Mirar el horizonte hueco con mis ojos miopes.
Beber la sangre negra de una cicatriz a medias.
Hablar a solas con el viento gélido.
Escudriñar en las aguas quietas de una poza oscura.
Palpar la chapa fría de la indiferencia.
Gritar tu falta contra el paredón y el eco.
Claudicar, detenerme y retomar la ceguera de una búsqueda sin chances.
Saborear el tilo de la soledad y el vino.
Sentir el aroma sideral del polvo de estrellas.
Huir entre las grietas de la tierra cuarteada y sedienta.
Y no estás.
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