A Dark and dim Light

A Dark and dim Light

Abby Yglesias

04/02/2018

Capitulo 3: «Conociéndome»

Quiero que todos noten que siempre estoy feliz y disponible para ellos, pero… ¿Cuándo alguien estará ahí para mí?
Cuando digo algo serio es porque lo es así, no pretendo ser alguien que guarde secretos, la cosa es verme como un «libro abierto» pero muchas de las veces esa es la razón por las cuales nadie llega a conocerme más de lo que yo quiero que conozcan.
Tengo una gran coraza que rodea todo mi verdadero yo, imposible que alguien pueda romperla de un día para otro, pero así soy yo, incomprendido e inalcanzable. Entonces como si nada llega ella haciendo que todo lo que logre se desmorone y se caiga a pedazos.
No quiero que conozca absolutamente nada de mí y se que suena egoísta pero prefiero tenerla lejos de mi realidad a que vea como se retuerce de dolor con mis demonios.
Esos son con los que me condenó la vida, me condenaron con demonios que por más que busque una solución no la hay… Excepto ella.
No se su nombre, ni edad, no se nada de ella… pero algo dentro de mi me dice que no la deje sola, que la proteja siempre de todo.
Es de noche y aún vive ese recuerdo en mí, esa noche que pinte su retrato bajo la luna, ella se veía tan frágil y única, pero no sabía que la admiraba y amaba en secreto.
Este momento me hacía acordar a esa noche, una orquesta sonaba de fondo, mientras que, entre mis cosas, buscaba aquella pintura que hace tiempo no observaba con detenimiento.
Guarde todo donde estaba pero la tentación era más grande.
Pero debo resistir para no caer.
No quiero caer de nuevo junto a mis demonios, no puedo resistirme a la tentación de vivir entre sombras y oscuridad bajo un tormento de calvario, de desigual, probabilidades que me llevan a luchar con mi propio yo interno.
No tengo alternativa porque la elegí a Ella para que me salvara, que ella fuera mi ángel Salvador que lucharía contra toda la maldad que me rodea y todo comenzó cuando tenía 8 años. Recuerdo perfectamente que ese día visitamos en familia a la Abuela Mimi en su casa de campo, recientemente había sido el cumpleaños de mi madre y por lo tanto todos estábamos felices por el acontecimiento y habían decidido hacer una pequeña fiesta entre todos, mis padres, mis abuelos y yo.
El día que llegamos a la casa de campo llovía torrencialmente y todo estaba de un opaco gris, al igual que yo, estaba triste, dentro mío algo malo presentía que pasaría, para entonces al ser sólo un niño asustado le conté a mi padre y como tal recuerdo perfectamente que me dijo “es sólo un presentimiento que hace que nuestra mente juegue con uno mismo”, no lo comprendí en ese tiempo pero sus palabras no sirvieron mucho ya que después de 3 días de haber llegado tuve un ataque de “ira” como los médico dijeron, y quien había pagado las consecuencias por desfortuna fue mi abuelo que a las pocas semanas murió.
La culpa aún me carcome por dentro después de tantos años pero no recuerdo nada de los siguientes ataques que ocurrieron, según los que estuvieron a mi lado esos momentos no era yo, mis ojos estaban negros y no reaccionaba, ni entendía lo que me decían, entonces debían encerrarme hasta que pasara todo y comprendí que en esos segundos contados son los malos recuerdos que se apoderan de mi mente sin dejarme escapatoria al menos que fuera ella.
Solamente Ella. Mi Ángel.
Entonces es donde me pregunto ¿Dejaré que entre a esta vida? Mejor dicho ¿a mi vida?, ¿Voy a condenarla sólo por orgullo y egoísmo que quiero que sea sólo mía?, ahora entiendo lo que el miedo y la oscuridad hacen en un alma encadenada a la maldad.
Sólo eso parece y es mi vida, una tierra llena de sufrimientos.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS