Los verdaderos responsables de la postración de la Argentina

Los verdaderos responsables de la postración de la Argentina

Este artículo tiene como principales destinatarios a los que odian y rechazan la política y a los políticos, ignorando que, como decía Platón, el costo de no hacernos cargo de la política es ser gobernados por los peores hombres. Cuidado, no estamos diciendo que los políticos no merezcan críticas, las merecen por cierto, pero no son los principales responsables de la decadencia de nuestro país.

Los comunicadores de la oligarquía[1], en sus editoriales y con el objetivo de instalarlo en el imaginario de la población, lo que han logrado en su tercio blando[2], repiten como una letanía que la clase política es la culpable del fracaso de la Argentina[3], lo que es completamente falso, como vamos a mostrar aquí.

El ciudadano con bajo nivel de formación política, porque no entiende que el fenómeno político se rige por una lógica de poder, cree que el problema de la Argentina, principalmente sus dificultades para despegar, crecer y distribuir equitativamente la riqueza, se debe a los malos desempeños de los políticos y la política. Influenciado por la prédica de los comunicadores de la oligarquía, su atención está puesta en los gobiernos y los políticos, lo que incrementa su rechazo y desprecio por la política. Pero está profundamente equivocado, porque el retroceso, el estancamiento, la falta de soberanía política, el empobrecimiento de la población y el endeudamiento externo, etc. se deben fundamentalmente a la acción de la oligarquía[4].

Es la oligarquía, conformada por los poderes fácticos, quien condiciona a los gobiernos a partir de sus valores e intereses egoístas. Promueve los gobiernos que le convienen, infiltra a los partidos y alianzas de sesgo nacional y popular[5], crea candidatos propios que la representan, financia sus campañas electorales, los blinda mediáticamente y ataca y persigue con operaciones mediático-judiciales a los opositores. Y cuando estás acciones fracasan y consigue llegar al gobierno una alianza nacional y popular, comienza ipso facto el proceso desestabilizador y destituyente. Este es el accionar de la oligarquía. Por eso nuestro país no puede despegar. Esta es la razón de ser de los ciclos de decadencia y recuperación, de los avances y retrocesos de la Argentina. Y esta no es una mera elaboración teórica, sino el resultado de una observación analítica de hechos evidentes que ocurrieron en la historia y hoy se nos muestran con más claridad que nunca en la brutal avanzada desestabilizadora y destituyente desatada contra el gobierno de Alberto Fernández, que apenas tiene nueve meses y está capeando una terrible pandemia.

Si no se comprende que quienes gobiernan tienen sólo un porcentaje del poder, y no el mayor, si no se entiende que la oligarquía tiene un gran poder para condicionar severamente las decisiones de todos los gobiernos, podemos caer, y de hecho no son pocas las personas que caen en ese error de fondo, de culpar por la decadencia y los fracasos de la Argentina, en forma exclusiva, a los partidos gobernantes. Y, en este caso, el partido que más tiempo gobernó, sin contar las dictaduras y los partidos de la derecha oligárquica, fue el peronismo. Por lo tanto, el culpable del fracaso es el peronismo. Conclusión errónea, que es consecuencia del supuesto equivocado que pretende instalar en el imaginario colectivo la oligarquía, y en buena medida lo logró, a través de sus medios de comunicación concentrados y las redes sociales que dominan. No olvidemos que su objetivo es envenenar a la población contra el peronismo y el kirchnerismo, lo que las redes sociales corporativizadas se lo está facilitando notablemente.

Analicemos el razonamiento incorrecto, porque parte de un falso supuesto. ¿Cuál ese supuesto? Partir de la idea de que quienes gobiernan son los gobiernos. Es cierto, quienes administran el Estado tienen un poder, pero es un poder menor del que tiene la oligarquía. Recordemos lo que dijo en varias oportunidades el CEO del Grupo Clarín Héctor Magnetto: “Presidente, puesto menor”. Es un error creer que los gobiernos tienen “todo” el poder, porque no lo tienen, ya que no están en condiciones de tomar todas las decisiones que deberían tomar, más allá de que su sesgo sea nacional y popular. Su poder está siempre recortado, en distintos grados, por la oligarquía. Por eso, es una ingenuidad política aceptar el razonamiento-trampa que proponen los comunicadores de la oligarquía, por ejemplo, Antonio Laje, un continuo predicador, junto con una larga lista que sería tedioso enumerar aquí, de la idea de que el fracaso de la Argentina es el de su clase política, argumentación sofística porque se basa en el ocultamiento de la realidad, una de las principales técnicas de manipulación de los medios hegemónicos. Los poderes fácticos son quienes corrompen a los políticos, pero en lo relatos manipuladores de los medios de comunicación concentrados, nunca aparecen como responsables de nada, sino que siempre permanecen ocultos para la ciudadanía.

