Una amiga hace seis años me pidió que le enviara un poema mío para el 25 de noviembre y yo le di este, que está por pulir, está inacabado y creo que así está bien.

Escuchó su voz 

y era el viento

Miró su cuerpo de látigos y escupitajos

y esperó a que se lanzase al precipicio.

Se declaró insumisa

muerta de miedo

Se sintió canto rodado

muerta con miedo.

Silenció su voz

y era el mar que la ahogaba.

Miró el vientre vacío

y buscó alojamiento

para sus cadáveres y sus lamentos.

Se marcó la entrada

viva de miedo

se cantó una nana

y su corazón se quebró

en finas láminas

de miedo

de espanto

de terror.

Si decides quererme

hazlo a la luz del día transparente 

y sin matices 

con la luz en los ojos 

sin condiciones 

sin pretensiones

sin trofeos.

Si decides dejarme

olvida lo que me quisiste,

reniega de tu tiempo y del mío

pero cierra bien la puerta

y no se te ocurra volver

porque te arrepentirás

de no saber que yo de ti ni de nadie

solo mía

solo mía

solamente si decides quererme

hazlo por ti

hazlo sin cadenas y sin anillos

no esperes nada de mi.

Esas flores déjalas para tu tumba.

Ese anillo engánchatelo en tu solapa.

Ese reproche de oro macizo

colócalo en la entrada de tu casa.

Friega tus dudas,

ensaliva tus sospechas

trágate la ira

y busca la sombra 

de una vieja higuera 

donde disfrutar de tu crueldad.

Encapucha tus celos y tus deseos

déjate de mirarte en tu propia ceguera.

Y acuérdate que no compras mi tiempo

que no regalas mi oído

que tú y tu ombligo

crecen en direcciones opuestas.

Lárgate a tu propia cárcel

y deja de pensar en mí

como si fuera tu reloj de pulsera.

Esas flores…

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