de su cartera de terciopelo y lo enciende ante la oscura noche que la rodeaba haciendo que el aire exhalado formará parte del ambiente…además de su cartera también llevaba una maleta, no pude evitar el contacto visual hacia ella y a su vez la mujer clavó su mirada en mí dejando una risa traviesa, alzando su marcha ante aquella noche donde caían los copos de nieve tras las huellas que dejaba en el pavimento.

Al entrar al hotel me di cuenta que el lugar era algo contemporáneo, aparte una habitación y recibí la bienvenida al lugar. Subí las escaleras y mi equipaje tropezó con una mujerzuela que descendía por ellas, me disculpe y cuando levante la mirada hacia su rostro estaba cubierto por un antifaz de color blanco además no dirigió ninguna palabra, solo se levanto y siguió su rumbo. Realmente fue algo muy extraño e incómodo para mí, el recepcionista me explicó que abajo del hotel hay una discoteca en la que mucha gente frecuenta ir para así poder salir de la rutina.

El número 103, fue la habitación en que fui ubicado dentro del hotel, ante aquel largo pasillo también habían otras habitaciones que iban de la 101 a la 120, al frente estaba la 104 además era muy frecuentada por la gente que iba a la discoteca del piso inferior. Al entrar a la habitación me acosté en la cama finalizando aquel día.

Al amanecer, era el primer día de la “Cumbre Extraordinaria” y fue un día totalmente aburrido pero era parte de mí deber cumplir con el trabajo, el cual era asistir. De vuelta al hotel en la televisión pasaban las noticias y a pesar de que todo era en idioma ruso por la silueta de la persona que entrevistaban pude notar que era el canciller de Alemania el que estaba de visita en Moscow y además se estaba quedando en el mismo hotel en el que me encontraba. Un ruido surgió de la puerta cómo si alguien estuviera tocando, tomé precaución, vi por la ranura de ojo de pez que traía la puerta, no era nadie más que el recepcionista avisando que esa noche había una fiesta en la discoteca, la cual hacían cada fin de semana y que si no tenía más nada que hacer podía asistir a ella.

Tomé mi traje de noche, mis gafas negras y al salir me dieron un antifaz en la recepción ya que era algo obligatorio para entrar al evento, descendí las escaleras hasta llegar al piso inferior, al entrar era un lugar con un bar, mesas de madera junto a sillas que las acompañaban, una pista de baile y un pequeño escenario donde podían cantar las personas cuando ya están ebrias. Además el sitio estaba lleno de personas con antifaz, los hombres portábamos uno de color negro mientras que las mujeres de color blanco dando así una especie de relación entre el “Ying y el Yang”. Lo cierto es que esa noche tome mucho alcohol hasta llegar al punto que amanecí dentro de mi habitación al lado de una mujer que supongo que nos conocimos la noche anterior. A penas salió el sol, la mujer tomo sus cosas y salió corriendo de la habitación.

Quería seguir durmiendo pero debía ir al segundo día de la “Cumbre Extraordinaria”, tome mi traje, salí de la habitación justamente al salir me encuentro con una mujer y su antifaz pero este era de color red velvet saliendo de la habitación 104, llevaba con ella un sobretodo negro junto con una gran maleta muy refinada, duramos una fracción de segundo viéndonos fijamente tiempo suficiente para visualizar lo que llevaba cada uno y pasado el momento cada quien tomó su rumbo.

Me parece muy extraño el color de su antifaz, así que al llegar nuevamente al hotel le pregunté al recepcionista que significaba ese color por lo que me respondió que ese era el “color” que definía a las “prostitutas” dentro de la discoteca, también le pregunté por la maleta, por lo que respondió que supone que allí deben llevar todos sus objetos sexuales.

Volví a mi habitación y encendí la televisión las noticias señalaban a un desaparecido y al parecer era el canciller de Alemania lo cual fue una noticia que me impresionó porque ambos estamos en el mismo hotel, confieso que sentía miedo por el hecho de estar en el mismo lugar que él, pero luego pensé: ¿Quién quisiera secuestrar a un detective ordinario como yo lo era?, apagué la televisión y decidí terminar mi día con una botella de vino barata que había en la habitación.

Al siguiente día vuelvo a encender la televisión, pero esta vez fue momentos antes de ir a la “Cumbre Extraordinaria” y las noticias matutinas señalaban que había sido encontrado el cuerpo del Canciller pero este estaba muerto y descuartizado en pedazos tirados debajo de un puente. Muchas preguntas surgieron en mi cabeza, una de ellas era ¿Cómo es posible que lo hayan encontrado muerto? ¿Acaso no tenía guardaespaldas o cualquier agente de seguridad? ¿Será que lo secuestraron y por el hecho de no pagar el rescate, decidieron matarlo?, lo cierto es que me fui con muchas dudas a la cumbre y no necesitaba interrogantes sino más bien respuestas.

Al llegar al hotel tenia ciertas preguntas ya preparadas para el recepcionista, pero debía ser muy precavido con ellas, por lo que inicié una conversación ligera y de mucha historias llegando al final de ellas — ¿En qué habitación se quedaba el canciller? — le pregunté.

—“La 104 justo al frente de la suya” — contestó el recepcionista. Coloque cara de admiración y luego pregunté — ¿Hasta qué día duro allí? — fue la otra pregunta. — “Hasta el viernes” — dijo el recepcionista y a su vez me preguntó — ¿Por qué tanto interés en el canciller?, — Me sorprendió mucho la noticia de su muerte — fue lo que le contesté. Otra cosa — ¿Todas las habitaciones son iguales? — a lo que me respondió con un — “Si” — al tener todas estas pistas me despedí y fui directo a sacar mis propias conclusiones en la habitación.

El día viernes cuando se fue el canciller, para la mañana del sábado ya no estaba allí en el hotel y para ser exacto ese día por la mañana, vi a la mujer del antifaz color red velvet, por lo que tiene mucho por lo que sospecharse de esa mujer. Las habitaciones son iguales, por lo que no pudo cometer un asesinato dentro de la habitación ya que las paredes son tan pequeñas que el mínimo ruido se escucharía; pero el eco de ese grito se perdería en lo largo del pasillo. La maleta que cargaba esa mujer es suficientemente grande para que pueda entrar en pedazos cualquier hombre… — ¡Sí!, es allí donde está la respuesta, en la maleta— me dije a mí mismo.

Pero antes de dar una declaración a las autoridades, debo averiguarlo por mi propia cuenta y estar seguro de eso. Esa misma noche tomé mi antifaz y descendí hasta el piso inferior de la discoteca, me senté en el bar y tenía una vista donde podía observar absolutamente todo el panorama. Al fondo del lugar estaba una mujer con su antifaz, no era típico color blanco sino red velvet, me acerque hacia ella con un whisky, le ofrecí de beber noté que cargaba una maleta y allí fue el momento en que decidí que debía llevarla a mi habitación para averiguar que llevaba en ella.

Abrí mi habitación se desprendieron los besos y las caricias trayendo una noche de pasión dejando empañadas las ventanas con todo el ambiente de lujuria que había entre nosotros pero a mí solo me importaba una cosa. (”La maleta”). Cuando ella ya estaba dormida aproveché de ver que el contenido de la maleta y no era nada más que lo que había dicho el recepcionista (objetos sexuales, ropa y cosas de mujeres). Decepcionado volví a la cama a dormir.