Ahora bien, si los culpables de la decadencia argentina son los gobiernos políticos, está claro que el partido que más tiempo gobernó es el peronismo, ergo, él es el culpable de la decadencia y el estancamiento de la Argentina. Razonamiento completamente falso, porque, como vimos, parte de supuestos también falsos. Está claro que esta es una estrategia manipulativa de la derecha oligárquica para inocular en la población el veneno antiperonista, hecho que no es nuevo porque la oligarquía lo ha practicado desde el advenimiento del peronismo en la historia, allá por el año 1945. No es casual que Antonio Laje, Jorge Lanata, Luis Majul. Marcelo Longobardi, Alfredo Leuco, Diego Leuco, Baby Etchecopar, Eduardo Feinmann , Luis Novaresio, Joaquín Morales Solá, Marcelo Bonelli y otros, repitan todo el tiempo que la decadencia argentina viene desde hace 70 años. Pero la verdad es otra, como sostiene Alan Beattie, ex economista del Bank of England y hoy editorialista del Financial Times, quien sostiene, con sólidos argumentos, que el problema de Argentina no fueron los “70 años de Peronismo”, sino los “120 años de Oligarquía”. Y es lógico que la oligarquía repudie al peronismo, porque, como decía John Willian Cooke, “el peronismo es el hecho maldito del país burgués”.

Fijémonos de paso, que el desastre del macrismo es colocado en la larga lista de fracasos de los políticos y la política, cuando está claro que Cambiemos, ahora JxC, no es una alianza política, sino la oligarquía camuflada como tal en el marco de la democracia liberal que lo permite, porque, no lo olvidemos nunca, la oligarquía es antidemocrática por naturaleza.

Cuando nos referimos a la oligarquía no podemos ignorar que se trata de una oligarquía local subordinada a la geopolítica de Washington en la región, una oligarquía global. Es totalmente comprobable el injerencismo e intervencionismo de Washington en los asuntos internos de los países de nuestra región y, por ende, en la Argentina. Ahí están los aniversarios del cuatro de julio en la Embajada de los EE.UU. en los que podemos encontrar a todos los cipayos políticos que reciben sus directivas. Este año por la pandemia no hubo festejos, pero miren quienes concurrieron en 2019 y años anteriores, y van a comprobar, primero, a partir de los que están ahí, quienes son los vende patria y, segundo, por los que no están, que no todos son iguales.

Y para fundamentar aun más y mejor la tesis de que los poderes fácticos son los responsables del fracaso argentino, basta recabar algunos datos de la influencia del imperialismo anglo-sajón en nuestras decisiones políticas y, por ende, en nuestra oligarquía:

1) En primer término es revelador, porque de tan obvio no lo percibimos, ir a Google y colocar esta frase en el buscador: “Intervencionismo de los Estados Unidos en la región de América latina y el Caribe”. Allí van a encontrar una gran cantidad de datos, desde la declaración de la Doctrina Monroe (1823) y sus múltiples y criminales intervenciones en la región de América latina y el Caribe, hasta su continua injerencia en los asuntos internos de nuestros países,

2) También es muy recomendable leer el libro de Santiago O’Donnell, ArgenLeaks, con los 2500 wikileaks que le proporcionó Julian Assange, donde aparecen los documentos sobre las relaciones de nuestros políticos con la Embajada de los Estados Unidos. Allí es interesante leer un cable en el que aparece Mauricio Macri, quien buscando la bendición de la Embajada para candidatearse en las elecciones de 2007, dice: “Somos el primer partido pro mercado y pro negocios en cerca de ochenta años de historia argentina que está listo para asumir el poder”[6]
y

