A Dark and dim Light

A Dark and dim Light

Abby Yglesias

04/02/2018

Capitulo 4: «Incontrolable»

Si, aún me pregunto porque todas seguimos soñando con ese Príncipe azul que ni siquiera sabemos si algún día llegara, si, yo se, que aún queremos mantener viva la esperanza de que alguien venga y nos abrace diciendo que todo está bien… Pero como yo lo veo, nunca va a llegar.
Es una constante tortura seguir esperando a tal sueño que a veces nunca llega, sólo queremos un rayo de luz para que cuando lo miremos nunca más estemos solas, que sabemos que está ahí y nada más eso podemos llegar a pedir.
Pero lo malo que podemos decir de esta historia es que no todo es color de «rosa» y que tampoco es llegar a pretender la perfección sino que siempre y ante todo se debe ser uno mismo.
¿Pero a que quiere llegar uno mismo? Tal vez la más mínima importancia de sentirse importante y querido por una vez en la vida, pero yo se que debo «Mantener mis pies en la tierra», entonces es donde digo que es lo que mas me cuesta.
Mis pensamientos van hacia el futuro, hasta donde voy a llegar sumida en esta soledad oscura que prácticamente se que no es para mí.
¿Pero porque digo Soledad Oscura si muchas personas me ven como un Rayo de Luz?
Aún no lo comprendo, no soy un tipo de salvadora que viene a salvar a la humanidad de los pecados, tampoco pretendo serlo, y tampoco me veo digna de juzgar a alguien porque no soy quien para hacerlo.
Entonces cuando digo que quiero empezar por el principio, no es el hecho de relatar mi nacimiento y como fue mi vida en estos años que pasaron. Este principio empieza con una frase «Donde tú estés, ahí estaré Yo» entonces nuestro encuentro fue sólo un roce de miradas.
Tan limitado que ni siquiera los segundos se podían contar, por un momento, de fondo pude ver al horizonte, con nubes de distintos tonos combinados con el azul celeste del cielo, podía decir que exactamente eran las 6:17 de la tarde y para en estas fechas de invierno a esta hora prácticamente es de noche.
Mi madre habia preparado chocolate caliente y por consiguiente tome una taza para dirigirme a sentarme en los escalones que daban a la puerta principal de mi casa mirando cruzar los autos por la calle y uno en particular me llamo la atención, las luces de los faros en las esquinas hacían resaltar el bello color brillante que este poseía con sus vidrios polarizados y en la parte trasera una de las ventanas estaban abiertas dejando ver a un muchacho que no pasaría los 19 años, iba mirando a la nada pero a la vez mirando algo tan sumido dentro de sus pensamientos que no notaba que la única que lo miraba era yo.
Podía sentir la taza resbalar de entre mis manos provocando ruido seco al chocar con el escalón y entonces «Él» dejo de lado sus pensamientos para mirarme.
Entonces fue ahí donde ambos pudimos conocernos y dar nuestro primer beso con la mirada.
Mi madre se había asomado por la puerta principal preguntándome que había pasado y que si estaba bien pero no le di la más mínima importancia porque al momento que volví a poner mi vista en donde estaba el auto negro ya no se encontraba, desesperada buscaba por todos lado aquel auto para ver si podía lograr ver una vez más a ese chico y no había rastro alguno.
Durante ese fin de semana no podía concentrarme en nada, ese chico inundaba mis pensamientos a cada segundo y una parte de mí me decía que lo olvide ya que era un chico mas del montón pero por otro lado me decía que mantenga la esperanza de que pronto lo volvería a ver y me alegra que al final allá sido así. Volvernos a encontrar en un momento inesperado.
Pero si de algo estoy segura es que este pequeño instante no lo podría olvidar nunca.

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