Pasaban los días y ya sentía como perdía la cordura, la razón ante todo el cuestionamiento sobre la muerte del canciller, creando hipótesis y supuestas posibilidades de cuál era el origen del asesinato pero no dejaba de pasar por mi cabeza que la maleta era el medio de transporte, las noticias siguieron pasando gente encontrada en pedazos hasta que un día hicieron un allanamiento al hotel y les exigí que revisaran las maletas pero los policías no querían hacerme caso, entraron hacer su labor tumbando las puertas de cada habitación hasta que salió de una de ellas una mujer corriendo con su cara cubierta por un antifaz y fui detrás de ella, era de noche y caían los copos de nieve, las calles estaban oscuras y solo las luces de los postes eran los alumbraban el pavimento, en medio de la persecución aquella mujer tropezó con un montón de nieve cayendo al suelo helado, le quité el antifaz que llevaba en su rostro y era la misma mujer que fumaba un cigarrillo la primera noche que llegue a este hotel.

Me quedé tan perplejo al verla que huyo bajo aquella tormenta de nieve y desapareció en las tinieblas.

SEGUNDA PARTE

(Zedka)

¿Zedka en serio vas a empezar a fumar? fue lo que dijo mi compañera de trabajo luego de que tomará mi cartera de terciopelo. Mi nombre es Zedka, trabajo como una prostituta de unos de los hoteles más visitados en la ciudad de Moscow y confieso que tengo un gran vicio por el cigarrillo, he tratado de dejarlo pero a este punto de mi vida me he dado cuenta que ya su esencia forma parte de mí. Soy polaca y no esta demás decir que mi padre abusaba de mí cuando era una niña, por tal razón mi madre me trajo a vivir aquí a Moscow, cuando ya tenía la edad de 12 años. Además mi madre sufría de cáncer a nivel pulmonar etapa 4 y pasado 5 años luego de que llegáramos a esta ciudad, murió. A mis 17 años tenía que empezar a sobrevivir por mi propios meritos, trate de buscar trabajo pero la verdad no duraba en ninguno debido a que mis actitudes de adolescente rebelde aun seguían en el presente.

Un día en las afueras de un hotel de Moscow cerca de la Plaza Roja había un cartel donde solicitaban mujer dispuesta hacer lo que sea por dinero, así que fui hasta el lugar y conseguí el puesto como prostituta. Admito que no es fácil para una mujer este tipo de trabajo y sobre todo cuando tienes un oscuro pasado donde fui abusada por uno de ellos.

Al transcurrir de los años empecé a tener mayor experiencia y ser más placentera en el momento del acto sexual tanto así que ya no usaba el antifaz común sino más bien uno de color red velvet. Al ser reconocida tenía mayor entrada en cuanto a dinero y lo invertía en juguetes sexuales y todo tipo de cosas que les dieran más placer a mis clientes.

Pero a medida de que pasaba el tiempo aun tenía una herida abierta y era el hecho de haber sido abusada por mi propio padre, aumentando el odio en mi y cada vez que un hombre tenía relaciones conmigo imaginaba el cuerpo de mi padre cómo que si fuera el que estuviera teniendo sexo conmigo.

Luego de acabar el trabajo, empezaba a fumar para ver si la idea se esfumaba como el humo que salía del cigarrillo pero luego de consumirme la caja aún seguían los mismos pensamientos martillando mi cabeza, no veía ningún tipo de salida ante aquel túnel oscuro que formaba parte de mi estado mental y emocional.

Esa noche un hombre llegó al hotel, se quedó observando la maleta donde llevaba todos mis objetos de rutina no pude evitar soltar un tipo de risa traviesa, alcé mi quijada y me puse en rumbo ante aquella oscura noche que nos rodeaba.

A los dos días llegó a nuestro hotel el canciller de Alemania y estaba muy claro que no iba a desperdiciar la oportunidad de tener una noche con él, no tanto por lo que me podía dar, sino por lo que él podría pagar. Al caer la noche fui solicitada a la habitación 104, dónde se encontraba el canciller y antes de entrar a su habitación estaba en el baño del piso inferior del bar preparando mi tipo de vestuario, mientras me lavaba la cara sentí como una especie de alucinación en donde podía ver a mi padre a través del espejo de aquel sanitario y entre en pánico porque mientras me sumergía más en el agua del lava mano para limpiar mis ojos, él seguía ahí con su mirada fija y un poco perversa, no pude tolerarlo ni un segundo más así que salí a la habitación 104 a cumplir con mi trabajo. Luego de acabar el acto sexual, el canciller se quedó dormido como hace la mayoría de hombres y mientras yo intentaba dormir me atormentaba la idea de mi padre hasta un punto en que perdí la cordura, tome el cuchillo que había en la mesa donde cenaba, tomé la decisión de querer suicidarme pero ni yo misma podía lidiar con esa idea así que decidir empezar a clavar puñaladas en el canciller, como medio de catarsis para liberar aquella idea de mí, y ya que el hombre al que apuñalaba era de origen polaco lo disfrutaba aún más. No podía dejar aquella habitación llena de sangre y con un cadáver así que tome mi maleta, todas las cosas que llevaba dentro las saque y las coloque debajo de la cama, empecé a cortar el cadáver en trozos de tal manera que entraran en aquella gran maleta, me tomó toda la madrugada para limpiar aquel escenario. Los agentes de seguridad del canciller estaban en el bar de la parte inferior del hotel disfrutando de la fiesta.

En las primeras horas de la mañana tome mi antifaz red veltet antes de salir para así tener algo de precaución, en el momento en que estoy afuera también estaba saliendo de su habitación una persona de la habitación 103 y me quedé fija mirándolo, él también hizo lo mismo, pude detallar su traje; lo que llevaba y estoy seguro de que él se pudo dar cuenta de mi sobretodo negro y mi gran maleta en donde llevaba partes de un cadáver. Seguí mi camino, fui a llevar aquel cadáver a las afueras de la ciudad sin que nadie me viera hasta el punto en que estaba en un puente sin ningún tipo de persona a mí alrededor, vacíe mi maleta lanzando los restos por aquel puente.

Me sentí como una verdadera asesina tras aquel acto y debo confesar que disfrute cada puñalada que le daba a ese hombre polaco, ya que me imaginaba como si se lo estuviese haciendo al ser humano que abuso de mí rompiendo mi infancia, sin que le importe mi futuro. Cometí otros actos homicidas y por cada uno sentía como otra parte de mi liberada. ¿Quién iba a descubrir a la persona que hacía ese tipo de asesinatos? era la preguntaba que pasaba por mi mente en aquellos momentos y la respuesta estaba clara ¡Nadie lo descubriría!, soy una prostituta ¿Que agente con autoridad se fijaría en mi? si lo hiciera solo tendría que abrir mis piernas para alejar todo tipo de sospecha y mientras duerma arrebatarle su vida.

Una noche hicieron un allanamiento al hotel donde trabajaba y confieso que estaba a punto de asesinar a mi siguiente víctima cuando escuchaba a los policías tumbando las puertas de las habitaciones, así que salí corriendo fuera del hotel. A medida que me alejaba escuchaba zancadas que venían tras de mí hasta el punto en que giré mi cabeza a ver quién era y tropecé con una pila de nieve cayendo al pavimento, aquel hombre quitó mi antifaz y se quedó asombrado al ver mi rostro, pude identificar que era el hombre que se fijó en mi maleta la noche que llego al hotel, el mismo hombre que vi al amanecer luego de asesinar al canciller de Alemania. Ese era el hombre que ahora se quedaba viéndome fijamente como si conociera cada uno de mis pecados. Empezaron a caer los copos de nieves como símbolo de que se acercaba una tormenta, así que huí de aquel hombre en la inmensa oscuridad la cual era mi cómplice.

TERCERA PARTE

(MAX)

De vuelta al hotel encontraron restos de sangre en la maleta de aquella mujer por lo tanto los policías la tomaron como evidencia. Entre a mi habitación, me puse a pensar en todo aquello que había pasado, saque un cigarrillo de mi bolsillo ya observar la ciudad de Moscow y dije para mi mismo las siguientes palabras:

“Cae la nieve en el casco central de la ciudad y allá en las afueras de Moscow hay una asesina que esconde su identidad, por lo tanto aún conserva su anonimato”.

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