3) Es históricamente inocultable la injerencia y el intervencionismo de Gran Bretaña y los Estados Unidos en nuestro país, cuya intención queda claramente expresada por Sir Winston Churchill. En la reunión de Yalta en 1945, dijo:

“No dejemos que Argentina sea potencia, arrastrará tras de sí a toda América Latina. La estrategia es debilitar y corromper por dentro a Argentina, destruir sus industrias, sus fuerzas armadas, fomentar las divisiones internas apoyando bandos de derecha e izquierda. Atacar su cultura en todos los medios. Imponer dirigentes políticos que respondan a nuestro imperio. Esto logrará la apatía del pueblo y una democracia controlable, donde sus representantes levantarán sus manos en servil sumisión”.

Diez años después (1955) en un discurso en la Cámara de los Comunes, señaló:

“La caída del tirano Perón en Argentina es la mejor reparación al orgullo del Imperio y tiene para mí tanta importancia como la victoria de la segunda guerra mundial, y las fuerzas del Imperio Inglés no le darán tregua, cuartel ni descanso en vida, ni tampoco después de muerto”.

Si la oligarquía tiene más poder que los gobiernos, como vemos, la idea de que el fracaso de la Argentina se debe a los gobiernos peronistas se queda sin fundamento. Está claro que las decisiones de los gobiernos de sesgo nacional y popular están condicionadas por los poderes fácticos, cuyo permanente interés es imponer su dominio, como lo demuestra la historia a través de los golpes de Estado que hemos sufrido y los gobiernos que promovieron, siendo el último el de Cambiemos[7]. Y hoy es imposible no ver el furibundo boicot al gobierno de Alberto Fernández que la oligarquía está desplegando con el Grupo Clarín y La Nación a la cabeza y su ejército de comunicadores mercenarios, que dominan el ochenta por ciento del espació mediático. En verdad, la manipulación desarrollada por los medios de comunicación concentrados es más poderosa de lo que creemos, y se potencia aun más porque existe un importante sector de la población, que aunque no lo crea y tampoco lo acepte, sufre de analfabetismo político.

La troika conformada por los sectores concentrados de la economía, el Grupo Clarín (con sus socios La Nación e Infobae) y la Embajada de los Estados Unidos, convirtieron a Mauricio Macri en Presidente de la Argentina para ponerlo a su servicio[8], quien en su mandato les devolvió con creces su favor. Hoy, con la rabia de haber perdido el gobierno se convirtieron en una oposición salvaje a la administración de Alberto Fernández, con la intención explícita y desfachatada de desestabilizarlo y destituirlo. Así operó y opera siempre la oligarquía.

Si la oligarquía que, como estamos viendo, sólo piensa en sus intereses egoístas y tiene más poder que los gobiernos de sesgo nacional y popular, entonces, queda clara la enorme dificultad que tenemos para concretar una verdadera democracia, un desarrollo económico autónomo y una justa e igualitaria distribución de la riqueza, en una palabra, el despegue de nuestro país. No tenemos dudas de que la respuesta a este fundamental problema está en la construcción de poder popular, lo que supone, como un momento esencial, un pueblo políticamente educado, es decir con conciencia política. Veamos cuáles con algunas de las principales condiciones para lograrlo. Por ahora sólo las mencionaremos, porque cada una es un importante tema a desarrollar en sí mismo:

1) La responsabilidad personal de cada uno de nosotros, los ciudadanos y ciudadanas, en la tarea de elevar nuestro nivel de alfabetización política, porque: ¿cómo vamos a construir poder popular con una ciudadanía políticamente analfabeta?, ¿cómo vamos a pretender políticos que nos representen fielmente, es decir, que no nos traicionen, si no poseemos competencias para incidir sobre ellos y controlarlos?, ¿cómo vamos a inmunizarnos contra la impresionante manipulación de los medios de comunicación concentrados y su caterva de comunicadores mercenarios?

2) Derivado del punto anterior, asumir, con nuestra participación y movilización, la tarea de incidir sobre el gobierno y colaborar con él, para que asuma la tarea de transformar el sistema educativo, a los efectos de que, de una vez por todas, la escuela comience a formar ciudadanía crítica y con consciencia política y

3) Lo que cada día que pasa es más urgente, incidir sobre el gobierno y colaborar con él para que asuma la batalla mediática con el objetivo de promover la democratización de los medios de comunicación monopólicos de la oligarquía. Es necesario impedir que esta última siga construyendo una opinión pública dominante con el poder para condicionar a la población y al gobierno progresista[9]. Esto, entre otras iniciativas importantes, requiere, sin duda, promover una Ley de Medios.

