Te vi, sonreías, la luz del sol decoraba tu rostro, y tus ojos se encendían, esos ojos que causaban en mí una tristeza inmensa al saber que no los volvería a ver y mientras en mi cabeza causabas un raudal de emociones mezclados con dopamina y adrenalina, un deseo ardiente se apoderó de mi ser, y poco a poco solo cenizas quedó de mí.
Y te fuiste dejándome ahí, sola.
-Freydis Zabat-
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