Hay
aburridos mentecatos elementales
y
gente que utiliza sus raquetas, vaciedades
múltiples,
y sueños de anacoreta transformados
en
serpientes; hay ese estilo exterior de vida,
congeniándose
mutuamente, sin rencor, y ese
estereotipo
de sollozos congraciándose con lo fósil.
Existen
esos lúgubres tormentos, de cintura para arriba,
en
que un clavo persiste en perforar un pecho, y unas garzas
alzan
el vuelo sin percatarse del ruido de fondo, en silencio.
Unos
glúteos islotes de cadáveres rectilíneos, y un plantel
de
figuras de todos los siglos; hay esos centilitros de amargura
rodeando
un brazo o una amapola en su exilio.
Sueños
políticos, remuneraciones ortodoxas, complejidades
de
mantel, a la altura de los vestigios, ese orden de amuletos
que
confisca la policía y sus bigotes.
Hay
cuerpos que toman el sol en vitaminas
y
cánceres que se desarrollan como alas desplegadas,
y
nubes de celulosa, y fragmentos de vidrios por todas partes.
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