En síntesis, que la oligarquía sea la principal responsable de la postración de la Argentina, no quiere decir que debamos eximir de toda responsabilidad a la clase política, que sabemos es, según los casos, presionada, condicionada, extorsionada y sobornada por los poderes fácticos, que logran muchas veces desviarla de la responsabilidad que tiene con sus representados, llevándola a la traición del mandato popular, lo que nos frustra e indigna. Por eso, debemos asumir la responsabilidad que tenemos como ciudadanos y ciudadanas de responsabilizarnos en la elevación de nuestro nivel de alfabetización política para, no sólo incidir sobre nuestros representantes y lograr controlarlos, sino también generarlos mejores.

El ciudadano politizado, 19-9-2020

[1]
Aquí señalamos a algunos de los más emblemáticos: Antonio Laje, Jorge Lanata, Luis Majul. Marcelo Longobardi, Alfredo Leuco, Diego Leuco, Baby Etchecopar, Eduardo Feinmann , Luis Novaresio, Joaquín Morales Solá, Marcelo Bonelli y otros. Lamentablemente, la lista es demasiado larga.

[2]
La experiencia nos muestra que el electorado de la Argentina está dividido en tres tercios: 1) Un tercio duro de una derecha rabiosamente antiperonista, 2) Un tercio duro del peronismo progresista y 3) Un tercio blando, de consenso y voto volátil.

[3] Una de las estrategias mediáticas de la oligarquía es acusar a la clase política de todos los problemas que tiene la Argentina, con lo cual apuntan a dos objetivos: 1) Ocultarse frente a la ciudadanía como la principal causa del estancamiento y postración de la Argentina y 2) Despolitizar a la población promoviendo su rechazo y odio contra los políticos y la política. Sin duda, este es el negocio de la oligarquía.

[4] Acá vamos a usar el concepto de “oligarquía” en su más pleno sentido etimológico. El término es de origen griego y proviene de “oli”, que es “poco” o “escaso” y “arjé”, que es “poder” o “gobierno”. Oligarquía, entonces, significa: el poder o gobierno de unos pocos. Esos pocos son los “poderes fácticos”, que en la región de América latina y el Caribe están bajo el mandato de la geopolítica de Washington.

[5] Recordemos cómo el gobierno de Carlos Menem fue infiltrado por la derecha neoliberal. No olvidemos que Menem fue un traidor a la auténtica causa peronista.

[6] O’Donnell, Santiago (2015) ArgenLeaks. Buenos Aires: Sudamericana. Página 197.

[7] Ver: “la lucha contra la corrupción”: La nueva-vieja hipótesis manipuladora de una oligarquía cínica e hipócrita, en: Lens , José Luis (2018) Nosotros somos los que estábamos esperando. Buenos Aires: VI-DA TEC Editores. Página 253.

[8]
Es claro que Mauricio Macri sirvió y sirve a los intereses de la oligarquía, pero también tuvo y tiene los propios. Ahí están todos sus negociados y fraudes al Estado que se acumulan en innumerables causas penales. Esperamos fervientemente que la Ley le caiga con todo su peso, más allá del blindaje que le proporciona su mandante: la oligarquía.

[9]
El desempeño de la prensa argentina más influyente y sus “periodistas” emblemáticos, es realmente deleznable. De esto no hay ninguna duda, ni hace falta elaborar un corpus argumentativo muy trabajado para demostrarlo, ya que es evidente que se trata de un factor más del poder de la oligarquía. Nada de periodismo independiente y objetivo, porque existe una total falta de respeto y valoración de la verdad. La prensa argentina, salvo las excepciones, da vergüenza ajena. Trabajó y trabaja para la oligarquía. Es más, es ya una parte de ella. Observemos la desfachatez de esta gente, que nombraron Presidente de la Academia Nacional del Periodismo a Joaquín Morales Solá, un lacayo del Grupo Clarín. Quienes no creen lo que señalo, analicen lo que dice y escribe este falso periodista.

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