Indiferencia

Indiferencia

Paloma

21/10/2020

Abro los ojos como cada mañana, paso las hojas de aquel cuaderno que siempre descansa sobre mi mesa de noche, aquella libreta que contiene mi día a día, la bitácora del último año. Intento cuidarla, pero el tiempo y el uso se manifiestan en sus páginas un poco maltratadas. La tinta de ayer aún tiene ese tono obscuro y brillante. Leo “cerré los ojos, quise cerrar con ellos mi corazón, pero al parecer los músculos del dolor y el olvido no poseen la misma inervación” Recuerdo, la escena se reproduce en mi mente. Tras analizar el resto de mis anotaciones de ayer, decido, como cada mañana, mi atuendo. Hoy me visto de indiferencia. Me levanto de la cama de forma automática, cansina. Doy un par de pasos para entrar a la regadera. Giro la llave, exactamente tres cuartos de vuelta a la izquierda, el agua caliente se desliza sobre mi cuerpo desnudo. Lo despoja del olor a sábanas y noche. Lo deja inmaculado para que mi disfraz se adhiera perfectamente. Lavo mi cabello. Me decido por un olor frutal, algo que denote la felicidad que estoy lejos de sentir. Salgo del baño, deslizo la toalla sobre mi piel para secar hasta la última gota de agua. De un solo movimiento me pongo la ropa interior, siempre el mismo modelo. Quito del gancho el vestido azul, aquél azul que sé que te gusta, aquél que usaría cualquier día sin razón alguna, un vestido más que no saldría de mi rutina. Ahora la parte más importante, debo cubrir mi rostro con la indiferencia que elegí para portar hoy. Abro el clóset y observo la amplia colección de antifaces y máscaras, polvos, labiales, rímel, sombras, todo lo necesario para esconder mi verdadero yo. ¿Mi verdadero yo? Hace tiempo que no suelo verme al espejo. No completa, al menos, no sé si soportaría observar en lo que me he convertido. Antes salía así de mi casa, caminaba por la calle sin nada que ocultara mis facciones, pero poco a poco fui observando que era la única sin maquillaje. Me sentí desnuda, vulnerable, los demás mudaban de máscara y piel con una rapidez y desapego abrumadores, yo a penas podía sostener el labial sin que se me resbalara de las manos. Aprendí poco a poco a cubrir mi rostro con todos los artilugios que veía en los demás. Pensé que en ti podía ver un poco más allá del disfraz, que un ente detrás del antifaz se asomaba realmente a mirarme, pero creo que me equivoqué. Verás, aún soy nueva en esto del engaño. Pero hoy me vestiré de indiferencia. Interpretaré mi mejor papel y actuaré frente a ti como si nada hubiera sucedido, como si mi corazón no se hubiera comprimido y roto, como si no me importara que dedicases esa mirada a otra persona, esa mirada y esa actitud que consideraba tan mías. Sonreiré de una manera encantadora, mi risa sonora se escuchará en todos los rincones, mis ojos tendrán ese brillo que poseen cada vez que algo me emociona. Y mis lágrimas, tristeza y enojo quedarán detrás de la máscara.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS