LA LENGUA DEL DRAGÓN

LA LENGUA DEL DRAGÓN

Marcos Reyes

20/10/2020

Había recorrido tanto ese día que el cansancio se sentía como una armadura, los pies aún estaban tensos por haber pasado de puntillas sobre aquel podrido tronco que unía las dos orillas del caudaloso río. A lo lejos se apreciaba el enorme castillo con sus afiladas torres desafiando el infinito. Aseguró la espada en su cinto, era su fiel y eterna compañera. Se dispuso continuar, nada lo detendría, ni el cansancio, ni la sed, ni la tormenta que parecía avecinarse poblando el cielo de espectros oscuros y llenos de inusitada furia.

-Ese malvado tirano ha jugado mal los dados conmigo-se dijo- a la vez que recordaba aquel fantasma, que salido de las sombras, había intentado asesinarlo antes de llegar al cruce del río.

Aún sentía las heladas manos de aquel ente, enredadas en su cuello, tratando de arrancarle con ellas los suspiros que guardaba para su doncella. Por suerte pudo alcanzar su espada que yacía, presta para el combate, justo ahí, de pie, al lado de la piedra donde había hecho la pequeña fogata para calentarse. El movimiento reflejo de su mano logró asirla con fuerza y fue con su ayuda que pudo deshacerse de aquella aparición, antes que esta terminara por arrastrarlo, al abismo de espesa oscuridad, que ya empezaba penetrar por sus ojos. Sabía que el peligro no había terminado, así que aceleraba el paso, pues la tormenta sería un buen refugio para el mal que le acechaba.

Necesitaba guarecerse y asegurar su retaguardia. Pero de pronto apareció como una mancha oscura que se acercaba a toda prisa, fue tan rápido que no le dio tiempo para buscar donde guarecerse, en un momento era sólo una mancha en el rojizo horizonte y ahora con apenas un parpadeo ya estaba ahí, frente a él, como una visión salida de la nada Las formas se definieron enseguida, era la criatura de la que hablaban las leyendas, estaba ahí, con los ojos fijos en él,- no tengo escapatoria pensó- deslizó su mano hacia su espada dispuesto a defenderse, sin perder la mirada penetrante de aquella criatura, tan terrible y pero también hermosa. La criatura adelantó un paso, desplegó ligeramente las alas, no parecía tener una actitud amenazante, sino fuera por esa mirada penetrante como dos antorchas que se fijaban en la noche que caía

.¡Adelante, bestia, si vas a atacarme hazlo ahora, estoy preparado! gritó conteniendo el miedo y acrisolándolo con una valentía salida de las entrañas.-¡Ven, ataca bestia, estoy preparado para morir!

La bestia dio un paso hacia atrás, agitó la enorme cola puntiaguda, encogió las alas en posición de ataque y se lanzó con fiereza. Él cerró los ojos como por instinto, mientras la bestia le caía encima con toda su leyenda de terror – estoy muerto- pensó- aquí acabaron mis aventuras en esta tierra mágica. Sintió el peso de la bestia sobre su cuerpo, su olor, su piel áspera y peluda, Una lengua húmeda y tibia recorrió su cara… –¡Rufián!… qué haces!- se escuchó de pronto. La frase sonó como venida de otro tiempo y le obligó a abrir los ojos enseguida

¡Rufián!… ¡oye cochino no te dejes lamer por el Rufián, se estuvo lamiendo las patas!

No estaba muerto y ahora él se reflejaba con asombro en las pupilas cariñosas de la criatura.

Rufián e había puesto las dos patas sobre su pecho para asegurarlo.

….Dhominik, que había dejado caer el libro ante la embestida. Ahora sonreía

¡¡Rufián,, jajaja ya basta. Jajaja!!- la lengua del dragón no se detenía.

Los dos se trenzaron en un abrazo cómplice, ahí en el mueble… la batalla había terminado.

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